Diner de Barcelona, Alfonso el Casto

¡Ostia tú! Magnífico hilo. Bien presentado y después engrandecido con las indicaciones de Lliura. Y creo que tengo algo que decir, ya que este Alfonso el Casto es uno de mis reyes preferidos de Aragón, pero quiero prepararlo un poco, documentarme y eso, más que nada para conjurar esa maldición que me persigue invitándome a meter la pata con los datos. Luego ya me extiendo.

El diner o dinero se ve completo y con relieves aceptables, me recuerda un poco a los de Alfonso VI

Lo dicho, luego aporto aporte.
Saludo

Pues estaremos encantados de recibir tus aportes, letondos, y si te animas a salirte un poco de Castilla y ponerte con las de mi tierra, ya ni te cuento!

Puede que poco a poco le vaya perdiendo miedo a pisar desconocido, que ese es el asunto: mi total desconocimiento. Aunque algo voy cogiendo por aquí.

Ahora, ciñéndome a este diner del Casto, aporto lo siguiente:

Conforme dices que correcciones e información adicional serán bien recibidas, dado que de las primeras yo no tengo y tu exposición ya me parece clara e interesante, por demás de enriquecida y precisada en los aportes de nuestro atinado Lliura, pues me centraré con lo segundo, el asunto de lo adicional, y lo haré desde otra perspectiva, en este caso castellana, que tal vez complemente en algo la visión sobre el rey Casto.

Pero antes un pequeño apunte: Alfonso II «el Casto» era vasallo del rey de Castilla por herencia de Ramón Berenguer, que ya había contraído dicho vasallaje con Alfonso VII, y así él mismo era ahora vasallo de Alfonso VIII. De hecho Aragón libraría del vasallaje a cambio de ceder a Castilla sus derechos de conquista sobre Murcia, que correspondía al «Casto» por ser el célebre rey Lobo murciano (el Mardanīš) a su vez vasallo del rey que hubiera en Aragón. Aquí todos vasallos o tocayos.



Y ya como información adicional para este Alfonso «el Casto» que también se llamaba Ramón («... a quien por apelación / le decían sus iguales / bien Alfonso o bien Ramón /…») intentaré centrarme al hilo de lo que señalas sobre enfrentamientos con Alfonso VIII al formar «el Casto» parte de aquella Liga de Huesca que se constituyó contra Castilla (donde cuatro entusiastas se subieron a una parra, firmaron allí algo subiditos y ya bajando se olvidaron del asunto). Pues me llama la atención que menciones justamente aquel asunto en relación a ambos Alfonsos, y así me gustaría puntualizar que la Liga esta de Huesca, por más de disputar apenas medio partidillo incordiando dos por Soria (la mitad de aquel equipo, los dos restantes ni serían convocados), no supuso sino un breve lunar en esas largas y fecundas relaciones amistosas entre Alfonso II «el Casto» de Aragón y su sobrino Alfonso VIII «el de las Navas» de Castilla. Mira algunas:

Alfonso II «el Casto» ya estableció en 1.170 un pacto fructífero con Alfonso VIII, chaval de quince años recién coronado, al objeto de frenar posibles aspiraciones territoriales de Sancho VI (tío carnal de Alfonso VIII y rey, digamos que interino, de Navarra). Sería el Acuerdo de Sahagún, pacto alcanzado con la mediación del rey de Inglaterra Enrique II (quien llegado el caso y siendo suya la Aquitania hostigaría a Navarra por el norte)

Ese mismo año y fruto de ese mismo acuerdo un Alfonso VIII adolescente se casaría con la hija niña de este Enrique II sajón, hermana por tanto de Ricardo Corazón de León, doña Leonor, que se trajo en dote la Aquitania por si fuera el caso… Aunque mira tú las vueltas que da la vida, Ricardo Corazón de León desposaría más tarde a la hija mayor de Sancho VI de Navarra, Berenguela, prima hermana así de Alfonso VIII, después también cuñada, y descendiente como él del propio Cid. Pero a lo que vamos: sobre estas buenas relaciones entre Alfonsos decir que el VIII de Castilla y Leonorcita se casaron precisamente en Tarazona, bajo tutela, techo y agasajo del propio Alfonso II de Aragón. Y aseguran que fue el Casto quien corrió con todo el gasto.

