El triunfo era una ceremonia espectacular que se celebraba en la antigua Roma para agasajar al general que había regresado victorioso con su ejército de alguna campaña. Para el general protagonista era un día glorioso. Su ejército quedaba a la espera en el Campo de Marte, sin poder traspasar las murallas servianas.
En el siglo II a.C. el general tenía que haber sido aclamado imperator por sus tropas para poder solicitar el triunfo al Senado que era la institución que podía concederlo. El espectáculo consistía en un desfile militar que se movía por un itinerario previsto que comenzaba en el Campo de Marte. Para entrar en la ciudad pasaba por una puerta especial de las murallas llamada porta Triumphalis; de allí al Velabrum, Foro Boarium y Circo Máximo, desde donde se dirigía al monte Capitolino a través de la Vía Sacra del Foro Romano. El cortejo se detenía al pie de la escalinata del templo de Júpiter Optimus Maximus. El general iba acompañado de sus lictores y con ellos entraba en dicho templo para ofrecer al dios sus laureles de victoria. A continuación, se celebraba una gran fiesta costeada por el protagonista que solía ser bastante generoso, en la que participaba todo el pueblo.
Se representa en las monedas como el busto de un joven laureado con un trofeo.
TRIVMPVS. Busto laureado del Triunfo a dcha.; detrás trofeo. Denario del Triunviro monetario Lucius Papius Celsus (Familia Papia). Roma 45 a.C.
TRIVMP AVG en el exergo. La victoria de Roma sobre Judea y la destrucción de Jerusalén en 70 d.C. fueron conmemoradas por los Romanos de varios modos. Entre estos era el acuñamiento de numeroso oro, plata, y monedas de bronce que representan al emperador victorioso, con judíos vencidos y trofeo con las armas judías que habían caído en manos romanas después de la derrota. Aureo de Vespasiano. Lugdunum 70 d.C.