Hola, compañeros: aficionado como soy a las monedas francesas, os traigo hoy esta pequeña exposición:
Pierre-Joseph Tiolier (1763-1819) nació en Londres, hijo de padres franceses. Fue nombrado “contrôleur de monnaies” (ensayador) en la Casa de Moneda de París el 24 Frimaire del año IV (14 de diciembre de 1795). De ahí pasó a “graveur général” (grabador general) de Francia, nombrado directamente por Napoleón el 11 Germinal del año XI (1 de abril de 1803). Sus obras más conocidas, además de algunas medallas, son los diseños de los bustos de Napoleón, de su hermano Jérôme de Westfalia o de Luis XVIII. En 1816 renunció a su cargo en favor de su hijo Nicolas-Pierre Tiolier, y finalmente murió en 1819. Su firma en las monedas era o bien el nombre en cursiva completo, una T. adornada y en cursiva o una cabeza de caballo.
Dos de las monedas que veréis las he presentado recientemente en la sección de Extranjeras, pero como recientemente me ha llegado la última adquisición de lo que podíamos considerar la “serie” completa, aunque no ha sido concebida como tal, pienso que ha llegado el momento de exponerlas y estudiarlas todas juntas.
Todas ellas tienen en común, salvo la última (motivo que explicaré), una “N” generalmente coronada que refiere directamente a Napoleón y que son diseño propio o herederas o hijas de un primer diseño de Tiolier; todas provienen de la primera moneda que os enseño, y aunque sus grabadores sean artistas muy distintos, se basaron en ese primer diseño al que hago referencia.
1. 10 CENTIMES – NAPOLEÓN – FRANCIA, 1810
Esta es la moneda-madre de la que provienen todas las demás: una N coronada en el centro (corona con cintas laterales), rodeada de un reborde lateral con dos ramas de laurel enlazadas. En el reverso, el valor en el centro, las marcas del cordero pascual (director de la ceca, Joseph Lambert) y la B (ceca: Rouen), y debajo, en cursiva el nombre de Tiolier; reborde lateral con NAPOLEON EMPEREUR y 1810. La moneda se acuñó, después de dos ensayos de 1800 y 1807 con tiradas bajísimas, de 1808 a 1810 en varias cecas francesas (ya conocéis la gran variedad de Casas de Moneda de Francia, sobre todo en el período revolucionario e inmediatamente posterior), con una tirada total de casi 33 millones de piezas. Su origen se halla en la ley de 15 de septiembre de 1807, justamente después de la del 5 de agosto del mismo año, que da origen al primer busto laureado del emperador, aunque en el reverso aún se indique “República Francesa”. La moneda es heredera del Décimo revolucionario de Dupré, de los años 4 a 9 (1795 a 1801). Es de vellón (aleación de plata de 0,150 a 0,400 milésimas), mide 18 milímetros y pesa 1,9 gramos. Km # 676.
2. 3 CENTIMES – JÉRÔME NAPOLEON – WESTPHALIA, 1812
Diseñada también por Tiolier, como se indica en el reverso. Como observaréis, idéntico diseño al anterior, sólo varía la ausencia de corona y que la N de Napoleón se ha transformado en la superposición de HN (Hieronymus Napoleón -rey de Westphalia, príncipe de Francia-, como se indica en el reborde lateral). De nuevo, 2 ramas de laurel y reverso idéntico, con la marca de la cabeza de águila (grabador, seguramente italiano, que trabajó posteriormente en la ceca de Turín: “testina d’aquila”) y la ceca (C: Cassel). La moneda se acuñó de 1808 a 1812, con una tirada desconocida; es de cobre, mide 25 milímetros y pesa 3,9 gramos. Km # 92.
El reino de Westfalia fue creado en 1807, y duró hasta 1813, con capital en Cassel, en el actual territorio de Alemania. Aunque formalmente era un estado independiente, en realidad era vasallo de Francia y su primer y único monarca fue Jerónimo Bonaparte.
El reino fue creado el 18 de agosto de 1807 por decreto de Napoleón, a partir de territorios cedidos por Prusia a Francia; entre éstos se encontraban el Electorado de Hannover, (el Ducado de Brunswick-Luneburgo) y el Electorado de Hesse. Incluía también los territorios arrancados del reino de Prusia como el principado de Halberstadt y los territorios del ducado de Magdeburgo situados al oeste del río Elba, con la propia ciudad de Magdeburgo convertida en fortaleza militar fronteriza con el reino de Prusia y el distrito del Saale y la ciudad de Halle.
