Buenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas
Hoy os muestro este nummus, que me llamó la atención por las marcas de emisión, que me recuerda al imperio enemigo persa....
PAÍS: Imperio Romano
EMPERADOR: Diocleciano
VALOR: Nummus
AÑO: 298 d C.
DIAMETRO: 29 mm.
PESO: 10,89 gr.
METAL: Bronce plateado.
CECA: Antioquía 5ª oficina
REFERENCIA: RIC VI Antioch 50a
RAREZA: C2 (Muy común)
ANV.: Busto laureado con coraza mirando a la derecha del emperador Diocleciano. Alrededor leyenda: IMP C DIOCLETIANVS PF AVG.
REV.: Genio estante mirando a la izq. con clámide sobre los hombros, con pátera en una mano y cornucopia en la otra. En el campo izquierdo 2 estrellas, una arriba y otra debajo y en el campo derecho, arriba creciente y debajo marca de oficina: E. En exergo: ANT (marca de ceca). Alrededor leyenda: GENIO POPVLI ROMANI.
Bajo Diocleciano, que subió al poder en 284 d C., la administración imperial fue profundamente reformada y reforzada en un esfuerzo por responder a las consecuencias de la Crisis del siglo III. Diocleciano decidió encargarse también de mantener la seguridad de las fronteras orientales del Imperio. En 287 inició negociaciones con Vahram II, que concluyeron en un tratado de no agresión en las fronteras. Sin embargo, esta solución sería solo provisional; en cuanto Diocleciano se hubo encargado de restablecer la paz en el interior del Imperio, reforzando la seguridad de las fronteras frente a los germanos y reprimiendo varios levantamientos locales, dirigió una vez más su atención hacia Persia. En 290 repuso en su trono al rey de Armenia Tirídates III, que había sido depuesto por los persas, con lo que entró en conflicto con los intereses de los sasánidas. Narsés, rey de Persia desde 293, reaccionó por fin ante las maniobras romanas y atacó en 296 de nuevo Armenia, como había visto hacer a su padre, Sapor I. Diocleciano, ocupado en reprimir una revuelta en Egipto, encomendó a Galerio, su césar, la misión de repeler el ataque persa. Galerio fue severamente derrotado por los persas en algún lugar entre Calínicos y Carras, en Mesopotamia, hacia el año 297 (hay controversias en cuanto a la cronología precisa del suceso).
Diocleciano marchó apresuradamente desde Egipto hacia Siria y, presumiblemente bastante disgustado por la derrota de su césar, obligó a Galerio, que vestía el manto púrpura, a correr una milla delante de su carruaje. En 298, o quizá en 299, los romanos tomaron de nuevo la ofensiva. Galerio invadió Armenia, donde el terreno no permitía el despliegue eficaz de los temibles jinetes de caballería pesada persas, en tanto que Diocleciano entraba en Mesopotamia. En la ciudad armenia de Satala, Narsés sufrió una seria derrota a manos de Galerio, quien lo atacó por sorpresa. Hasta el harén de Narsés cayó en poder de los romanos, con lo que el Gran Rey, preocupado por sus familiares, se vio obligado a pedir la paz. En la llamada Paz de Nisibis, en 298 (algunos autores aislados defienden la fecha de 299), se acordó en dicha localidad que los sasánidas cedieran cinco provincias al oeste del Tigris, así como el norte de Mesopotamia, con la ciudad de Nísibis, notable por su valor estratégico y económico, y que fue elegida como el único lugar en el que se permitiría el comercio entre las dos potencias.
La victoria de Diocleciano supuso para Roma la ganancia de un enorme prestigio. Por parte persa, algunos de los términos del tratado, como la entrega de Nísibis y, sobre todo, la ampliación del poder de Roma hasta la margen izquierda del Tigris, fueron percibidos como una humillación. El representante persa había afirmado ante Galerio que Persia y Roma eran los dos mayores potencias del mundo, y que no era necesario que cada una de ellas trabajara para la aniquilación de la otra. Por ello, los romanos no debían tentar la suerte. Galerio se enfureció y recordó la muerte en cautiverio del emperador Valeriano. Ya que, al fin y al cabo, el acuerdo contribuiría a atenuar las permanentes tiranteces entre ambas potencias, pudo olvidar la pasada afrenta. Algunos historiadores han calificado de moderadas las condiciones impuestas por los romanos, ya que en principio Galerio habría podido exigir más; sin embargo, esta apreciación no tiene en cuenta que el acuerdo fue considerado humillante por los persas. El comienzo de nuevos conflictos era solo cuestión de tiempo.