Holas.
Presento un objeto en oro parecido a una moneda de 100 reales a nombre de Isabel 2ª de 1861.
(diámetro 22 mm. y peso 8,3 gramos)
La moda de lucir monedas como broche, colgante, etc... fué abundante en las décadas de los años setenta y ochenta de pasado siglo y en demasiadas ocasiones, por insensatez e ignorancia, el joyero engarzaba ejemplares auténticos de extraordinaria belleza que, rebajando con la lima o taladrando, asentaba en aderezos por encargo del cliente.
Cuando álguien con capacidad económica no disponía de una moneda auténtica, su ilusión quedaba satisfecha al poder elegir entre una variedad de reproducciones en metal noble que le eran ofrecidas y ya montadas en filigranas que lucir.
Talleres especializados en medallería cubrían la demanda que su mercado exigía y muchas veces, a través de mayoristas, completaban la distribución.
Su labor era como la de los monederos falsos de otras épocas pero trabajando a la luz del día sin intención de engaño. Copiaban ejemplares ya desmonetizados desde muchísimos años y sin importar mucho el grado de perfección (como la "moneda" de la fotografía).
Los más diestros en su trabajo, tal vez por buén criterio, variaban algunos detalles (fecha, diámetro...) que hicieran reconocible su carencia de mala fé así como la intención de no confundir al coleccionista...
Debemos distinguir entre monedas falsas y copias comerciales que nada tienen en común con la abundancia de especímenes falsos que hoy sufrimos en el coleccionismo por quién intenta colarnos ejemplares de cualquier época y lucrarse con su engaño. ¿Estais de acuerdo compañeros?...