Buenas a todos. Hoy os traigo esta moneda que adquirí hace poco, de las que más me ha llamado la atención de nuestra numismática medieval. Espero que os guste.
BLANCO DEL AGNUS DEIAño de acuñación: 1386
Ceca: Burgos (Roel/ B+S)
Reino: Castilla y León
Reinado: Juan I (1379-1390)
Peso: 1.43 g
Diámetro: 21 mm
Anverso: Cordero de Dios con estandarte a izquierda dentro de gráfila circular. Marca de roel debajo del cordero. Leyenda: +AGNUS:DEI:QVITOLIS:
Reverso: Y coronada (inicial de Iohannes) dentro de gráfila circular con la marca de ceca B S a los lados. Leyenda: +CATA:MVNDI:MISERE
Contexto: La muerte de Pedro I en Montiel a manos de su hermano Enrique puso fin a la guerra civil castellana, que enfrentó a los partidarios de la casa de Borgoña y a los de la casa de Trastámara. Sin embargo, la nueva dinastía comenzaba su andadura en una Castilla devastada tras el paso de la peste y veinte años de guerra interna. Fernando I de Portugal aprovechó la debilidad castellana y reclamó el trono a Enrique II y a su hijo Juan I en una serie de campañas, las Guerras Fernandinas, que se saldaron con la derrota portuguesa y el matrimonio entre Juan I y Beatriz, hija única del rey luso. Por otra parte, Constanza, primogénita de Pedro el Cruel, contrae matrimonio en 1370 con Juan de Gante, duque de Lancáster y uno de los señores más poderosos de Inglaterra.
Fernando I muere sin dejar hijo varón en 1383, con lo que hereda trono su hija Beatriz. La idea de una unión de facto entre Castilla y Portugal causó el rechazo de grandes sectores de la burguesía portuguesa, que proclamaron a Juan de Avís rey de Portugal en las cortes de Coímbra el 6 de abril de 1385. Los intentos del rey castellano de sofocar la revuelta culminaron con las derrotas de Trancoso y Aljubarrota, en las que el ejército y la nobleza castellana fueron poco menos que masacrados por los portugueses.
Con el ejército y el tesoro diezmados Juan I estaba en una posición muy débil, y sus enemigos no iban a tardar en aprovechar la ocasión. El 8 de julio de 1386, Juan de Gante parte de Plymouth con una flota de 7000 combatientes y un insólito cortejo de cortesanos y damas, que entra en A Coruña el día del Apóstol. En octubre, el duque instala su séquito en Ourense, a la manera de una corte regia. A principios del año siguiente, Portugal se suma a la contienda del lado inglés; sin embargo, la ayuda portuguesa llega tarde y mal, y al desgaste propio de la guerra se le suma un brote de peste que causó estragos en las filas inglesas. Con el invierno a la vuelta de la esquina y sus apoyos en Galicia menguando, al pretendiente inglés no le quedó más remedio que llegar a un acuerdo con Juan I, ratificado en Bayona, según el cual renunciaba a sus derechos al trono a cambio de una abultada suma. Para sellar el pacto se acordó el matrimonio entre Catalina de Lancáster y el infante Enrique, futuro Enrique III; las casas de Borgoña y Trastámara quedaban así unidas, poniendo fin a más de treinta años de conflicto.