Juntos los Alfonsos atacarían después (años 1174 y 75)  a Sancho VI «el Sabio» de Navarra (el que se ejercía como rey sin haber sacado el título) tomándole en 1174 los fuertes de Milagro y Leguin y forzándolo a refugiarse en su fuerte de Pamplona. Juntos también en el 75 le tomaron alguna cosa más hostigando Navarra, y ya en 1176 Alfonso VIII le obligó a entregar (devolver) la Rioja a Castilla, entre otras tropelías que cuentan de esos años («…marchando tan indigesto / el Sancho para Pamplona / que desde aquellas blasona / ¡ten parientes para esto! /…»)

También conforme a aquel acuerdo de Sahagún casaría «el Casto» con una tía de Alfonso VIII, la tía Sancha, hija de su abuelo Alfonso VII con Riquilda de Polonia, que no era abuela suya, de modo que aunque tiastra procedía bien casarla y se la encalomaron aquí al «Casto». Y parece que esta Sancha, además de darle nueve hijos y otras regalías que luego entenderemos, también le induciría en su momento a abandonar la Liga de Huesca (1.191), superar aquel pequeño lunar en sus relaciones con Alfonso VIII, y retomar viejas amistades con Castilla.

Pero antes de arrancar aquella Liga, en el 1.179, los Alfonsos firmarían su Tratado de Cazola, que sería causa del futuro puntual distanciamiento y por tanto de ese lunarcillo que tratamos. Merced a aquel tratado Aragón quedaba libre de su vasallaje hacia Castilla a cambio de ceder a esta los derechos de conquista sobre Murcia, cosa que sí ocurriría; acordando por demás la conquista y el reparto de Navarra, empresa a la que renunciaba luego el VIII dejando al pobre «Casto» sin su parte de Navarra y sin casa en Calasparra («… causa fue que a Alfonso el Casto / lo forzara a ser bandarra / añadiendo el propio basto / a otros tres que había en la parra / …»).

Verás sin embargo que esa Liga dio muy poco juego, León y Portugal nunca fueron convocados y el resto de sus miembros (Navarra y Aragón) apenas disputaron par de correrías por Soria. Así el «Casto» con el «Sabio» (el Sancho aquel que se ejercía sin título en Navarra pues el suyo solo facultaba desempeño por Pamplona), se echaron a dejar sin pan a cuatro aldeas, espantar a algún borrico y quemar por gusto y por joder algún rastrojo. Poco más de medio partidillo que a veces celebraba la Liga esa de Huesca. Y por cierto que oficiando así de maleante nuestro «Casto» junto al «Sabio» de Pamplona, no llegaron a saber que muy cerca de donde alborotaban y justo en uno de esos días le nacía al «Casto» una nuera para su hijo Pedro, una que sería madre de los nietos de este y biznietos del propio «Casto»: la infanta Leonor, hija del sobrino de ambos al que ambos incordiaban, Alfonso VIII, y futura esposa de su nieto el mayor: Jaime el Conquistador. Pero claro, ¿y qué podía saber el pobre? De modo que desconociendo aquello continuaron correrías quitando algo de pan y alguna cabra, intimidando por placer a los borricos y quemando ya por vicio ora un corral ora un rastrojo, todo esto cerca allí de Soria y molestando en su lactancia a la futura esposa de su nieto. Tal pues el esplendor de aquella Liga de Huesca: algún que otro medio partidillo donde dos daban la nota. Pero ya sabemos que bien aconsejado por tía Sancha nuestro «Casto» pronto dejaría las malas compañías y la relación entre Castilla y Aragón retomaría su amistoso cauce, ignorando por completo aquel pasado lunarcillo.

Aunque eso sí, fíjate si sería buena gente este paisano tuyo, y esto a mi parecer es el rasgo de más peso para considerar su paso por la Liga mero lunar en sus relaciones con Castilla, que tras la severa derrota de Alfonso VIII en Alarcos frente a los almohades y respondiendo a la acusada debilidad e indefensión que dejó aquella en Castilla, ese mismo otoño emprendería «el Casto» peregrinación devota hacia Santiago con un solo objetivo: arropar a Castilla frente a la inminente amenaza de conquista de ese reino por parte de los almohades. Y eso haría «el Casto» promoviendo unión de los reinos cristianos de España ante el califa al-Mansor y despachando para ello cinco encuentros de amistad. Y ahí van esos cinco:

―Partiendo desde su Jaca agarra canal de Berdún, deja Aragón, entra en Navarra y en Pamplona se entrevista al efecto con Sancho VI, susodicho tío de Alfonso VIII y rey de palo (y no me refiero al puerto de Palo, del que sí sería rey de caer el puerto en Pamplona o de ser Sancho rey de la Navarra toda, je, je). Pues mira, este el Sancho se negó en redondo a ofrecer auxilio a su sobrino. Que se pudra dijo. Es más, el Sancho ya pensaba aprovechar la debilidad extrema de Castilla y hostigarla en el próximo verano, pues luego en efecto, llegado ya el verano, devastaría pueblos y cosechas por Soria y por Almazán (en año de poco pan, que todo hay que decirlo)

