Pues dicho y hecho, esta mañana nos hemos pasado a verla, y lo cierto es que merece la pena, aunque ha habido algún inconveniente.
Lo primero es que si vais, es mejor que reservéis la entrada porque si no os podéis quedar fuera y haberos pegado el viaje para nada.
Nosotros íbamos sin reserva y delante de nosotros un matrimonio también sin cita al que le piden el número de DNI y el tio ha montado una diciendo que no pueden pedírselo, que la protección de datos, etc, etc. La verdad es que la gente que está allí ponen muy buena voluntad, pero están aún verdecillos. Al final los han dejado pasar solamente dando su nombre de pila y nosotros, pues ya puestos, lo mismo.
Bueno, como ya se veía en las fotos, han tenido los santos c...s de hacer un edificio de viviendas encima. Me cuenta una de las vigilantes que se sabía de antiguo que ahí había algo, pero que al iniciar los cimientos del edificio, salen los restos, los declaran y llegan al acuerdo con la constructora de dejarlos debajo de la casa. Yo no sé hasta qué punto ha podido ser rentable el tema, porque nada más que los zunchos para sostener las viviendas sin meter ni un pilar en medio han debido costar un riñón.
Por cierto, la entrada es gratuita.
Hay unas cuantas vitrinas con algunas piezas, aunque no muchas, y solamente una cabeza, que tenga mérito.
Hay vídeos, hologramas y una mesa en la que aprietas un botón y te sale airecillo con olor a garum (asquerosillo, por cierto).
Y ahí van unas foticos que son imprescindible:
Lo que os decía, que la entrada parece un Mercadona.
Ya sabéis, cuando se os ponga a tiro, a id a verla.
Salud.