Os presento esta conocida moneda que mantienen el mismo diseño, en todos los valores, desde 1863 hasta 1917, con algunas variantes. Desde 1918 solo se acuñarían monedas de 1/2 y 1 sol en plata, pero con una pureza de solo 500 milésimas.
Metal: plata 0.900 ml
Alineación: moneda
Peso: 2.3 gr
Diámetro: 17.8 mm
Leyenda:
Anverso Al rededor REPUB:PERUANA LIMA 9 D:FINO JF
En el centro escudo de la República de Perú
Reverso Alrededor FIRME Y FELIZ POR LA UNION.
En el centro imagen idealizada de la República con escudo representando el Sol y un altar de la patria con laurel y banda . Debajo de ésta el valor: UN DINo (un dinero)
Canto: estriado
Aprovecho la moneda y esta fecha para comentaros un hecho desconocido hasta hace poco, incluso por los mismos peruanos , y que en los últimos años empieza a ser corregido y reconocido.
A principios del año 1902 Agustín Lizárraga, agricultor de
Mollepata (un pueblo a mitad de camino entre
Cuzco y Abancay), buscando mejorar su economía decidió arrendar unas tierras cercanas a
Aguascalientes. El terreno era una colina boscosa rodeada por el río
Vilcanota, o Urubamba, en una especie de meandro estructural. A lo largo de semanas estuvo buscando los mejores sitios para cultivar. En una de estas visitas, el
14 de julio de 1902, acompañado por Enrique Palma Ruiz, administrador de una de las haciendas de la zona, Gabino Sánchez, el mayoral de esta, y Toribio Recharte, un peón de su confianza, descubrió una serie de terrazas de cultivo abandonadas desde muchísimos años, que estaban desaparecidas entre la exuberante vegetación. En la parte superior de aquellas terrazas halló los restos de unas antiguas construcciones que pronto intuyó importantes y pertenecientes a alguna de las varias culturas que se dieron por estas tierras andinas. Sabedor de que aquel descubrimiento era importante decidió escribir con carboncillo en el interior de uno de los muros (en el hueco de la ventana de la derecha de lo que hoy se conoce como Templo de las Tres Ventanas) su nombre y la fecha de la visita
: A. Lizárraga 1902.Aquél descubrimiento pronto fue difundido entre familiares, amigos y conocidos, hasta el punto de que en
1904 Lizárraga organizó para familiares y amigos una visita. No tuvo mayor trascendencia puesto que por la abundancia de restos arqueológicos en todo el departamento de Cuzco, las autoridades la creyeron uno más de tantos vestigios arquelógicos.
Allí, en aquellas ruinas maravillosas, Agustín Lizárraga instaló a dos familias para que cultivaran las centenarias terrazas (andenes las llaman en Perú), y esas mismas dos familias son las que encontró trabajando quien luego se arrogaría el honor de llamarse descubridor de
Machu Picchu, nueve años después.
Seguramente, en su periplo buscando ruinas por las montañas peruanas, conoció de boca de los lugareños la existencia de este sitio y, después de su visita, lo dio por descubierto el
24 de julio de 1911 Hiram Bingham, nueve años y diez días después de que lo hiciera Lizárraga.
Aquel descubrimiento le dio fama, prestigio y dinero. También le proporcionó una corta carrera política que lo llevó a ser vicegobernador de Connecticut en 1922 y senador hasta 1933, pero no fue reelegido porque el senado lo censuró por tener relación con un lobby de presión.
La suerte fue su aliada en aquel momento, puesto que quien podía rebatirle la gloria de su descubrimiento murió ahogado en el río Urubamba en febrero 1912 (su cuerpo jamás fue hallado).
Ese mismo año se empezó la recuperación de las ruinas y, con la excusa de preservar el lugar, Bingham mandó borrar la inscripción. Se llevó a la universidad de Yale
46.332 piezas arqueológicas incas recuperadas de las ruinas, propiedad del Perú, de las que apenas se han devuelto 300. Lo normal para estos saqueadores del patrimonio ajeno.
Pero la historia pone a cada cual en su sitio y la confirmación de que Agustín Lizárraga fue la primera persona que paseó por las calles de Machu Picchu (ahora parece que el nombre real es
Huayna Picchu) vino del propio hijo de Bingham (Alfred) que en
1989, en un alarde de honradez, en su libro “Retrato de un Explorador”, desvelaba una frase que su padre había escrito en su diario de viaje, pero que “olvidó” rebelar tras su descubrimiento: “
Agustín Lizárraga es el descubridor del Machu Picchu. Él vive en el puente de San Miguel” (sic), había escrito en los papeles.
En una de las múltiples fotos que se hicieron en el lugar aparece una en la que se puede ver claramente el nombre y la fecha que su auténtico descubridor escribió.
Queda pendiente, como dicen sus familiares, el reconocimiento y ver una placa colgada a la entrada de las ruinas de la ciudad.
Sirva este humilde comentario como reconocimiento a su descubridor.