―Algo frustrado proseguiría «el Casto» su marcha por aquel camino santo, y cruzando así Rioja se plantó enseguida en Burgos, donde sería recibido con gran cordialidad por un Alfonso VIII tan canino que tuvo que matar al gato para darle de comer. Bien comido ya y repuesto, sin decir él nada sobre la postura del navarro ni tampoco el otro sobre el gato, «el Casto» informó sobre el propósito que animaba su viaje a Compostela. De modo que pareciendo aquello muy loable al «de las Navas» marchó después «el Casto» dejando allí al amigo un poco consolado y sin cosa que cenar.

―Prosiguió con fuerzas renovadas y tomando por Castrojeriz, Carrión y Sahagún pronto alcanzó León, donde sería recibido por el otro Alfonso, el IX de León. Nuestro «Casto» muy entusiasta, arremangado y presto a la faena cometería entonces un error de bulto: antes mismo del banquete ya invitaba a Alfonso IX a sumarse a aquella iniciativa de hermandad cristiana para freno de almohades. Y hete aquí que este, por demás de negarse a auxiliar a aquel primo carnal el VIII («al soriano por garrulo que lo den mucho por…», dicen que dijo), le propuso allí al «Casto» unirse ellos mismos para conquistar toda Castilla y hacer reparto a pachas, insistiendo mucho en aquello de miraquelapintancalva… De forma que nuestro Alfonso «el Casto», aduciendo que ya venía comido pues comiera algo de camino porque andaba así con mucha prisa, salió con hambre y espantado de esa corte dejando atrás León y sin probar aquel asado (de ahí el bulto que decía de su error). Por su parte Alfonso IX, que no renunciaba a un bocado apetitoso, se comería él todo el asado aliándose después con los almohades para lanzar ataques simultáneos a su primo Alfonso el VIII; así los moros joderían por el sur (Toledo, Talavera, Cuenca, Huete…) y él haría lo propio por el norte, donde arrebató buen territorio de Castilla por la Tierra de Campos (que como todos sabrán también es tierra de pan).

―Así el «Casto», compungido y sin comer pero considerando que quedaban aún dos buenos apoyos, prosiguió animoso el camino hasta encontrarse en Tuy (otros dicen que en Valença, otros que… en fin, que nadie sabe dónde y ya me huelo que acaso aquel encuentro fuera uno de aquellos que dicen telemáticos), con su cuñado portugués Sancho I «el Poblador» (quien conocido el asunto dijo pillarle tan mal que despidiéndose al punto se volvió pa Portugal) «Vamos… que no, que no hay manera, que este tampoco ¡leches! Pero tú tranquilo Alfonso ―debió decirse entonces―, mira que aún nos queda por fortuna el apoyo principal...»

―Remataría así periplo llegándose a Santiago a rogar desconsolado al mismo apóstol. Aunque lamentablemente lo encontró muy ocupado. Andaba allí a mil asuntos y el caso es que aquello... Así sin los parientes… De haberle avisado antes… Es que entonces ir él solo… Pero cuenta conmigo ¿eh?, que al año que viene voy, aunque tenga que ir yo solo fijo que voy... Con todo esto y ya a principios del 1.196 el buen Alfonso Segundo de Aragón volviendo solo y abatido a sus dominios se agarró tal depresión («… que murió recién llegado / con desencanto profundo / quedando así coronado / su hijo el Pedro Segundo...»).

Atiza, pues eso sí que es un amigo. ¿Y quién se acuerda ahora de un lunar?

Después su hijo el Pedro II, otro primo hermano del Alfonso VIII, sería el único que echó una mano a Castilla en aquel año de ataques almohades, leoneses y navarros (todos menos Portugal, que además de irle fatal no era ni primo carnal). Pues mira, este Pedro sí que sí, este sí que se portó como un buen primo, el Pedro en aquel año puso de su parte el pan.

Como ves, quitando ese lunar de enfrentarse a Alfonso VIII cuando militaba en esa pretenciosa Liga de Huesca, el resto de sus relaciones resultaron ser las propias de colegas casi troncos... Por eso y para que los compañeros no se formen ideas equivocadas me atrevo aquí a apuntarlo. A cada uno lo suyo y Dios es luego para todos.


