Hoy, en la celebración del día de la Tierra (maltratada) que nos soporta, os traigo esta moneda japonesa con una historia a propósito de esta celebración.
Aleación: níquel
Alineación: medalla
Peso: 5.5 g
Diámetro: 25 mm
Anverso: Flor de crisantemo en el centro. Arriba 五十円 (Japón). Abajo 日本国 (50 yen)
Reverso: 50 dentro de un cartucho en el centro. Arriba 昭和 (eṕoca del reinado Showa). Abajo fecha (año 31 : 1956)
Canto: estriado
Son innumerables las los daños que el ser humano a causado a la naturaleza a lo largo de la historia. No voy a hacer un recuento porque todos tenemos alguno en la cabeza, y sobretodos nos sobrevuela el actual cambio climático, por más que algunos quieran negarlo o quitarle importancia.
Ese daño se vuelve contra nosotros en alguna ocasión de modo muy directo, y eso es lo que ocurrió en 1956 en Japón.
Tres años antes se habían observado casos de una extraño padecimiento neuronal, de origen desconocido, en una ciudad de la i
sla de Kyushu.
El
21 de abril de 1956 una niña de 5 años de edad ingresó en el hospital de
Minamata. Fue, esa niña, el primer caso bien documentado de la
enfermedad de Minamata, y su aparición fue reconocida oficialmente el
1 de mayo, cuando había cuatro enfermos ingresados, entre ellos, la hermana de la primera enferma. Como curiosidad, en las casas donde habían enfermos, las mascotas presentaban también los mismos síntomas.
A finales de
1956 eran
54 casos reconocidos, con
17 fallecidos.
El hospital era de la principal fábrica de la ciudad: la
empresa química Chisso que se estableció a principios de siglo como productora de fertilizantes con el nombre de Nippon Nitrogen Fertilizer Corporation.
En los 50, comenzó a producir
acetaldehído y clorulo de vinilo. Para la síntesis del acetaldehído era necesario un compuesto mercurial como catalizador y, tras el proceso, los residuos sobrantes se vertían al mar, donde el mercurio sobrante había pasado a
metil mercurio: más tóxico y más fácilmente asimilable por los organismos vivos.
La empresa, en el punto de mira de las autoridades sanitarias, cambió el vertido de la bahía al mar abierto, pero la corriente del río los llevó a otros puntos de la costa donde empezaron a aparecer enfermos con idénticos síntomas. Ni las autoridades, ni la empresa Chisso, utilizaron este dato para contener la extensión de la enfermedad. No prohibieron ni la pesca ni el consumo de pescado, y obviaron el origen del metal.
La
Universidad de Kumamoto tras años de estudios denunció, el
22 de julio de 1959, las concentraciones de mercurio en la bahía. La empresa rechazó estas cifras sin mencionar que el mercurio fuera parte de sus vertidos, ni que en sus laboratorios se había reproducido los síntomas de la enfermedad en gatos alimentados con pescado y marisco de la bahía.
En
diciembre de 1959, Chisso firmó un acuerdo compensatorio con los pescadores que les prohibía cualquier otra reclamación en el futuro, y puso en marcha una depuradora que no servía para eliminar el mercurio.
En 1967 los investigadores consiguieron demostrar la presencia de metil mercurio en el proceso de síntesis de acetaldehído. Y
en 1968, el gobierno estableció que el metil mercurio vertido por Chisso era la causa de la enfermedad de Minamata. Habían pasado 12 años desde aquella primera victima. Aquel mismo año, 1968, Chisso dejó de producir acetaldehído en su factoría de Minamata. Se calcula que en los años de contaminación, Chisso vertió a la bahía de
70 a 150 toneladas de mercurio, incluyendo de
0.6 a 6 toneladas de metil mercurio.
En 1971 la justicia sentenció a Chisso como responsable de lo ocurrido.
En 2005, habían oficialmente
1775 pacientes de esta enfermedad inducida, y habían más de
3.000 a la espera de su reconocimiento. En
2010 eran
2.771 los reconocidos.
Hay más de
40.000 personas con síntomas más leves, que también reciben tratamiento médico.
En 2007 quedaban en Minamata
29.000 habitantes de los
50.000 que tenía al comenzar la crisis. La empresa se marchó dejando allí su veneno.
El
15 de octubre de 1997, la Bahía de Minamata se reabrió a la pesca.
El mercurio entra en las cadenas tróficas y termina acumulándose en los grandes depredadores marinos: atún, pez espada, tiburones y peces similares. Después nosotros los pescamos, y los comemos.