Nunca sabemos qué tenemos bajo nuestros pies.
Cuando hice mi casa, le advertí a los albañiles que al excavar tuvieran cuidado y si salía cualquier cosa que me llamaran. Decía yo, vaya que tenga un dolmen, una tumba o cualquier otra cosa debajo, jeje.
Pues una mañana me llaman y me dicen que ha salido un muerto. Les digo que no toquen nada que voy en un momento. Salgo pitando del trabajo, lo dejo todo colgado y cuando llego y me enseñan los huesos del muerto... eran de perro. Vaya susto que me pequé.
Luego le pregunté al vecino y me dijo que ellos enterraron un perro en mi parcela hacía muchos años, así que debió ser ese.
Pero las gentes es que son unos inútiles. Hace poco en un solar cercano a mi casa, en un lugar en el que hubo un convento del siglo XVI, salieron unas estructuras de piedra, llamo a un amigo que fue concejal de cultura, se lo cuento y nada de nada, dejaron que lo destruyeran todo. Al final resultó ser una acequia del siglo XVIII. Si hubiera salido en mi solar, en vez de destruirlo, lo habría integrado en la edificación y por lo menos lo hubiera usado como bodega subterránea, imaginaos lo chula que habría quedado. Pero es que muy pocos tienen sensibilidad.
Salud.