Un detalle, los madrileños comenzaron a llamar a las monedas de 10 céntimos perras gordas en forma de cachondeo, no porque nunca hubieran visto un león.
Lo que ocurre es que decían que ese león no imponía, que tenía pinta de marica y de ahí el davaluarlo de león a perra.
Lo de gorda a chica, evidentemente venía aparejado al tamaño de los 10 y 5 céntimos, pero al final terminaron llamándose estas monedas: gorda y perrilla, y así es como yo las conocí cuando era pequeño, aunque ya en su versión del Jinete ibérico.
Salud.