CUENTO SOBRE BILLETES

Termino de recibir un mensaje privado que no he respondido porque no me deja el sistema o yo no he sabido hacerlo. Gracias por tus comentarios. En base a ellos, me ha venido a la mente una historia y con algunos retoques voy a contarla. La titulo

Sé tu propio sabio

Tiempo ha salió una cantidad de billetes, al cual le diremos Celino Cedeño (si digo Vicente García o José López puede que coincida con alguien, y no quiero personalizar), que, por poner una cifra redonda, diremos a 100e la unidad en SC, y por seguir redondeando, 200e la pareja en SC, aunque sabemos que las parejas llevan un pequeño plus por la dificultad misma de ser seguidos, pero nos interesan cifras redondas.
Los Celino Cedeño iban apareciendo en subastas, mercadillos, convenciones... que, a pesar de ser poco frecuentes, sí se veían en SC.
Resulta que un señor halló y se le ocurrió certificar Celino Cedeño en una cantidad considerable. En tal punto, no le fue mal la cosa y entre varias calidades, decidió vender la pareja 66-66 en 350e, lo cual representaba un 175% del valor ficticio de 200e que le hemos dado (en este caso el porcentaje de sobrevaloración es real).
Cuando llegó al mercado, los sabios sin dudarlo decidieron comprar, porque según ellos era una oportunidad que no había que dejar escapar. Los sabios tenían seguidores, aprendices... que ante la palabra e insistencia de su maestro, también compraron. Otros, aunque amigos e incluso alumnos de los sabios, tenían su propia visión y decidieron no comprar. Pero claro, los sabios a la gente que no hacía lo que ellos consideraban les tenían como alumnos torpes, de mente terca.
No obstante, estos alumnos “torpes” tuvieron paciencia. Algunos dejaron a estos sabios; a otros les consideraron inmerecidos por no seguir sus consejos y les hicieron abandonar; otros siguieron, pero ya no les consideraban sabios (sin que los sabios se enteraran, claro); ... y poco a poco fueron encontrando aquello que querían, es decir, los mismos billetes con la misma calidad a un precio mucho menor, tanto como igual o inferior al precio de catálogo.
El tiempo fue pasando y cada uno seguía a su cosa: los sabios haciendo sus formulaciones magistrales; los aprendices leales haciendo punto por punto lo que los sabios consideraban; los que se fueron progresaban, no sin oír en ocasiones los consejos y opiniones que les llegaban desde distintos sabios, pues cuantas más versiones escuchaban mejor para la decisión que tomaban, que era suya propia, pues ya no seguían las directrices de nadie; ... incluso alguno llegó a ser incluso más sabio que sus maestros anteriores, aunque estos nunca se plantearían aceptarlo.
Y resulta que, pasado un tiempo, volvieron a salir unos billetes raros y poco frecuentes. Les llamaremos Dictina Fermonsel. Eran de los que pasaban años en verse en una calidad SC; los que llamabas a comerciantes y nadie tenía para ofrecerte; los que por más que vieses, no encontrabas. Para seguir con los valores, esta vez pondremos ficticiamente de nuevo 200e por billete SC, 400e la pareja.
      Al comerciante ¿qué se le ocurrió?
- Pues si estos son más difíciles de ver que los de la otra vez, cuanto menos les pondré el mismo margen, es decir, un 175%, o sea 700e la pareja 66-66.
Esta noticia llegó a oídos de los sabios. Pero, así como la otra vez dijeron que era una oportunidad que no había que dejar pasar, esta vez lo vieron descabellado. A sus aprendices les dijeron que era una barbaridad, un despropósito, y que no había que comprar. Un alumno se atrevió a preguntar:
- Gran maestro, ¿se ha dado cuenta de que estos son más difíciles que los que la otra vez nos hizo comprar y que sin embargo es el mismo porcentaje de aumento?
- ¿Cómo osas contradecir las palabras de los sabios? – le respondieron.
El alumno no dijo nada. Realmente la mayoría de alumnos pensaban así, como el que había preguntado, pero nadie osaba decir nada, incluso preguntar. Era una cuestión matemática, pura matemática, acrecentada con que ahora los billetes sí eran raros de verdad, mucho menos frecuentes que los anteriores. De hecho, un alumno se atrevió a comprar, aunque por supuesto no se lo dijo al maestro.
Nadie entendía el porqué. Algunos decían que era porque los sabios no tenían esos Dictina Fermonsel en esa calidad, y no podían permitir que sus alumnos los tuvieran; otros decían que era porque los sabios se habían enemistado con el señor que los vendía; otros decían que era porque otros sabios, de una escuela diferente, decían que sí había que comprar, y no podían estar de acuerdo; otros decían que era porque los sabios querían vender los suyos, que aunque de diferente calidad, podían servir; otros que era porque solo los sabios querían tener a los Dictina Fermonsel; otros ...
En definitiva, los sabios siguieron dando lecciones. Los alumnos que eran capaces de pensar por su cuenta decidieron comprar o no comprar, pero ya no lo hacían siguiendo las directrices de los sabios. Los que compraban era una magnífica decisión. Los que no compraban era también una magnífica decisión. En ambos casos, era SU PROPIA DECISIÓN.
Y así fue como poco a poco, billete a billete, los alumnos que hacían las cosas por ellos mismos, oyendo siempre cuantas más opiniones mejor, valorando diferentes puntos de vista, llegaron a tener una colección de billetes tan buena o incluso mejor que las de sus antiguos maestros sabios.

MORALEJA: escucha todos los consejos que te den, incluso los más absurdos, pero elige siempre tu camino. Toma el riesgo de equivocarte. Compra o no compres, pero según tu criterio, porque esa clase de sabios nunca te dejarán ser más sabios que ellos.

Y me atrevo a decir que ante la duda no compres, pero porque sea tu decisión, no la de otros