Sobre los íberosDenominamos íberos a una comunidad de pueblos extendidos por Andalucía oriental, mitad oriental de la Meseta meridional, Levante, Valle del Ebro, Cataluña y sureste de Francia que comparten misma lengua y cultura a lo largo de la segunda mitad del primer milenio a.C.
Dicho esto, el mundo ibérico clásico se presenta dividido en tres grandes grupos étnicos que manifiestan a su vez tres grados diferentes de iberismo: el grupo mastieno (contestanos, bastetanos y oretanos) en el sureste hasta el Júcar; el grupo eisdete-ilaraugete (edetanos, sedetanos, ilergetes e ilergavones) junto a los cossetanos en el Levante, sur de Cataluña y Aragón oriental en torno al Ebro; y el grupo misgete (bergistanos, lacetanos, laietanos, ausetanos, indiketes, sordones, elisices...) en el centro-norte de Cataluña y el sur de Francia.
I ― ÍBEROS EN LAS FUENTES CLÁSICASLos textos más antiguos, correspondientes a un tiempo de gran desconocimiento geográfico, nos sitúan al pueblo de los íberos en un territorio limitado en torno a la actual provincia de Huelva (fig. 1 y 2). En este sentido Herodoros de Herakleia, en referencia al antiguo IBER potamos (el río Tinto o el Odiel), cita como íberos a los viejos pueblos tartessios de CYNETES, GLETES, TARTESSIOS, ELBYSINIOS y MASTIENOS. Por su parte Asklepíades de Myrlea nos informa que los IGLETES del occidente del mencionado río Iber habitaban una región denominada IBERIA (fig.2), y algo parecido se atribuye a Ephoros (en el Pseudo Scymno de Quíos) situando a los íberos en el occidente inmediato de los tartessios.
Nos ofrecen así datos discrepantes con la visión clásica del territorio de los íberos, sin embargo
para este pueblo en ese tiempo podrían reflejar el fenómeno de la formación del mundo ibérico dentro del tartésico, donde una visión costera de este último induciría a situar aquella otra realidad del iberismo a su inmediato interior. Por igual podemos distinguir en esa inclinación “occidental” íbera una confusión surgida de la antigua identificación griega de HESPERIA con IBERIA, cuando a falta de mayor conocimiento geográfico situarían a este pueblo íbero en el extremo occidente, como ya les indicaba el propio nombre (Hesperia: país de occidente).
Ya será Hecateo de Mileto (en Esteban de Bizancio), autor que escribe hacia el 500 a.C., quien mencione propiamente como íberos a los EISDETES, ILARAUGETES y MISGETES asentados en la parte septentrional del territorio clásico ibérico: la costa mediterránea entre los ríos Júcar y Ródano, donde limitaban al norte con LIGURES y con CELTAS galos y al sur con los MASTIENOS (pueblo al que considera todavía tartessio aunque en ese tiempo era el propio
foco nuclear de la cultura ibérica). En líneas generales Herodoto opinará eso mismo. Y Esquilo, un siglo más tarde, aún sitúa discurriendo al Ródano entre los íberos.
1 y 2 ― Mapa y sección, fuentes clásicas VII/V a.C. (BD Hispania Antigua, J.R. Jiménez) Por otro lado, para Tucídides y Philistos los SIKANOS pobladores de Sicilia eran íberos originarios de la región del SIKANOS potamos (SOUKRON fl., río Júcar), donde se señala un pueblo y una ciudad del mismo nombre (SIKANI y SICANA). Reforzaría esta impresión el hecho de tener constancia, tanto en Sicilia como en Cerdeña, de manifestaciones epigráficas en caracteres ibéricos.
Y para alimentar un poco más nuestra confusión sobre los íberos, los autores clásicos griegos aludirán a dos pueblos homónimos aunque alejados: los íberos hispanos y los íberos del Cáucaso, pobladores estos de una Iberia situada en la actual Georgia. Sobre aquellos íberos de oriente se han vertido aventuradas impresiones etnográficas que les consideran a su vez emigrados de la península ibérica en época remota; hipótesis, todavía no resueltas, que surgieron ceñidas a la documentada expansión por toda Europa del pueblo portador de la metalurgia del cobre y del campaniforme, de probable origen hispano meridional. Como curiosidad apuntamos que junto a estos íberos de Georgia se señala a un pueblo denominado
kenoico, etnónimo parejo al de nuestros
kynetes afincados en un solar prehistórico que se disputa (junto al de los protoíberos argáricos) la cuna arqueológica de aquella difusión campaniforme: el extremo suroccidental de la península.
