Hay varios problemas. Si vives en un pueblo o ciudad pequeña, los niños pueden ir a sus casas a comer y volver por la tarde, como hacíamos en nuestros tiempos juveniles; pero en las ciudades grandes, esto es imposible, se tarda demasiado tiempo, así que la solución sería que comieran en el colegio lo que supondría un gasto añadido para las familias y/o la administración educativa que no sabemos si estarían ambos en condiciones de asumir.
Otra cuestión es que de hecho, muchos niños dedican las tardes a actividades extraescolares o a acudir a academias en las que les dan lecciones de refuerzo, luego ya estarían con un horario partido de facto.