https://jacetaniaexpress.com/el-bandolerismo-en-el-pirineo-aragones-en-el-siglo-xvi/amp/En la segunda mitad del siglo XVI, reinando Felipe II, la zona padecía los conflictos habituales del periodo. Entre ellos, los que se producían entre los concejos entre sí. O entre los concejos y los señores, las rebeliones antiseñoriales, las diferencias entre el rey y las autoridades aragonesas… Pero a toda esta situación, más o menos normal, se les añadió un nuevo elemento de alteración: la aparición del bandolerismo.
El bandolero se puede considerar como un delincuente profesional, que se colocaba voluntariamente fuera de la ley y cuya subsistencia estaba basada en el robo y el atraco en caminos, masadas, torres y pardinas. A diferencia del pequeño ladrón habitual de todos los tiempos, el bandolero actuaba en cuadrillas cuya potencia le permitía eludir la acción de los concejos, que eran la primera autoridad encargada de su persecución.
Era frecuente que el bandolero infanzón o de la baja nobleza contara con prestigio y dotes de atracción de seguidores, lo que le daba la capacidad de reunir a su cuadrilla y a la vez disponer del respeto y -de algún modo- la protección, de sus vecinos. Así, entre los más destacados bandoleros en nuestro territorio podemos encontrar a personajes como:
Antonio Martón, infanzón del valle de Tena.
Lupercio Latrás (su hermano Pedro era el señor de Latrás).
Bernardo de Castro, infanzón.
Los Foncillas hacendados de Binaced.
Lorenzo Juan, importante propietario de Fonz.
En muchas ocasiones, las motivaciones de estos líderes para dedicarse al bandolerismo habían sido su enfrentamiento con determinadas autoridades y señores, o el considerar que habían sido tratados de forma injusta por las autoridades judiciales.
En nuestro territorio las dos zonas más afectadas por este fenómeno fueron el camino real a Jaca (Zuera-Ayerbe-Jaca-Canfranc) y el camino real a Sallent (entre Nueno y Sabiñánigo).
La dificultad inicial para combatir el bandolerismo era que el primer responsable de hacerlo era el concejo y su jurisdicción acababa en sus propios límites, precisamente el territorio donde vivía, preparaba el golpe y no actuaba el supuesto bandolero.
Las limitaciones de los concejos, las dificultades de las relaciones de éstos con el Virrey de Aragón y con el Gobernador, y el hecho de que las fuerzas del orden que se organizaban entre los concejos solo podían actuar en los territorios de realengo, ya que en los señoríos la justicia era un atributo del señor, suponía un factor que facilitaba las vías de fuga de los perseguidos.
Los continuos movimientos entre sus casas de origen y los refugios de la montaña, la colaboración con los contrabandistas y muchas veces el silencio de sus vecinos eran factores que dificultaban la persecución y las detenciones.
La utilización del territorio montañoso, las relaciones con los contrabandistas de ambos lados del pirineo y la complicidad o silencio de los montañeses y los vecinos de sus localidades eran factores que utilizados con habilidad facilitaban el poder del bandolero y la inseguridad en el territorio.