En tiempo ya histórico los autores antiguos atribuyen, más certeramente, la condición de íberos a un buen número de pueblos peninsulares. Así los pueblos históricos considerados íberos serían los ORETANOS, BASTETANOS, BASTULOS, CONTESTANOS, MASTIENOS, EDETANOS, SEDETANOS, ILERGETES, ILERGAVONES, COSSETANOS, AUSETANOS, LAEETANOS, LACETANOS, INDIGETES, CERETANOS, BERGISTANOS, SORDOUS, AIRENOSIOS, ANDOSINOS, IACCETANOS y ELISICES (Narbona); entre los que debemos incluir a los viejos pueblos tartessios de TURDULOS, TURDETANOS y CYNETES (o CONIOS), que resultarían finalmente iberizados aunque conservando notables diferencias culturales.
Y hasta aquí la información que ofrecen los textos clásicos. Merced a ellos podemos apreciar cómo el conocimiento y localización geográfica de los pueblos íberos se fue paulatinamente ajustando a la imagen que hoy tenemos sobre aquellos.
II ― VISIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICAII .1 ― El origen de los íberosLas ciencias históricas aprecian comunidad étnica y cultural entre las gentes asentadas desde el eneolítico en Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, bajo Aragón y el Ebro hasta Rioja; territorios ya ocupados a inicios del primer milenio a.C. por pueblos herederos de la cultura de El Argar (fig. 4), los meridionales, y de la denominada cultura del Bronce Valenciano (fig. 3) los septentrionales (cultura de cronología y características similares extendida por Levante y parte del sistema Ibérico); sin olvidar las influencias de una tercera cultura coetánea situada al norte del Segura y hacia el interior: el Bronce Manchego o “Cultura de las Motillas” (fig. 5), de la que a su vez serían herederos otros pueblos íberos (oretanos) o iberizados (carpetanos).
3 ― Bronce Levantino, Tesoro de Villena (contestania.com, CC BY-SA 3.0,)
4 ― Bronce de El Argar, poblado La Almoloya de Pliego (lasnuevemusas.com)
5 ― Bronce Manchego, la Motilla de Azuer (castillalamanchafilm.com)De esas dos vertientes, septentrional y meridional, los pueblos procedentes de la primera se verían débilmente afectados durante la transición del Bronce al Hierro por la cultura de los Campos de Urnas, en tanto los meridionales quedaban incluidos en el territorio de TARTESSOS formando el pueblo tartessio de los MASTIENOS, conforme indican los textos y evidencian los registros arqueológicos.
A partir de aquí los meridionales (entre los que surgirá la cultura ibérica) se ven fuertemente afectados como el resto de tartessios por los contactos que mantuvieron los fenicios con sus costas (IX/VI a.C.), alcanzando acusado desarrollo desde el VII a.C. en tiempo orientalizante tartessio: estructuración territorial en torno a grandes núcleos, sociedad de clases, monarcas sacralizados, adopción del hierro, urbanismo, torno cerámico, escritura... que da paso en el sureste y alta Andalucía al denominado
Período Formativo Ibérico (Tartésico Final, Orientalizante Final o Protoibérico), con una cronología que cubre las dos terceras partes del siglo VI a.C.
II .2 ― Período Formativo IbéricoLa cultura ibérica propiamente dicha arranca en el sureste finalizando el Período Orientalizante Tartésico, cuando Tartessos comienza a perder control sobre aquellos vastos territorios y su vieja unidad cultural se fractura en tres facies diferenciadas: conservadurismo preorientalizante en el propio núcleo tartessio, indoeuropeización en sus territorios a occidente e iberización entre los mastienos del oriente.
II.2.a) ― Período Formativo, protoíberos meridionalesAhora, merced al paulatino traslado del foco minero desde el entorno onubense a la zona de Cástulo y el sureste, el territorio costero de los tartessios MASTIENOS verá potenciarse los contactos coloniales en numerosos puntos de sus costas. Los nuevos socios mediterráneos, fenopúnicos y griegos, ya no son ahora aquellas gentes de cultura fenicia sino que forman parte de una misma κοινή cultural helénica extendida por el mediterráneo, de modo que todos producen y comercian las mismas piezas; de ahí que en esta etapa resulte difícil adscribir los registros arqueológicos.
Esta nueva estética comenzará a desplazar a la anterior de tipo orientalizante e irá progresivamente particularizando al mundo protoibérico del sureste en las formas y en la ideología. Incineración, autonomía polinuclear, cerámica (fig.6), estatuaria heroica, idioma, alfabeto... ya asentados en la costa mastiena se irán abriendo paso hacia el oeste iberizando a los viejos territorios mastienos de interior y avanzando hasta entrar en colisión, en la campiña de Jaén, con otros grupos tartessios que opondrán férrea resistencia (para este tiempo y zona probablemente los ETMANEOS). Así el iberismo se verá aquí frenado por otro pueblo tartessio de carácter conservador y orientado a la ocupación agrícola del territorio, pueblo cuya oposición a este avance protoibérico de los mastienos provocará la formación de una frontera de contención mutua que evidencia, junto al abandono de numerosos asentamientos agrícolas en llano, el establecimiento de una fuerte línea defensiva con torres de vigilancia (génesis de las denominadas turris annibalis) que a la postre se constituye en frontera cultural entre íberos y tartessios.
