Hola a tod@s, hoy voy a presentar un pequeño conjunto de monedas que a mi, personalmente, me parece de lo más interesante. Se trata de
un conglomerado o “clump” formado por 5 piezas de Duit acuñados en la ceca de
Zelandia para la
VOC en el año
1752. Es bien sabido que los “
clump” son muy coleccionados y demmandados por los coleccionistas de piezas históricas y de naufragios, estando acostumbrados a los conglomerados con grandes piezas de plata españolas, siendo inusual de ver en un numerario más “humilde” como el que se muestra. La acuñación de estas piezas se produjo, tan sólo un año antes del fatal desenlace del barco que las transportaba hacia lo que hoy es Ceilán.
Datos de la pieza:País: Holanda
Emisor: Compañía Holandesa de las Indias Orientales (“VOC”, 1726 - 1825)
Nominal: Duit (“clump” de 5 monedas)
Año: 1752
Ceca: Zelandia (Dibujo “Castillo”, en el reverso). Aunque no podamos ver el reverso de alguna de las monedas por el escudo del anverso, que incluye un león con olas del mar, que procede de esta ceca.
Metal: Cobre
Peso: 2,9 gr (teórico, cada unidad)
Diámetro: 24 milímetros (aprox.).
Grosor: 1,4 mm (teórico, cada moneda)
Canto: Liso
Forma: Redonda
Alineación: Medalla (0°)
Estado de conservación: “Shipwreck effect (G3/C)”. Aunque, realmente, las monedas acababan de salir de la fábrica en el momento del hundimiento y, por lo tanto, no habían circulado, el agua salada ha corroído bastante las monedas debido a la debilidad del cobre y el la acción constante durante el paso de los siglos. Este “clump” está compuesto por 5 monedas donde sólo vemos el anverso de la primera y la última de ellas, estando uno muy bien conservado y el otro más deteriorado. Se aprecian marcas en la superficie y algunos puntos verdosos. También se observan sedimentos marinos que actúan como una “masa” que une las 5 piezas. El conjunto cuenta con el correspondiente “COA”.
Referencias bibliográficas: “KM# 152.2”
Rareza: Rara. N tanto por la ceca en sí o por el estado de conservación, este último afectado considerablemente por las circunstancias del naufragio. Si no por lo poco frecuente que resulta ver “clumps” en general y procedentes de este pecio en particular.
Pecio: “Bredenhof Wreck”. Se trataba de un barco de la “VOC” que naufragó en 1753 en el Canal de Mozambique con un cargamento compuesto principalmente por lingotes de plata, ducados de oro y "Duiten" de cobre (como los que se aprecian en esta ficha).
Leyendas:Anv.: Escudo coronado que guarda un león mirando hacia la izquierda, entre tres olas del mar. Signos de corrosión marina.
Rev.: “
*Castillo* VOC •1752•”.
[NO VISIBLES, AL ESTAR OCULTO] sin leyendas o elementos decorativos adicionales. Signos de corrosión marina.
Observaciones: La pieza en cuestión presenta las oxidaciones propias de una moneda que ha permanecido más de 150 años bajo el mar, pero que a pesar de esto, no ha perdido los detalles que permiten su correcta identificación, por lo que esta moneda en cuestión es un fiel testigo de la historia española durante el siglo XIX y después de la pérdida de sus territorios americanos, quedando en una posición desventajosa frente a otras potencias europeas. Con todo ello y, dado que aún permanecen visibles los elementos significativos de esta moneda (escudo, fecha, ceca o ensayador), con las leyendas disponibles a pesar al daño por oxidaciones marinas, estimo que presenta un “
grado 3 o C” en lo referente al estado de conservación.
El Bredenhof: Uno de los buques insigna de la “VOC”, fue construido en Ámsterdam en el año 1746, con unas dimensiones de unos 41,45 metros (136 pies) y una capacidad de almacenamiento de aproximadamente 850 toneladas. El cargamento durante su último viaje constaba, entre otros elementos, de 14 barriles repletos de monedas de cobre (“Duit”), 29 cofres de lingotes de plata (muy probablemente de los territorios americanos españoles) y un cofre con unos 5.000 ducados de oro. Se tiene constancia, como en otros viajes de este tipo, que las barras de plata que transportaba debían fundirse y acuñarse una vez llegadas a su destino en forma de Rupias de plata en el enclave de Bengala.
