Estos cuatro maravedís póstumos de los Reyes Católicos ya fueron protagonistas de un hilo hace años. Entonces
@Iulianus82 me ayudó a "descifrarlo", cosa que le agradezco hoy nuevamente.
Quedó pendiente saber de los símbolos que hay sobre la R y la G que parecen tréboles. Si alguien sabe de ellos quedaría agradecido por la información.
Peso: 7'5 g
Diámetro: 30 mm
Metal: cobre
Acuñados en Granada.
R marca del ensayador: Alonso Rincón.
El
19 de octubre de 1505 con 53 años, Fernando II de Aragón (viudo desde hacía casi un año), se casó por poderes con
Germana de Foix de 18 años de edad, sobrina de
Luis XII de Francia.
El motivo fue mejorar los intereses de Fernando II sobre
Nápoles, ya que el rey francés cedía a su sobrina sus derechos sobre este reino. La condición era que si Germana no tenía descendencia masculina con Fernando, estos derechos revertirían a la corona francesa.
Así Fernando II tenía un margen razonable para hacerse con el control efectivo del reino napolitano sin temor de que Luis XII pudiera encontrar un buen momento para arrebatárselo. Por su parte, Luis XII también quedó satisfecho, ya que, si Fernando II tenía un hijo con Germana, la Corona de Aragón, Nápoles incluido, quedaría bajo la soberanía de un rey menor de edad bajo la tutela francesa. (sic)
La joven y encantadora Germana de Foix, educada en la liviandad de la corte francesa, se vio atrapada a sus 18 años en la austeridad castellanoaragonesa, y casada con un hombre de 54. La cosa no pintó bien desde el principio puesto que el rey Fernando tuvo que ocuparse en numerosas ocasiones de espantar las moscas que revoloteaban alrededor de la reina; el vicecanciller de Aragón
Antonio Agustín, e incluso el propio nieto (el futuro emperador
Carlos I), entre otros. Un sinvivir que queda para otro capítulo.
El esfuerzo tuvo su premio con el nacimiento del infante
Juan en 1509, pero solo sobrevivió unas horas. Con el paso de los años el deseo de cumplir con el sueño de un heredero para Aragón, en detrimento de la legítima pero indispuesta
Juana, se fue disipando. Su salud empeoraba hasta el punto de que en 1515 sufrió una hemiplejia que le deformó el rostro. En estas circunstancias se hacía imperioso el uso de algún producto que permitiese al monarca conseguir el ansiado vástago.
Fue cuando empieza a hacer uso de los más diversos afrodisíacos. El
potaje crudo, una pócima a base de triturado de testículos de toro, hígado, sesos de cordero y otras sustancias de dudosa efectividad.
Pero al parecer hubo uno que destacó entre el resto: la
cantárida medicinal, o mosca española. Un coleóptero cuyas propiedades ya había descrito
Hipócrates, y que se utilizó en medicina hasta principios del siglo XX. Poseía propiedades diuréticas, vesicantes y contra la alopecia; aunque la más importante era que, tomada en pequeñas dosis provocaba
priapismo, y su exceso la muerte.
Nuestro rey murió el
23 de enero de 1516 y nunca sabremos si victima de la enfermedad, o por exceso de polvo de las cantáridas que revoloteaban por el tálamo nupcial.
Lo que si es cierto es el dicho: “la jodienda no tiene enmienda”