II.2.b) ― Período Formativo, protoíberos septentrionalesEstas fechas, sobre todo las antiguas, se han de retrasar para los protoíberos septentrionales (eisdetes, ilaraugetes y cossetanos), que continúan por más tiempo integrando sociedades rurales dirigidas por clases guerreras (salvo ciertos puntos bien focalizados en la costa: EMPORION, KESSE, ARSE... que se constituirán en nichos culturales para un próximo desarrollo).
6 ―Crátera de Los Nietos, Cartagena (Nanosanchez - Trabajo propio, Dominio público, commons.wikimedia.org) II.2.c) ― Iberización mediante dos diferentes impulsos formativosVemos que se fue dibujando entre estos protoíberos una cultura particularizada en dos vertientes, dos nichos propulsores desde los que irá progresivamente alcanzando al resto de los territorios clásicos ibéricos.
Oretanos, contestanos y bastetanos experimentan en el sureste y hasta el Júcar un temprano desarrollo ibérico-cultural mediante el impulso del foco meridional: la costa mastiena, que apoyada en su reserva mineral se ha visto enriquecida a través de sus contactos comerciales con fenopúnicos y griegos.
Por su parte el área septentrional verá surgir en sus viejos territorios del Levante, el Ebro y el sur de Cataluña una incipiente cultura que ya provee de identidad ibérica a los protoíberos eisdetes (edetanos y sedetanos), ilaraugetes (ilergetes e ilergavones) y cossetanos.
II .3 ― Período Ibérico AntiguoDesde finales del VI y durante todo el V a.C. se va consolidando la cultura ibérica. Se trata del denominado
Período Ibérico Antiguo, cuando se verifica la difusión del
oppidum planificado con autonomía política, de las aristocracias “heroicas”, de los enterramientos en necrópolis tumulares (con túmulos de planta cuadrada superados, sobre todo en las meridionales, por arquitectura y estatuaria asociadas), del rito de la cremación, de la génesis de las eponimias (proceso documentado en la fundación “heroica” de pueblos y ciudades del Mediterráneo antiguo: Azán-Azania, Pelops-Peloponeso, Norax-Nora, Rómulo-Roma… presente asimismo entre los íberos: Edecon-Edeta-edetanos, Cerdubeles-Corduba, ?-Ausa-ausetanos, ?-Seteis-sedetanos, ?-Ilerda-ilergetes, ?-Kese-cesetanos...). Este fenómeno actuará como rasgo distintivo ibérico frente a pueblos del área indoeuropea, donde de darse la eponimia remontaría a deidades (LUGH: Lucus, Lugisonis, luggoni, lougei… quizá TREBARUNE: Trebia, Contrebia, artabri…); cuando no a identidades totémicas arcaicas como en el caso de los SAEFES (la serpiente), los EBURONES (el tejo), los QUERQUERNI (el roble)…
II .3 .a) ― Sociedad y religión En este Período Antiguo los íberos meridionales habitan núcleos apostados en alto, fuertes y dotados con defensas,
oppida equidistantes y autónomos encerrados en sí mismos y dirigidos por aristócratas heroicos: padres “fundadores” de la comunidad que residen en
regiae emplazadas en la acrópolis del
oppidum y en cuyo interior se encuentra el mismo santuario.
Estos
reges guerreros sustituyen a los viejos “sátrapas” orientalizantes con tendencia a la monarquía divina, derivando en este tiempo a una aristocracia sustentada en ideología de tipo heroico que la hace descendiente de divinidades (ideología vigente en otras zonas del Mediterráneo), por lo que en consonancia se sustituyen los antiguos dioses tipo Smiting gods por dioses-héroe como Melqart o Herakles (fig.
, que pasan así a ser los protectores de estas dinastías guerreras y por extensión de su comunidad. También la Ashtart fenicio-tartessia se verá relegada por las “damas” ibéricas y las divinidades poliadas protectoras del
oppidum. Las deidades reciben ahora culto en recintos denominados “santuarios urbanos”, de carácter restringido y dinástico, y situados en la propia residencia del dinasta, la
regia.
Es el caso de los santuarios de Montemolín, Acebuchal, La Quéjola, el Oral… y aun de otros que provienen de un tiempo tartésico anterior: CAURA, CASTULO, CARMO... ahora reconvertidos a la nueva realidad. También aparece en este tiempo el primer santuario ibérico de tipo
templum: el recinto sacro de La Alcudia, de inspiración “semítica”.
