La Isola dei no Ritorno
La primavera de 1977 estaba llegando, por fin el norte de la península itálica vería un poco de luz solar. Paolo acaba de desperezarse de un largo y reparador sueño. Pronto viajaría a Venecia y tenía que descansar lo máximo posible.
Paolo y Laura quedaron como siempre a las siete y media de la mañana, en el lugar de siempre. La bella Piazza della Republica.
Aunque el día había amanecido despejado, en Lucca nunca se podía decir que no fuera a llover sin equivocarse.
Iban los dos camino de su trabajo, un centro especializado sobre el estudio sociológico de Italia en los últimos 100 años. Los dos sabían que tenían que preparar muy a conciencia su próximo viaje. No en vano, uno no va siempre al lugar más tenebroso del país.
El gobierno de la nación les había concedido un permiso especial para visitar la isla de Poveglia, en las inmediaciones de Venecia. Un lugar donde todo lo sobrenatural se ponía de manifiesto. Allí tendrían que hacer un estudio, lo más extenso posible, sobre la situación en la que vivieron los pacientes del hospital psiquiátrico fundado en la época de Víctor Manuel III.
Aquel permiso era como un salvoconducto al más allá, por que la isla, que acababa de ser vendida al estado por su último dueño, estaba cerrada a todo aquél que quisiera o quisiese visitarla.
Imagen de la plaza San Marcos plasmada en un cuadro
Cuando embarcaron en Venecia rumbo a "La Isola dei no Ritorno" como los habitantes de la comarca y la ciudad de Venecia conocían a Poveglia, la cantidad de medios tanto policiales como médicos forenses, historiadores y algún maestro de la psicofonias asombraron tanto a Paolo como a Laura.
La historia decía que a finales de la Edad Media, eran llevados a centenares los infectados por la peste y una vez allí quemados vivos en gigantescas piras. Ritual que se repitió en diferentes plagas de la enfermedad. Y que los habitantes de la zona decidieron darle el miedoso nombre a la Isla.
En los años 20 se fundó un hospital psiquiátrico, pero tuvo que ser clausurado ante las torturas y experimentos inhumanos con los pacientes descubiertos tras el suicidio del director y médico de la muerte del hospital en el año 30 tras tirarse de lo alto del campanario del monasterio que formaba parte de éste.
Paolo empezó su visita al hospital por las habitaciones de los pacientes, donde las camas metálicas estaban apiladas y llenas de óxido, pronto encontró humedad, suciedad, abandono y una moneda encima de un radiador también oxidado...
5 centesimi, bronce, 19,8 mm, 3,26 gramos. 1927 15.800.000
Laura empezó su visita por la cocina, donde todos los utensilios estaban tirados por el suelo, se juntaban sillas rotas con sartenes y pucheros gigantes oxidados y carcomidos. El lugar era tétrico, al intentar levantar uno de los perolos enormes para poder seguir pasando, encontró pelusas, telarañas y una moneda...
10 centesimi, bronce, 23mm, 5,34 gramos. 1924. 35.312.000
Paolo, siguió con su visita y apareció en las dependencias de las enfermeras que trabajaban en el hospital psiquiátrico, éstas estaban un poco mejor conservadas que la de los pacientes, pero los armarios estaban carcomidos, las camas tapadas por grandes sabanas y la suciedad y humedades por todos los rincones. Al intentar abrir uno de los armarios, la puerta se cayó y al intentar recogerla Paolo se volvió a encontrar con otra moneda....
20 centesimi, niquel, 21,5 mm, 4 gramos. 1919. 3.475.000
Laura, asustada por como estaba el edificio, apareció en la sala de reunión de los médicos con las enfermeras. Aquel habitáculo había permanecido tal como lo dejaron en el año 30. La gran mesa central todavía conservaba algunos papeles y las lamparas aún llenas de polvo seguían con sus bombillas encima de la mesa, Laura se acerco para ver los papeles y tras observarlos entre tanto polvo e humedad, al volver a dejarlos encima de la mesa se percató que había otra moneda escondida cerca de un montón de papeles...
50 centesimi, níquel, 24 mm, 6,1 gramos. 1925. 24.884.000 canto liso
Paolo estaba estupefacto, aquel lugar daba un miedo terrible y más después de ver al señor de las psicofonias dentro de la sala de operaciones, intento salir de allí sin hacer ruido pero uno de los policías que acompañaban a el equipo le dijo '¿usted es el sociólogo no?, pues tenga que me he encontrado esto al lado de ese Cristo que esta en la mesa de los utensilios médicos. Que miedo tenía Paolo que al acercar su mano a la del policía vió como de la mano de éste salía otra vez, una moneda....
1 Lira, níquel, 27 mm, 8 gramos. 1924. 29.288.000
Laura, a la cual le temblaban las piernas por los ruidos de las antiguas cañerías del hospital, avanzó hasta el monasterio agarrando su cuaderno como si de un salvavidas se tratase. En el monasterio intentó buscar rápidamente el Cristo crucificado para rezar un poco ante tanto temor y en el camino, observó que el mueble de madera carcomido donde se ponían velas estaba todavía en píe. Se acercó hasta él para poner una vela por todas las almas que allí habían fenecido y se sorprendió al ver que la zona de las monedas estaba abierta, allí solo encontró una....
2 Liras, níquel, 29,1 mm, 10,07 gramos. 1925. 14.628.000
Paolo y Laura casi casi habían terminado su tétrica visita al antiguo hospital, mientras los forenses examinaban las decenas de huesos de una de las piras medievales. Esa imagen dura y tenebrosa asustaba al más fuerte de los hombres. Laura tenía los ojos humedecidos, Paolo la piel de gallina. Solo querían salir de aquella isla lo antes posible, ni estudio ni estudia, solo salir.
Andando despacio en dirección al barco pasaron por el exterior del campanario, donde se suicidó el doctor muerte y se detuvieron unos segundos como si algo o alguien les observase. El miedo era ya inaguantable. Laura no lo soportó y salió corriendo tropezando con una piedra a escasos metros. Al intentar ayudarla a levantarse Paolo descubrió entre los hierbajos....
5 Liras, plata (0,835), 23 mm, 5 gramos. 1929. 33.803.000
Los dos sociólogos acabaron llegando al barco y pidieron por favor a la policía que les devolviese a Venecia lo antes posible. Les esperaban varias semanas de pesadillas. Juraron una vez en tierra que jamás volverían a la Isola dei no Ritorno.
Espero que os guste