El rey Jerónimo instaló su corte en el palacio de Wilhelmshöhe de Kassel, cuyo nombre fue cambiado a Napoleonshöhe. El nuevo estado no tardó mucho en integrarse en la nueva Confederación del Rin. El reino fue dotado de una constitución, que incluía la abolición de los siervos, los derechos de libre mercado y el Código Napoleónico. Se estableció además el sistema métrico decimal.
El reino de Westfalia funcionó también como suministro de tropas para el ejército napoleónico, algo habitual en los territorios ocupados. Un gran número de tropas de Westfalia perecieron durante la campaña rusa de 1812. Después de la derrota francesa en la batalla de Leipzig en 1813, el reino fue oficialmente disuelto y su territorio fue reintegrado a los estados que le habían dado origen.
3. 10 CENTESIMI – NAPOLEÓN – ITALIA, 1811
Heredera directa del diseño primero, aunque se observan cambios muy perceptibles: de nuevo, una N coronada en el centro rodeada por una corona de laurel, pero la corona es la de hierro lombarda de siete puntas. El reverso es muy parecido al de las anteriores: el valor en el centro, rodeado de NAPOLEONE IMPERATORE E RE y las marcas de los grabadores (granada y copa) y de la ceca (M: Milán). La moneda se acuñó en Milán, de 1808 a 1813, con una tirada de más de cinco millones y medio de piezas. Es de vellón (plata de 0,200 milésimas), mide 18 milímetros y pesa 1,9 gramos. C # 4.
Napoleón anexionó al Consulado y posteriormente al Imperio las regiones de Liguria y el Piamonte, y ocupó y creo varios reinos en los antiguos estados italianos: el reino de Italia, propiamente dicho, creado a partir de la República Cisalpina, del que él se declaró emperador (coronado por el papa Pío VII) y nombró virrey a su hijastro Eugène de Beauharnais, hijo del primer matrimonio de su esposa Josefina; con capital en Milán, más las importantes ciudades de Venecia y Bolonia. Asímismo, el reino de Nápoles, regido por Giuseppe Napoleón en un principio (posteriormente, nuestro José I de España) y después por Gioacchino Murat, su cuñado. A ellos habría que añadir los ducados de Toscana y Lucca y Piombino.
4. 10 CENTIMES – MONEDA OBSIDIONAL, SITIO DE ANVERS, 1814
Anvers es el nombre francés de Amberes, ciudad-puerto de Bélgica, Antwerp, en flamenco. Esta moneda obsidional es la última de la “serie”, si así puede considerarse, que me faltaba. Como veis, el diseño ha variado muy poco: de nuevo la N en el centro, rodeada del laurel, con la marca W (marca de los talleres donde se acuñó), la ciudad de Anvers y la fecha, 1814. En el reverso, el valor en el centro, rodeado de la leyenda MONNAIE OBSIDIONALE. La gran diferencia es que ahora no hay ninguna referencia al rey o emperador, salvo la N, aunque se combate por él. La moneda se acuñó en un breve período de tiempo, exactamente del 20 de marzo al 1 de abril, con una tirada total de cerca de ciento diez mil piezas, de las que hay cinco variantes. De la que os enseño (lleva la marca W), se acuñaron algo más de veintiocho mil. Unos estudiosos dicen que el grabador de la moneda fue Gagnepain, otros opinan que fue Ricquier. Es de bronce, mide 34 milímetros y pesa 25,2 gramos, cinco más que los 10 céntimos franceses del momento, con el propósito de que fueran aceptados por la población y evitar, así, su desconfianza. Km # 5.
Durante la campaña de Europa, Bélgica es de los primeros países ocupados por Francia. Cuando ya el ejército napoleónico se retira derrotado en 1814, el gobernador de la ciudad de Anvers, Lazare Carnot, decide defender la ciudad que en esos momentos se encuentra ya aislada. El asedio dura tres meses, y los británicos por mar y la alianza de austriacos, prusianos y rusos por tierra no consiguen entrar en la ciudad. Al final, restaurada la monarquía y en el trono Luis XVIII, éste le ordena a Carnot que abandone la ciudad, cosa que hace el 3 de mayo de 1814.
Durante el asedio y para remediar la escasez de dinero corriente, se acuñaron estas piezas obsidionales. En un principio, la labor se lleva a cabo en los talleres privados de la compañía Wolschot (de ahí, la W en el anverso), reconvertida en un taller de fundición al servicio de la marina francesa, junto a las murallas y el “Meir”, centro de la ciudad. Posteriormente, el labrado pasó al patio del Arsenal de Amberes. En total, se acuñaron 25.000 francos en monedas de cinco y diez céntimos.