Entre los iberos septentrionales se desarrolla entonces una nueva modalidad de santuario urbano, los denominados “santuarios de tipo gentilicio”. Son recintos rectangulares emplazados en el
oppidum y provistos de un hogar y ara sacrificial, donde rendirán culto los miembros de la
gens dominante. Así en Tossal Redo de Calaceite, en la Moleta del Remei (con dudas), en Riello, en Ullastret...
8 y 9 – Melqart, moneda del MAN (lavanguardia.com) y templum de La Alcudia (urbipedia.org)II. 3 .b) ― Rito funerarioEl rito funerario generalizado entre los íberos será la incineración, a la que se atribuyen dos dispares procedencias: la orientalizante tartésica en la zona meridional y la indoeuropea de Campos de Urnas en la septentrional.
Los pueblos del Levante y del Ebro practicaban además inhumaciones de niños pequeños dentro de las mismas viviendas; rasgo interpretado en relación a la no consideración de “persona” hasta cierta edad y la consecuente carencia del derecho a rito funerario y al propio camposanto (como el caso de los no bautizados cristianos que debían quedar “depositados” en el limbo). A esta práctica se le atribuyen asimismo dos posibles procedencias culturales: fenicia y “Soto de la Medinilla”.
Sobre estas premisas generales el registro funerario mejor conocido y más espectacular es el correspondiente a la zona meridional ibérica, rasgo que ilustra igualmente y en el mismo sentido que los santuarios-
regia sobre el carácter ideológico-cultural de estos íberos del Período Antiguo: es el tiempo de los grandes monumentos y de los pilares-estela sobre túmulos funerarios de carácter exclusivo, grandes sepulturas que cubrían los restos de aquellos
reges heroicos.
II .3 .c) ― Manifestaciones culturales y artísticasSi bien la escritura ibérica quedaría ya formada finalizando este Período Antiguo, la principal manifestación cultural del mismo se muestra en su despliegue arquitectónico de ámbito funerario y en su elaborada producción de estatuaria.
Las construcciones funerarias se ajustan a dos tipos principales: el monumento de tipo turriforme y el pilar-estela. Entre las primeras la más célebre es el monumento turriforme de Pozo Moro, obra de factura anterior y reutilizada a la que se atribuye estética “neohitita”; y con este aquel que soportara a la Bicha de Balazote. Entre los pilares-estela contamos con el toro de Monforte del Cid, la sirena de Corral de Saus y el león de Los Nietos, aunque probablemente también formarían parte de algún pilar-estela la esfinge de Agost (fig.11) y la estatuaria de Hoyagonzalo.
11 - Esfinge de Agost (MAN, Madrid)Por su parte el mencionado desarrollo de la estatuaria heroica se nos presenta como el mejor exponente de la cultura ibérica. Se trata de piezas escultóricas de bulto redondo, fundamentalmente animalísticas y heroicas, que representan escenas realistas de héroes y hazañas (
herôon) con profusa imaginería guerrera y ecuestre acompañada de panoplias, víctimas, animales míticos... Sobre esta espléndida estatuaria acorde a la nueva ideología heroica del período contamos, además de las piezas integradas en los citados monumentos funerarios, con los soberbios conjuntos de representación heroica y agonística del Cerrillo Blanco de Porcuna (fig.12), de ILICI y de El Pajarillo de Huelma (fig.13), además de variadas piezas sueltas.
12 y 13 – Escena de lucha, Obulco, (Celtiberia.net) y escultura de El Pajarillo (A. M. Felicísimo, CC BY 2.II .3 .d) ― Arqueología del territorioSerá en este tiempo antiguo cuando se consolide la fractura del foco ibérico con el antiguo núcleo tartésico. Dicha fractura es detectable en aquella mencionada frontera (Andújar―Obulco―Subbéticas―sur de Baena) entre los nuevos íberos mastienos y los tartessios etmaneos; frontera que continuará actuando como un
limes entre íberos y turdetanos ocasionando la futura peculiaridad turdetana dentro de la cultura ibérica. Esta línea divisoria lo será a su vez entre los signarios tartésico e ibérico, entre los monumentos turriformes y la ausencia de estos, entre las necrópolis ibéricas y el desconocimiento de las mismas en la turdetania, entre registros cerámicos de ambos…
De otra parte y finalizando este período los íberos septentrionales protagonizan una amplia expansión territorial en dos direcciones: hacia el interior por la línea del Ebro y hacia el norte de Cataluña y el sur de Francia. Ambas expansiones irán iberizando progresivamente los territorios celtíberos orientales, al oeste, y al norte los territorios
misgetes.
Sobre estos últimos la etnografía sitúa, finalizando el VI a.C. y en probable reacción a los asentamientos indoeuropeos de los Campos de Urnas, a grupos íberos avanzando a su vez por el norte de Cataluña y alcanzando al denominado reino
Urnenfelder de Narbona – Rosellón – alto Ródano - Aquitania; territorios donde extenderán su lengua y su cultura y sobre los que resulta revelador el nombre que Hecateo de Mileto atribuye a sus pobladores: íberos
misgetes (“mezclados”). Avieno (Ora Maritima) establece por su parte el límite de estos pueblos íberos en el
Oranus (río Lez, en Montpellier), donde indica que confinaban con los LIGURES.