Fue durante la invasión inglesa cuando Juan I acuña por primera vez el blanco, que recibía este nombre por el color plateado que presentaba al salir de la ceca, a pesar de tener en realidad muy poca plata (Alrededor de una sexta parte). La moneda, creada para sufragar la contienda contra Juan de Gante, circulaba al principio con un valor facial de un maravedí de cuenta (diez dineros), aunque en las cortes de Briviesca de 1387 se rebajó su valor a seis dineros:
“...por ende quanto Nos por los grandes menesteres é guerras que oviemos en estos dos annos pasados, é señaladamente con el Duque de Alencastre é los ingleses nuestros enemigos entraron en los nuestros reinos, Nos ovimos de mandar labrar moneda que non era de tan grant ley como la otra moneda vieja, que fue mandada labrar por los Reyes nuestros antecesores é por Nos para cumplir los nuestros menesteres é relevar en quanto Nos pudimos á los nuestros regnos de pechos é de dannos; é agora que plogo a Dios que los nuestros menesteres cesen en alguna parte, parando mientes al provecho é bien público de los nuestros regnos, baxamos la dicha moneda é mandamos quel blanco que valia un maravedí que non vala si non seys dineros nuevos.” Aún devaluado, el blanco seguía teniendo un valor extrínseco muy superior a su contenido en plata, lo que empobreció la economía castellana y era causa de continuas quejas en el reino, como nos cuenta la
Crónica de Enrique III:
“...Por quanto el rey don Juan avia echo labrar moneda de unos dineros que tenian figuras de agnus dei que les decian blancos que valían un marabedí luego que los hiciera y despues fue la ley menguada por el rey don Juan por cumplir sus menesteres y no valían más de tres dineros y en algunas partidas del Reyno se quexaban con aquella moneda porque las cosas valia grandes sumas y las tierras y mercedes que los señores y caballeros y otros hombres tenían de los reyes no les aprovechaban por tanto como le daban según la quenta de la moneda y les daba en pago aquellos blancos y por tanto algunos dellos que heran en estas cortes especialmente los procuradores delas ciudades y villas del reyno dixeron que querian qe andubiesen la moneda vieja que siempre en Castilla andubiera que hera el real de plata los tres marabedíes y cornados y novenes y que esta moneda delos blancos tornase a valer el blanco un cornado...” El blanco se acuñó en las cecas de Sevilla, Burgos, Toledo, Zamora, Segovia, Soria y León, aunque se conocen ejemplares con marca de A Coruña, que necesariamente tuvieron que ser acuñados después de la invasión inglesa. Se conocen también medias blancas, de las que nos han llegado muchos menos ejemplares.
El diseño del anverso, único en la numismática ibérica, representa al
Agnus Dei, el “cordero de Dios”, al que también alude la leyenda de la moneda (Ruiz Calleja tiene una excelente entrada en su Blog numismático acerca de este motivo en la numismática medieval). Llama la atención que prácticamente no se mencione al poder emisor en la moneda, cuando la norma hasta el momento era justo lo contrario; gran parte de la numismática castellana es una referencia constante a la corona y al reino, quedando los motivos religiosos relegados a un segundo plano. Las explicaciones de este aparente cambio de rumbo van desde un intento de legitimación dinástica frente al invasor hasta la vergüenza del propio monarca, que trata de distanciarse lo máximo posible de una moneda de mala ley, acuñada por la necesidad de financiar una contienda larga. También cabe la posibilidad de que la simbología religiosa favoreciese la aceptación de la moneda, o incluso que simplemente adoptase el cordero de Dios como una especie de emblema personal, al estar tradicionalmente asociado a san Juan. Sea como fuere, la verdad es que nunca sabremos realmente la respuesta; en mi opinión, ese halo de misterio que rodea a las piezas es parte del encanto de la numismática medieval.
Bibliografía y webs consultadas:-
https://numisarchives.blogspot.com/2015/03/representaciones-del-agnus-dei-en.html-
https://blognumismatico.com/2013/10/25/el-agnus-dei-en-las-monedas/- Pablo Núñez Meneses.
Moneda medieval Gallega- Antonio Roma Valdés.
Emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media - Antonio Roma Valdés.
Composición metálica de las monedas leonesas y castellanas de la Edad Media-
Crónica de Enrique III-
Ordenamientos y Cortes de los Reyes Alfonso X y sucesores, hasta Juan IICómo no, cualquier información adicional es más que bienvenida. Un saludo.