En la antigüedad, el cabello era símbolo de vitalidad. Por ello, ha sido siempre objeto de atenciones y cuidados. Calvicie, canas y caída del cabello han sido siempre signos valorados negativamente como señales de vejez o de enfermedad, que el hombre se ha esforzado por combatir con diferentes medios.
La dignidad y el estado social del hombre se podían apreciar por la longitud de sus cabellos. Cabellos largos llevaban los que nacían libres, los nobles, los guerreros y los dioses. Cabellos cortos llevaban, principalmente en las culturas romanas, los esclavos, los sirvientes y trabajadores, lo que proporcionaba a estas mayor higiene.
A menudo se llevaban simultáneamente varios peinados mientras que las ropas se mantenían semejantes durante siglos.
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ROMA (siglo V - IV a.d.C. hasta V d.d.C.)Según fuentes literarias, los romanos de los primeros siglos llevaban barbas y cabellos largos, pero hallazgos de navajas de afeitar y espejos demuestran que los recortaban y los mantenían arreglados y de largo medio.
En el siglo II surge entre los romanos la necesidad de lavarse los dientes y afeitarse regularmente. Los muy principales llevaban las barbas cuidadas con esmero.
Con la expansión del poder romano, llegan los artículos de lujo de los sitios conquistados óleos y cremas de Arabia, Egipto.
En los distintos siglos del Imperio romano, la moda del cabello venía determinada por los peinados del emperador y emperatriz reinantes que se trasmitía a través de sus efigies representadas en las monedas. Los principales se cambiaban el peinado al aumentar la edad así como al ascender de posición.
El peinado de Augusto (27 a.d.C. - 14 d.C.) fue clásico entre los romanos. Llevaba en forma aparentemente desordenada, mechones en forma de lengüeta sobre la frente. En el perfil se observa que los mechones están sistemáticamente por encima o al lado uno del otro.
Trajano llevará los mechones ondeados en la frente en forma de “s” (no se sabe si para ocultar las heridas de las batallas o por influencias de los griegos para quienes la barba era símbolo de rango).
En los siglos IV y V los peinados son semejantes, cabello corto con flequillo ondulado hasta alargarse a medida que nos acercamos a la caída del Imperio romano en el 476 con el destronamiento del último emperador.
En el caso de los peinados de la mujer, Livia, que se casó con Augusto en el 39 a.d.C., llevaba un tocado con un bucle sobre la frente en forma de rulo. El cabello está dividido en tres partes por medio de dos rayas en la zona frontal. La zona central se peina hacia atrás y se recoge en forma de tubo encima de la frente y los laterales van ondeados hacia adentro y se recogen en un moño en la nuca. Este peinado se conocía como el peinado de “nudo” por el rulo situado en la frente y desapareció en el 17 d.C.
A continuación, el cabello se divide en dos (en una línea transversal de oreja a oreja) y la parte delantera se peina hacia delante en líneas de ricitos. Este peinado va evolucionando aumentando los rizos en cantidad y altura, formando un abultamiento redondo que se denomina “orbis” (esfera). Este conjunto de rizos constaba de apliques artificiales de pelo que se sujetaban sobre el pelo propio con una diadema. El resto de pelo se trenza y coloca en forma de moño,
En el siglo II, se trenzaba el pelo y se añadían trenzas artificiales haciendo una especie de turbante de trenzas alrededor de la cabeza.
Tanto los hombres como las mujeres prefieren el color rubio de los cabellos. Por ese motivo los romanos ricos se echaban polvo de oro sobre ellos o se ponían pelucas o apliques de este tono que a veces traían de Germania y que tanto apreciaban.
BellezaLa mujer de principios de la dominación romana era tosca y “coloradota” pero a partir del 29 a.d.C., la mujer imperial dedicaba mucho tiempo y energías a su aseo diario que incluía la depilación de brazos, axilas, piernas y labio superior. Los dientes se pulen con polvo de asta, el aliento se perfuma con perejil y granos y verrugas se esconden con lunares postizos.
La piel es albayaldada, los ojos oscurecidos con antimonio o pintados con azafrán, las mejillas coloreadas con orcaneta o minio que da un toque tan chillón que los escritores satíricos se burlan. Utilizan con profusión baños, lociones y ungüentos para evitar los malos olores y disimular los defectos de la piel.
Utilizan baños públicos como las famosas “termas de Caracalla” que además de su función higiénica tenían función social: se trataban asuntos públicos, se charlaba con los amigos, etc. Había distintas salas con distintas funciones; el “unctuarium” donde se recubría el cuerpo con arena, polvo y aceite y el “caldarium” donde se daban un baño de vapor, se frotaba todo el cuerpo para eliminar las “pieles muertas” y reactivar la circulación sanguínea. Después se sumergían en la piscina fría pasando antes por el baño tibio en el “tepidarium”. La sesión terminaba con depilación y masajes.
Más información:
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00363958644671895410046/019369.pdfEl "peinado Octavia" imponía otro moño más: tenía forma semicircular y se colocaba por encima de la base del cráneo. Entre los moños, por ambos lados de la cabeza discurrían dos amplios mechones ahuecados y abultados, que tras rebasar las orejas se resolvían en trenzas con las que se elaboraba el moño trasero. El resto del cabello iba muy tenso y pegado al cráneo, como un casquete:
Fotos: Joe Geranio
Un segundo peinado que es cronológicamente apropiado es el que luce la pretendida Antonia Minor del Ara Pacis (13 a.C.). En este caso, el clasicismo del periodo augústeo aparece ya más asentado. El moño frontal deja paso a la simple raya en medio, tomada del peinado griego. El pelo aparece partido en dos aladares gruesos y el moño semicircular baja hasta la base del cráneo:
fuente: rincó del vago y legioviiii.foros.ws