II .4 ― Período Ibérico PlenoLa cultura ibérica quedará definida en el Período Ibérico Pleno (fin del V al III a.C.), tiempo en que las férreas estructuras sociales e ideológicas establecidas por la vieja aristocracia heroica pierden su control sobre la sociedad. Emerge así toda una clase superior guerrera que hará suyos, por condición, tanto a héroes fundadores como a los dioses-héroe, conforme indican sus rituales funerarios y las propias sepulturas.
Las tumbas abandonan aquella antigua monumentalidad de los dinastas evidenciando un incremento de individuos con derecho a funeral. Son sepulturas que aún delatan carácter “aristocrático” guardando ricos ajuares donde abundan las armas (fig.14) y situando en torno a cada
princeps las tumbas de sus clientes en orden de importancia: a medida que se alejan se empobrecen sus ajuares.
14 - Falcata de Los Collados, Almedinilla, Córdoba. M.A.N. (es.wikipedia.org) Los santuarios meridionales continúan insertos en
regiae: Alhonoz, el Amarejo, Torreparedones (fig. 15), Escuera, Cerro de las Cabezas... aunque ahora se caracterizan por la presencia de espacios mayores capaces de acoger “también” a las clientelas principales del dinasta. Y comienzan a aparecer los santuarios rurales ibéricos: Cigarralejo, Cerro de los Santos, Llano de la Consolación, Collado de los Jardines...
En la zona septentrional se multiplican los santuarios de carácter gentilicio como El Cerrón, Alto Chacón, Molí d’Espígol, Alorda Park, Burriac... y será en este período cuando se levante en SAGUNTUM el primer
templum urbano de tipo clásico: el Artemisión; así como los
templa de Campello, Ullastret (fig.16) y Castell de Fosca. También aparecen los santuarios de tipo popular denominados “santuarios-cueva”, como Cerro Hueco, Mancebones, Cueva Negra, Brouel, les Meravelles…
15 y 16 - Santuario de Torreparedones, Baena, y templo de UllastretLa iconografía mítica se ajusta ahora a la realidad del entorno ibérico (p.e. aparece el lobo como animal apotropaico, también el armamento, vestidura, adornos…), y se representan con carácter más humano las deidades femeninas de la vida, la muerte y la fecundidad: las “damas ibéricas” (fig.17 y 18) descendientes de las diosas-madre mediterráneas que fueron transformadas en tiempo orientalizante en ASHTART e irán revistiendo nuevas advocaciones coloniales: Tanit-Juno-Caelestis, Artemis-Diana...
17 y 18 - Descubrimiento Dama de Baza (El Correo de Andalucía) y Dama de Cabezo Lucero (MARQ Alicante)II .5 ― Período Ibérico FinalEl Ibérico Final (III a I a.C.) recoge la tendencia “igualitaria” del Período Ibérico Pleno caracterizándose ahora por una acusada “democratización”, proceso que en los
oppida alcanza tanto al ámbito social como al mundo religioso e ideológico-cultural.
II .5 .a) ― Ciudadanía ibéricaDesaparecen los santuarios “dinásticos” levantándose ahora otros con independencia de las
regiae y capaces de acoger a un público aún más mayoritario: los ciudadanos del
oppidum. Serán los santuarios de la ciudadanía, recintos en los que rendir un culto público a sus divinidades poliadas y a sus héroes fundadores, en ambos casos en su condición de protectores del oppidum y patrimonio común de sus ciudadanos.
Entre los septentrionales aparecen ahora L´Illa d’en Reixac, El Puntal d’els Llops, Sant Miquel de Lliria, Puig Castellet… y como último ejemplo de
templum ibérico el denominado Azaila-A del yacimiento turolense de Cabezo de Alcalá.
También en este tiempo se consolidan los santuarios rurales y se generaliza el acceso popular al culto; circunstancia que refleja el notable aumento en esta etapa de exvotos (fig. 20) ofrecidos a los santuarios y el empobrecimiento paralelo en la factura de los mismos.
20 - Exvotos del santuario del Collado de los Jardines, Santa Elena (world-in-words.com) Pero el rasgo más acusado del carácter “popular” que muestran los
oppida ibéricos para esta etapa lo encontramos, cómo no, en sus necrópolis, que vuelven a ofrecernos el grueso de la información arqueológica. Así podemos constatar que prácticamente desaparecen las armas y los ricos ajuares de sus tumbas, ofreciendo estas ahora un aspecto más igualitario y acorde con la nueva sociedad.
