En esta ocasión os presento una moneda que creo es nueva por estos lares. Se trata de 3 kreuzer de Leopoldo I de Haubsburgo de 1686.
Aleación: plata
Alineación: medalla
Peso: 1.57 g
Diámetro: 20 mm
Ceca de Hall (Baden-Wurtemberg)
Anverso:Busto Leopoldo I mirando a la derecha. Alrededor LEOPOLDVS.D.G.R.I.S.A.G.H.B.R
Reverso:En el centro, bajo una corona real, el escudo de armas del rey desdoblado en dos. Alrededor 86.ARCHID.A: 3 D.B.CO.TY. 16
En
1526, en plena expansión del imperio otomano por Europa,
Luis II de Hungría y sus huestes fueron derrotados en la batalla de
Mohács por el ejercito del sultán Suleimán I, el “Magnífico”. Luis II murió en la batalla.
En
1529 y
1532 el sultán intento la conquista de
Viena a la que puso cerco, pero los ejércitos del emperador
Carlos V, al frente de los cuales estaba su hermano
Fernando I lo rechazaron.
Pero el conflicto interno entre reyes húngaros, que derivo tras aquella derrota en Mohács, hizo posible que en
1541 la ciudad de
Buda cayera definitivamente en poder del sultán.
El reino húngaro quedó dividido en tres: la parte occidental bajo el control de los Habsburgo; la región central ocupada por los turcos, y la oriental, conocida como Principado de Transilvania, era un mero títere en las manos de los turcos.
Durante
1683 los turcos intentaron por tercera vez la conquista de Viena, y nuevamente fueron rechazados por
Leopoldo I de Habsburgo (nieto de Felipe III), lo que supuso el punto de inflexión en la expansión turca en Europa y el inicio de un lento declive.
La alianza, entre los distintos reinos europeos para ir recuperando territorios en poder del Imperio Otomano, propició que se reuniera un ejercito de unos 75.000 hombres con el objetivo de expulsarlos definitivamente y recuperar el reino de Hungría.
En
1684 lograron poner cerco a la ciudad de Buda, pero los turcos, bien pertrechados y cobijados tras las murallas de la ciudad consiguieron resistir tras 109 días de asedio.
Pero fue en
1686 cuando las fuerzas de la Santa Liga, decididas a conquistarla, lograron su objetivo. Esta vez la insuperable presencia de los tercios españoles fue decisiva: apenas trescientos hombres, curtidos en mil batallas, enviados por
Carlos II.
El
24 de junio la artillería comenzó un incesante bombardeo las veinticuatro horas del día. Así durante más de un mes, donde la resistencia turca no se resintió nunca, pero sí la muralla en la que se abrió una gran brecha, y que día a día se iba agrandando.
Las posiciones artilleras iban cambiando según ordenaban los oficiales españoles, y el
22 de julio una bomba cayó en el polvorín de la ciudadela causando numerosas victimas entre los jenízaros defensores.
En la noche del
2 de septiembre, amparados por el denso humo de los incontables incendios de la ciudadela, se inició el último asalto a la fortaleza. En cabeza estaban los trescientos españoles (casi todos oficiales), que tenían el derecho a entrar los primeros por ser los más avezados y bragados para la acometida.
Manuel Diego López de Zúñiga, al mando de todos ellos, fue de los primeros en caer. Solo unos pocos salieron indemnes del asalto. Un grupo más numeroso cayó herido. La mayoría encontraron la muerte en Buda. Todos consiguieron dejar paso libre al resto de fuerzas que terminaron con los últimos resistentes de la ciudad.
Pest sería tomada una semana después.
145 años después fueron liberadas.
Aquella batalla cambió el rumbo del imperio otomano en el centro de Europa.
Los tercios españoles, la unidad de élite del ejercito, desaparecieron oficialmente el
28 de septiembre de 1704; 18 años y 18 días después, cuando la liberación de la ciudad cumplía la mayoría de edad.
Felipe V (el primer Borbón) los transformó en regimientos al modo francés. Pero esto queda para otra historia.
Un monumento de mármol, colocado en la muralla de la ciudad en 1934, recuerda agradecida el sacrificio de aquellos españoles por su liberación.