En 1869 el recién creado Reino de Italia con capital en Florencia (*) emitió una famosa ley destinada a reactivar la agricultura (principal fuente de riqueza del país deteriorada por los años de inestabilidad) que contemplaba la concesión de créditos agrarios blandos. Varias entidades fueron autorizadas o creadas expresamente para gestionar y poner en circulación el capital generado por dichos créditos, luego extendidos a otras actividades económicas.
La operación se llevó a cabo mediante la emisión de los llamados bonos agrarios, billetes con carácter de curso legal sin interés ni vencimiento (eran por tanto en la práctica papel moneda) emitidos con cargo a la Deuda Pública Italiana y garantizados por el Instituto Nacional de Crédito Agrícola que era el encargado de, llegado el caso, reembolsarlos.
Es en este marco donde opera, entre otros, el Credito Agricolo e Industriale Sardo, emitiendo en 1874 una serie de 3 billetes, el más pequeño de los cuales es éste que presento de 30 liras (según la aludida ley del año 69 era la cantidad mínima que podía emitirse):
Obra de la casa londinense Bradbury, Wilkinson & Co. , presenta en el anverso al Pater Sardus, el dios primigenio de la isla de Cerdeña luego asimilado por la mitología greco-romana (aparece aquí, de hecho, romanizado ya) y una trilladora hipomóvil en plena tarea. En el reverso aparecen dos perfiles enfrentados que bien pudieran ser alegóricos de Italia, Cerdeña o qué se yo, porque lo cierto es que no he podido obtener el dato.
El billete tiene una marca de agua en óvalo con el nombre de la entidad emisora y un "30" en el centro ...
... y mide 117x75 mm (aunque al ser billete fabricado con matriz para corte, supongo que el largo puede variar sensiblemente):
10 años después de esta primera emisión, el mismo emisor probó con una nueva. En esta ocasión sacaron un solo billete, como el mío de 30 liras pero en verde, que actualmente constituye una de esas rarezas de las que apenas quedan los ejemplares que deben tener ravenous, el chino He-Tepa-Mí de Singapur, un señor de Güiskonsin y poco más.
(*) no sería hasta algo más tarde, cuando el Papa dejó de contar con el apoyo francés después de que Otto von Bismarck le diera para el pelo a Napoleon III en Sedán y Maria Eugenia de Montijo dejase de ser ... ¿de qué? ...de Francia... ¿el qué? ...emperatriz –jolín que mal
-, que las tropas italianas pudieron entrar en los Estados Pontificios y dar a Roma la oportunidad (aprovechada en plebiscito) de unirse a la nueva nación.