II .5 .b) ― Aculturación del mundo ibéricoDurante este Período Final la cultura ibérica, madura ya y establecida, resultará profundamente influenciada a través de su contacto con las potencias del momento: púnicos primero y después romanos.
El mundo púnico quedó formado por dos áreas principales de influencia, Carthago y el denominado Círculo Gaditano. Así este último venía produciendo ya una fuerte aculturación en su ámbito de dominio ibérico: la costa oriental andaluza coincidente con el territorio de los BÁSTULOS y buena parte de la turdetania. Esta aculturación resultará después afianzada en las formas y ampliada en los territorios mediante el posterior dominio ibérico de Carthago, gemela cultural de Gadir (fig. 21).
Pero ya sería Roma quien produjera la más profunda e irreversible aculturación del mundo ibérico durante los siglos II y I a.C., primero con el avance de su conquista (fig. 22) y ya después y sobre todo mediante aquel persistente y dilatado proceso ideológico-cultural que denominamos “romanización”.
21 – Busto, Museo de Cádiz (A.M. Felicísimo, Mérida, España-CC BY 2.0, commons.wikipedia.org)
22 - Bronce de Lascuta, manumisión de Turris Lascutana respecto a Hasta (turbena.blogspot.com), III ― PERSONALIDAD IBÉRICAIII .1 ― Lengua y alfabetoEl rasgo identitario más común a todos estos pueblos es el uso de la lengua ibérica (fig. 24 y 25), considerando su implantación como testigo director de la condición de íberos. Es el caso de algunos pueblos pirenaicos aceptados como íberos a pesar de sus notables diferencias, por ejemplo ceretanos, y eso mismo se aduce en sentido opuesto para el grupo turdetano. Se trata de una lengua no indoeuropea que permanece incomprensible, si bien su valor fonético ya fue descifrado por Gómez Moreno.
Para transcribir su lengua los íberos desarrollaron, en base al más antiguo silabario tartésico (fig. 23), dos parejos semisilabarios denominados ibérico meridional (fig. 24) e ibérico septentrional (fig. 25). Ambas modalidades son conocidas desde antiguo en monedas e inscripciones en lengua ibérica o celtibérica.
23 – Estela tartessia de Fonte Vella, Bensafrim. (Henrique Matos, CC BY-SA 3.0, commons.wikimedia.org)
24 - Ibérico meridional, plomo I de La Bastida (I, Tautintanes, CC BY-SA 3.0; commons.wikimwdia.org)
25 – Ibérico septentrional, plomo de Ullastret (commons.wikimedia.org)III .2 ― Condición guerrera La arqueología ibérica, a través de sus manifestaciones (armas, estructuras defensivas, poblamiento, sociedad jerarquizada...), delata para los íberos una sociedad de clases orientada a la guerra cuyo escalón superior es la aristocracia guerrera, de la que surgen sus régulos. Debido a ello se presume que existieran poblaciones enteras en relación de servidumbre con otras (fenómeno similar a la condición de los ilotas respecto a Esparta), como parece deducirse en tiempo tardío del caso de
Lascuta en relación a la ciudad de
Hasta (fig. 22).
Los íberos gozarían fama de excelentes guerreros (fig. 26), pueblo de carácter belicoso, lo que propiciaría su contribución mercenaria en la mayoría de las guerras del Mediterráneo a partir de la mitad del primer milenio a.C. Así Diodoro y Polibio los citan como mercenarios de Carthago en la batalla de Himera (480 a.C.) y en el asalto y toma de Selinunte (409 a.C.). Tucídides en relación a Alcibíades (414 a.C). Diodoro en la toma de Gela y Kamarina y en el segundo sitio de Siracusa, donde siendo abandonados a su suerte por Carthago se pasaron en bloque al servicio de Dionisos, tirano de Siracusa, al mando del cual tomarían parte en las guerras tebanas junto a los espartanos. También en la batalla de Crimisos con Carthago (341 a.C.) y en ambas guerras púnicas. A Amílcar se enfrentarían en coalición con los tartessios (turdetanos) y apoyados en un ejército de mercenarios celtíberos dirigidos por
Indortes e
Istolacio. Polibio los menciona nuevamente en 219 a.C. entre las tropas de Aníbal en África.
Se les atribuye un fuerte carácter individualista que les impedía desarrollar una estructura nacional estable. Strabon menciona que a pesar de su composición política en
poleis similares a las griegas, estos no lograron alcanzar ninguna confederación que les hubiera facultado a resistir a tirios, celtas, cartagineses y romanos.
