Valeriano I con Galineo y Valeriano II (Cesar) 253-260
21mm; 9.46gr. Bhhynia. Nikaia 256-258
a:/Busto Radiado, drapeado y corazado de Valeriano I derecha, mirando de frente a Galieno. En medio Valeriano II AYT OYAΛEPIANOC ΓAΛΛIHNOC OYAΛEPIANOC KAIC CEBB
r:/ 3 urnas agonísticas sobre base, la central con dos palmas, el resto con una. MEΓICTΩN APICTΩN NIKAIEΩN
RG 823; SNG COP 537; SNG VON AUL 721
como:
https://www.acsearch.info/search.html?id=309077Esta moneda forma parte de una interesante serie que enfatiza el tema del tres siguiendo la coronación de Valeriano II (Nicomedia emitió una acuñación paralela con tres bustos en el anverso y varios diseños en el reverso con tres emblemas cívicos).
El anverso se buscó de forma cuidadosa para remarcar la jerarquía de la familia, con Valeriano I, el mayor de los Augusti, en un lugar de honor a la izquierda y su nieto Valeriano II, como un joven heredero, que se muestra en forma diminuta. Se ha conservado un medallón aparentemente único de este tipo (Weiser pl. 27, 5-6 = Triton XI, lote 469 [Colección Wagner] = Colección Mabbot 1164) y probablemente fue acuñado para revisión y aprobación del diseño antes de la emisión de las esquinas En la pieza de prueba, sin embargo, el tema de los tres fue llevado demasiado lejos y la leyenda del anverso termina CE BBB, nombrando así incorrectamente a las tres figuras Σεβαστοί. Esto se siguió haciendo en algunas de las monedas emitidas (Weiser 262; SNG von Aulock 7083) antes de corregirse a CE BB como en esta pieza.
Valeriano nombró a su hijo Galieno colega. Al principio de su reinado las cosas en Europa iban de mal en peor, y todo el Occidente entró en un auténtico caos. En Oriente, Antioquía cayó en manos de los persas y Armenia fue ocupada por Sapor I. Valeriano y Galieno encararon los problemas del imperio entre los dos, ocupándose el hijo de Occidente y dirigiéndose el padre a Oriente para solucionar el conflicto con los persas. En el 253 sucedió la primera gran invasión de bárbaros en la Galia, región que no pudo ser bien defendida debido a que Valeriano se había llevado los ejércitos apostados ahí a Italia para proteger su recién adquirido trono. Evacuó entonces tropas de los ríos Rin y Danubio, siendo que los alamanes atravesaron el primer río, cerca de Mannheim y llegaron hasta el Palatinado y Renania. Los francos por su parte también entraron en el territorio romano y alcanzaron Metz, Reims y París.2 Sería su hijo Galieno, poco después, quien recuperase las Galias de estas invasiones.
Pero en 259 se presentó una nueva invasión de los alamanes y los francos. El nieto del emperador, Salonino, era el comandante que defendía ahora el Rin. Esta vez los bárbaros llegaron hasta Hispania y saquearon Tarragona. Por esas fechas, un general romano de origen galo, Póstumo, sitió al ejército de Salonino derrotándolo y capturando al general, a quien después dio muerte. Póstumo estableció un estado independiente, el Imperio Galo, que duró hasta el 274 d.C., año en que el emperador Aureliano lo reconquistó.
Ahora que viene Semana Santa, Valeriano es conocido por proclamar un edicto de persecución en el que prohibía el culto cristiano y las asambleas, confiscando los cementerios donde a menudo se reunían. Las motivaciones de Valeriano, alegadas por su ministro de finanzas Macriano, eran hasta entonces inéditas: intentó subsanar en parte el déficit estatal con los bienes de los cristianos. En el Edicto de agosto de 257, «prohibió el culto cristiano, obligando al clero a sacrificar a los dioses so pena de destierro» (Actas de Cipriano). Un año más tarde (agosto de 258), un Senado consulto amplió el edicto al prescribir:
«[...] Los obispos, presbíteros y diáconos deben ser inmediatamente ejecutados; los senadores, nobles y caballeros, perdida su dignidad, deben ser privados de sus bienes, y si aun así continúan siendo cristianos, sufran la pena capital. Las matronas, despojadas de sus bienes, sean desterradas. Los cesarianos [libertos del césar] que antes o ahora hayan profesado la fe, confiscados sus bienes, y con el registro [marca de metal] al cuello, sean enviados a servir a los dominios estatales.»
Fruto del edicto fueron martirizados en Roma los Papas Esteban I (254-257) y Sixto II (257-258), sus diáconos Agapito, y el popular San Lorenzo. Resultado del ambiente reinante, también fue muerto el niño Tarsicio, llamado desde entonces «el mártir de la Eucaristía». Donde los cristianos más sufrieron la persecución fue en el norte de África, ejemplificada con la decapitación del obispo Cipriano de Cartago, referente indiscutido.
Alrededor de 257 Valeriano recuperó Antioquía y la provincia de Siria, pero al año siguiente los godos saquearon Asia Menor. Al final de 259 se trasladó a Edesa, pero una epidemia diezmó sus tropas, debilitando las posiciones romanas. Por circunstancias que se ignoran, aunque posiblemente fue traicionado por su prefecto pretoriano Macriano el Viejo, fue hecho prisionero por los persas, sin que llegase a firmar la paz con Sapor I. Se cree que fue cruelmente ultrajado, al ser obligado a tragar oro fundido, y posteriormente ejecutado. Fue el primer emperador que cayó prisionero del enemigo. Con su piel los persas hicieron un trofeo que mostraban en su templo principal. A pesar de varios intentos de usurpación, Galieno se aseguró el trono hasta su asesinato en 268.