5. UN DÉCIME – NAPOLEÓN, 1815
6. UN DÉCIME – LUIS XVIII, 1815
Las últimas monedas de la “serie” son estas dos que os enseño. Ambas fueron acuñadas durante el conocido período de “Los Cien Días”, la primera, e inmediatamente después, la segunda. Es el nombre con que se conoce al período que va del 20 de marzo al 28 de junio de 1815. El 26 de febrero Napoleón, aprovechando el descuido de la guardia francesa y británica, huye de la isla de Elba, donde está confinado, acompañado de 600 hombres, y desembarca el 1 de marzo cerca de Antibes. Se dice que en su marcha hacia el norte, sin disparar ni un solo tiro, su pequeña tropa fue creciendo hasta convertirse en un ejército, tal era su carisma y el escaso aprecio de la población por los Borbones.
Una vieja anécdota sirve como ejemplo ilustrativo del carisma y la personalidad de Napoleón: En un momento dado, su ejército debía enfrentarse a las tropas enviadas por el rey para detenerle; los hombres de cada bando formaban en líneas y se preparaban para disparar. Antes de iniciarse el fuego, Napoleón caminó hacia el centro de ambas fuerzas, encarando a los hombres del rey y abriendo su pechera mientras decía: «¡Si alguno de vosotros es capaz de dispararle a su emperador, hacedlo ahora!». Poco más tarde, todos los hombres se unían a su causa. También es conocida la que refiere las pintadas aparecidas en París, que decían: «Ya tengo suficientes hombres, Luis, no me envíes más. Firmado Napoleón», que expresaban el sentir en la capital desde antes de la llegada del Emperador. Lo cierto es que antes del 19 de marzo, Luis XVIII huye apresuradamente, y en esa fecha Napoleón entra en París.
Ante los recelos de las potencias extranjeras, a pesar de la moderación de la que hizo gala Napoleón en este período y al fracaso de sus intentos de disuasión ante aquellas, el emperador se prepara de nuevo para la batalla: si conseguía actuar con rapidez en Bélgica, lugar donde estaban acantonadas las tropas de la coalición, podía echar a los británicos hacia el mar y expulsar del territorio a los prusianos. Llegamos, así, a la batalla de Waterloo, el 18 de junio, y a la derrota de Napoleón. El día 22 abdicaba a favor de su hijo Napoleón II, sabiendo que tal nombramiento no sería aceptado. El 29 de junio, con la monarquía y Luis XVIII restaurados, Napoleón es capturado y enviado al exilio de Santa Helena.
Como observáis, las monedas solo se diferencian en el anverso (sin duda, los cuños del reverso fueron utilizados para ambas). Se acuñaron en 1814, primero la de Napoleón y a continuación, con la monarquía restaurada, la de Luis XVIII, que también penetra en los primeros meses de 1815; durante el período de los Cien Días, de nuevo se labran monedas a nombre de Napoleón, para acabar el último medio año a nombre de Luis XVIII. En total, se acuñaron de ambas casi 1.700.000 piezas ((en 1815: 180.261 de Napoleón y algo más de un millón de Luis XVIII), siempre en la ceca de Estrasburgo (= BB).
En el caso de Napoleón, la única referencia al emperador es la N. Se recupera totalmente el diseño de Tiolier de la primera moneda de 10 céntimos a su nombre: corona idéntica con las dos cintas onduladas laterales y dos ramos de roble enlazados. En el reverso, el valor, el año y la marca de la ceca (BB) en el centro, rodeados de los mismos ramos anteriores. En el caso de Luis XVIII, en el centro la L coronada flanqueada por las tres flores de lis de los Borbones (como en los 30 Deniers de Luis XIV –doble L- o los 2 Sols de Luis XV). Todo lo demás es igual a la anterior.
Final de un período de más de 25 años absolutamente interesante, que cambió el signo de los tiempos, comienzo de nuevo de lo viejo, el Antiguo Régimen, valga la paradoja, aunque Luis XVIII no pudo restaurar la Monarquía Absoluta, a pesar de sus intentos y los de su hermano aún más retrógrado, Carlos X. Monedas éstas que no tuvieron continuidad. Los nuevos cobres de Carlos X y Luis Felipe I, acuñados para su uso en las Antillas francesas, recurrirían a sus bustos y olvidarían, por tanto, la posibilidad de este diseño que a mí me parece especialmente bello.
Espero no haberos aburrido demasiado. Saludos a todos.