26 - Guerrero ibérico, escultura del Cerrillo Blanco, Obulco (Imagen: elpais.com/elpais/2017/12/06/)III .3 ― ReligiónDe religiosidad eminentemente práctica, los íberos absorbieron con facilidad las religiones semíticas y grecolatinas adecuándolas a su carácter y conformando una sociedad de cultos sincréticos. A ellos pertenecen la inmensa mayoría de exvotos hallados en la península, casi todos los santuarios urbanos que conocemos (tanto de tipo gentilicio como dinásticos y
templa), la mayoría de santuarios rurales y cuevas-santuario, las representaciones de animalística fantástica, las damas oferentes, damas entronizadas, estatuaria mítica y guerrera, túmulos funerarios de cámara, etc, etc. Sin embargo carecemos de información sobre sus propios dioses y advocaciones debido a su temprana asunción de las religiones del Mediterráneo, y también en parte por desconocimiento de su lengua. Esto es así salvo tal vez el ADAD ¿? de
Carbula y la mención por Macrobio del culto recibido por el dios guerrero NETO entre los bastetanos de
Acci (deidad sin embargo de raigambre semántica céltica); del que ahora conocemos a su sosias femenino: NEITIN, deidad con presencia epigráfica entre los
ilergetes. Contamos además con algunos testimonios epigráficos que nos aportan otros pocos nombres:
Betatun (fig. 27),
Bokon, Idiatte, Seitundus, Herotoragus y dos más que aunque aparecidos en zona ibérica se consideran advocaciones del dios céltico
Cosus: Poecomosucivus y Poecosuasucuvus.
27 – Estela de Betatum, dios-héroe fundador del oppidum de Puente Tablas (Arturo Ruiz Mata/JM Pedrosa)III .4 ― Expresiones artísticasLa capacidad artística de los íberos se pone ya de manifiesto en el Período Antiguo merced a una importante producción de estatuaria heroica, a la propia calidad de aquellas obras e incluso al gusto que supuso en cada caso su elección. También se hará reconocible mediante los escasos monumentos funerarios de tipo turriforme o pilar-estela que han llegado hasta nosotros.
Posteriormente, y junto a las “damas ibéricas” que preservan la vieja tradición escultórica de los íberos, se desarrollaría una importante y avanzada producción armígera: espadas y puñales de tipo afalcatado, lanzas, cascos, grebas, elementos metálicos de cascos o
caetra... creaciones que nos hablan del ingenio y de la habilidad de unos artesanos que elaboran piezas depuradas, entre ellas algunas cuyas formas y tipos (hoja afalcatada, empuñaduras, rodrigones…) serán más tarde adoptados por otros pueblos. Acompañando a estas armas encontramos piezas para arreo, vestido, vajilla, adorno… como páteras, fíbulas, peinetas, hebillas, bocados y demás objetos metálicos aparecidos sobre todo en sus necrópolis.
A lo anterior hay que sumar una amplia y variada producción de cerámica decorada (vasos, ánforas, tinajas, cálatos…) presente a partir del Ibérico Pleno (fig. 28 y 29). Se trata en su mayoría de motivos de tipo geométrico, aunque también abundan los repertorios de imágenes vegetales y animales junto a escenas ecuestres, religiosas, agonísticas, costumbristas… acompañadas en ocasiones por inscripciones epigráficas. Son piezas que ilustran sobre prácticas y ejercicios de lucha y caza, figuras míticas, panoplias, rituales religiosos e incluso sobre otras disciplinas artísticas: la danza y la música, aportando aquí información sobre instrumentos, saltos corales, vestidos…
28 - Cerámica ibérica de La Alcudia, Elche (Pguerin - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0 (commons.wikimedia.org))
29 - Vaso ibérico con decoración vegetal y geométrica del Museo de Teruel (museo.deteruel.es) Decoraban asimismo con pinturas templos, imágenes y hasta lienzos de muralla, aunque obviamente no contamos con registros. Y ya para tiempo final disponemos de una multitud de imágenes en bronce o terracota procedentes del uso popular del pequeño exvoto, mostrando las antiguas una estética de factura muy lograda.
III .5 ― Vivienda, alimentación y vestidoEl historiador Filarco de Nâucratis, griego del III a.C. que encomia sobre manera la vida de los íberos, nos informa que obtenían oro y plata en abundancia y eran los más prósperos de todos los hombres. Estrabón afirma por su parte que sus tierras guardaban tesoros de naturaleza inagotable, depósitos para una hegemonía sin fin. Pero aunque conocemos la riqueza metalífera que encerraban sus tierras y el inmenso botín que capturaron los romanos, no parece que aquello fuera para tanto, más bien suponemos que estos escritores se dejarían influir por la vieja memoria colectiva de los griegos sobre el fabuloso mundo de
Tartessos, de tal que lo aplicaron a los íberos.