Y ya al respecto de esas dudas sobre su apodo de «el Casto», creo que este provenía de no conocérsele al Fonso ni tan solo un amorío fuera de su lecho conyugal con la tía Sancha (sin presumir por ello que dentro de ese mismo lecho no oficiaran tríos y otras cosas aún peores, claro). Así se dice que de ser tan moderado en escarceos amatorios su conducta resultaba inusual entre monarcas, un caso sorprendente y más que raro, algo tan chocante e inesperado que llamaba mucho la atención. Vamos, que rozaba ya el escándalo. Y yo de todo esto aún no sé muy bien lo que pensar: o la tía Sancha estaba una jartá de buena y era una de aquellas de las que no te hartas nunca por más que lo procures, o acaso era por contra gran disponeora y mujer vigía en lo perpetuo. Aunque tal vez sea cosa del lío ese del trío o de algo aun peor o incluso todavía más peor, claro, eso también, que de todo hay en los lechos (eso es lo que dicen, pero de estas cosas yo no sé. No tengo ni idea. Nada de nada, es que ni me suena... Pues no, no…)



Espero haberte aclarado que cada día entendemos menos y que a pesar de ello la cosa va a peor, así que disfrutando ya las mieles de esas dudas con tía Sancha y esos otros te dejo aquí un cordial saludo.

Joooder, @letondos y nos lo queríamos perder!! Yo que me había limitado a contar solamente lo de la liga de Huesca para abreviar y no crear un post kilométrico, y mira

Bromas a parte, tu exposición es de 10, muy completa y con cantidad de datos interesantes. Gracias por enriquecer (todavia más) este post!

Ya ya, que me he pasao…    

Perdona la chapa Tirant, esta etapa de la edad media me atrae mucho y me dejo llevar. En su medida todas lo hacen, pero esta de los Alfonsos (I de Portugal, II de Aragón (=I de Barcelona), VIII de Castilla y IX de León) y Sanchos (I de Portugal, III de Castilla, VI y VII de Navarra... sin olvidarnos de la tía Sancha), dejaría muy marcado el devenir de nuestra Hispania. Tanto y tanto que aún me acuerdo… Pero no volverá a suceder, ¿eh?  

Y ahora subo y te dedico una pieza ultrapirenáica más o menos de la época y de la que no tengo pajolera…

@letondos, me he meado, te matizo una cosa pero me he meado, sobre todo con que el único que no se dedicó a putear era el que no era primo, mejorando lo almohade (que quien sabe si también lo eran de semen).

yo solo puedo aplaudir, la moneda y toda la sabiduría que hay en este hilo.

Veamos, Ramon Berenguer IV se encontró un buen marrón en Aragón; en lo que aquí atañe, Castilla había ocupado el reino de Zaragoza, que recién conquistado mantenía cierta identidad de estado, aun. Algo así como el reino de Toledo en relación a Castilla y a León.

Así que, puesto el buen conde a recuperar las conquistas del Batallador, ¡ah, que buen rey si fuese buen testador! (perdona la imitación) pactó con el primo que le devolviese Zaragoza a cambió de vasallaje por Zaragoza, y environs claro, pero no por Huesca, Jaca, Girona o Barcelona, y environs, claro. Como has explicado, no duró mucho la cosa, si se hubiese mantenido en el tiempo, me juego un cochinillo en Segovia, que la fusión de Aragón y Zaragoza en una sola unidad política no se hubiese producido.

Nada raras estas relaciones promiscuas, el rey de Mallorca era vasallo del catalano-aragonés por Mallorca, Rosselló y Cerdanya y del francés por Montpeller, Omelades y Carlat (aunque nació libre como el sol cuando amanece, así murió, el primero de estos reyes). Así que a veces, cuando lamer el culo de uno era incompatible con lamer el del otro, se liaba.

Buen apunte @lliura. Y me alegra haberte despertado unas sonrisas, esa es la manera de abordarlo y en ese ánimo lo escribo, que el equívoco y la chanza a lo grave traen mudanza, ¿ves?  

Y claro que nadaban todos en promiscuidad, tanto de sangres como de alianzas, vasallajes o intereses, ora en una cama ora en otra, aquello era tal que un desgobierno… Pero mira, de aquellos lodos venimos todos y si yo te follo fóllate tú al pollo, como decía un furriel que tuve yo en la mili (en Mallorca por cierto).  

letondos escribió:

Buen apunte @lliura. Y me alegra haberte despertado unas sonrisas, esa es la manera de abordarlo y en ese ánimo lo escribo, que el equívoco y la chanza a lo grave traen mudanza, ¿ves?  

Y claro que nadaban todos en promiscuidad, tanto de sangres como de alianzas, vasallajes o intereses, ora en una cama ora en otra, aquello era tal que un desgobierno… Pero mira, de aquellos lodos venimos todos y si yo te follo fóllate tú al pollo, como decía un furriel que tuve yo en la mili (en Mallorca por cierto).  

Así les iba a los pobres novatos en la mili, pobres