Apoyados en la arqueología podemos ver cómo eran por lo común sus casas (fig. 30). Salvo para hornos, silos y algún tipo de torre la arquitectura de los íberos obedece al formato constructivo del módulo cuadrangular, tradición que remonta a tiempos argáricos del Bronce. Así pues construían sus viviendas en formas cuadrangulares levantando muros de adobe sobre zócalos de piedra, con paredes interiores igualmente de adobe o de tapial con encofrado. Y aunque se documentan viviendas que superan las veinte estancias, por lo general eran casas mucho más humildes, de dos o de una sola planta con terraza, provistas de escaleras en su caso, patio semitechado y compuestas por dos estancias interiores: una grande con hogar donde desarrollar la vida cotidiana, que a su vez hacía de dormitorio, y otra más pequeña que sirve de almacén, telar o taller ocasional; ambas con paredes enlucidas de barro y encaladas por encima del zócalo, que se pintaba con pigmentos más oscuros. Algunas contaban además con una especie de fresquera subterránea que hacía de despensa. Se trata de viviendas que tanto la arqueología como las noticias de los clásicos documentan ocupadas por núcleos familiares estables, de carácter monógamo y pocos miembros, donde la fidelidad conyugal se consideraba una de las virtudes esenciales.
30 - Recreación de una casa íbera, Museo de prehistoria de Valencia (urbipedia.org)Heredaron la dieta de sus ancestros calcolíticos (fig. 3, 4 y 5), de tal que la base de su alimentación eran legumbres y cereales, a los que añadieron el aceite. Garbanzos, habas y guisantes se hervían con grasas o carnes y eran junto a potajes de habas o gachas y tortas de harina de trigo su comida cotidiana. En la medida de sus posibilidades complementaban la dieta con guisos de caza, pescados y carnes, de las que preferían el cerdo, la cabra, la oveja y las gallinas. También panificaban el trigo, comían avena y cebada y elaboraban queso y otros derivados de la leche. De fruta consumían peras, higos, uvas y manzanas junto a buena cantidad de frutos secos, sobre todo almendras, avellanas y nueces.
Como bebida preferían el vino, que se consumía tras treinta o cuarenta días de fermentación, habitualmente joven y probablemente mezclado con agua. Aunque la uva consta recolectada desde el calcolítico se considera que el consumo del vino, así como su posterior cultivo, fue introducido por los fenicios como producto suntuario destinado a las élites tartessias. Se documenta su producción local desde finales del VII a.C. (Alto de Benimaquía) y ya en tiempo ibérico quedaría generalizada desde fines del V a.C. (La Quéjola, Los Nietos…). En principio su consumo estaría asociado a banquetes ritualizados, contextos guerreros y ceremonias funerarias, pasando más tarde a estar presente en banquetes y celebraciones familiares en las casas más pudientes (fig. 31). Su uso general y cotidiano no llegaría hasta época romana. También sabemos que los íberos, además de vino, desde antiguo consumían la cerveza, cuya elaboración se documenta ya en el siglo XI a.C. (Bronce Final).
31 – Cerámica ática suntuaria para el vino. Necróplis de Los Villares de Hoya Gonzalo (Marina Picazo Gurina, Archivo Español de Arqueología 2015, 88, págs. 25-37)Por información de Ephoros sabemos que los íberos celebraban certámenes anuales de labores y belleza femeninas, donde la habilidad de las mujeres resultaba festejada y más aún su delgadez, que en ningún caso debían sobrepasar cierta medida de cintura considerada aceptable. Esta premisa se aplicaba a jóvenes de ambos sexos e incluso se imponían multas a aquellos que sobrepasaran la medida.
Otros autores mencionan el uso entre las íberas de elaborados tocados de belleza relativos al cabello, vestidos, joyas, adornos... en gran medida corroborados por la estatuaria y mediante representaciones iconográficas sobre soporte cerámico. Así sabemos que lucían complejos peinados para los que usaban peinetas, rodelas y diademas, como vemos en la estatuaria de las “damas”, y vestían túnica ceñida a la cintura con cinturones o trenzados (fig. 32), en ocasiones cubiertos por mantos largos con o sin mangas teñidos en azul cobalto y combinación de otros colores, y sobre estos por la espalda caía un velo largo. Calzaban una especie de escarpín de cuero teñido en rojo, o simplemente alpargata, y se adornaban con joyas de plata o bronce como grandes collares, diademas, pendientes, brazaletes, pulseras, cinturones…
32 – Vestimenta común de la mujer íbera. (Fuente –http://bit.ly.2hKMkdU)
Los hombres vestían también túnica ceñida por cinturón sobre el que sujetaban las armas, y al igual que las mujeres se cubrían en ocasiones con manto o capa, en este caso rojos y ajustados sobre el hombro derecho mediante fíbula anular. Conforme a su posición calzaban zapato o boto abierto, ambos en cuero, o simplemente alpargata, y lucían adornos en bronce o plata como fíbulas, broches, hebillas, amuletos…
Y esto es cuanto he podido resumir sobre los íberos, señalar acaso que este artículo pretende únicamente situar y hacer comprensible el origen, desarrollo y particularidad de los pueblos íberos ofreciendo
en trazo grueso una imagen sobre estos.