Información histórica: En septiembre del año 1752, el Consejo Holandés de los Diecisiete de lo que conocemos como la “VOC” ordenó a la Cámara de Middelburg el envío de varios barcos al territorio de Bengala, con escala en Ceilán. Así, el “Bredenhof” sería uno de los elegidos para esta misión, que ya acumulaba 2 viajes previos a las Indias Orientales. Cabe señalar que el éxito de estas misiones era trascendental y de un riesgo significativo por aquella época, prueba de ello era que durante ese mismo año, la Cámara de Middelburg perdió a varios de sus barcos, concretamente la “Wapen Van Hoorn” o la “Geldermalsen”. No obstante, estas no fueron las únicas pérdidas de la Cámara, pues habría que sumarle precisamente el propio “Bredenhof” el año siguiente. No obstante, no sería el único buque que se embarcaría en esta aventura, pues el “Kasteel Van Tilburg” y el “Zuiderburg”, ambos propiedad de la Cámara de Ámsterdam, saldrían de puertos holandeses rumbo a Bengala, pero en momentos distintos, esto nos hace pensar en lo trascendental que resultaba esta travesía en concreto.
El objetivo de tal empresa consistiría en transportar al lugar un cargadamente amplio formado por lingotes de plata procedentes de América, ducados de oro y "Duit" de cobre, con un valor estimado de 1.100.000 florines de la época. Con el objetivo de minimizar los riesgos, dados los acontecimientos previos, se decidió compartir la carga entre los tres barcos mencionados anteriormente. De esta forma, en el manifiesto de carga oficial del “Bredenhof” figuraban como 14 “vaatjes” con “Duiten” de cobre y 30 cofres “con plata y oro”. Si tratamos de indagar un poco más en la carga, podemos concretar algo más el contenido con 29 cofres que contenían barras de plata, con un valor aproximado de unos 300.000 florines de la época, además de otro cofre que contenía 5.000 ducados de oro, valorados en unos 25.000 florines de la época aproximadamente. Esto nos da una visión generalizada de la importancia material y económica del contenido de las bodegas de este barco, pero el objetivo fundamental era, una vez llegado al puerto de Bengala, haber convertido las barras de plata en Rupias que
Así, el “Bredenhof” zarparía del puerto de Zelanda el 31 de diciembre de 1752 y atracarían en el Cabo el 11 de abril del año siguiente con problemas significativos a bordo donde, de una tripulación formada por unas 260 personas, 9 presentaban evidentes problemas de salud y 6 habían perdido la vida durante el viaje por motivos varios. Durante su estancia en el cabo, la tripulación restante aprovechó para embarcar provisiones, cargando unas 38 toneladas de cereal (trigo según algunos relatos) y una cantidad indeterminada de vino para su llegada a Ceilán.
Unas dos semanas después de su llegada, el “Bredenhof” zarparía aprovechando las buenas condiciones del tiempo rumbo a Ceilán, pero éste jamás llegaría a su destino…
El “Bredenhof” chocaría el 6 de julio de 1753 contra un arrecife a unas 13 millas de las costas del continente africano y a 120 millas del enclave portugués de Mozambique como resultado de unas fuertes corrientes de las que, a priori, parece que no se percataron. De acuerdo a los testimonios de varios supervivientes, durante las primeras horas de la mañana de aquel trágico día, el barco ya navegaba a la deriva, sobre un arrecife, por lo que decidieron arrojar por la borda parte de la carga que resultaba prescindible con el objetivo de rebajar el peso del barco, luego le siguieron algo de lastre y, por último, los cañones, pero parece que no fue suficiente. Con ayuda de botes salvavidas y el lanzamiento de las dos anclas que disponía el barco trataron de sacar el barco del arrecife, pero tampoco tuvieron éxito ya que las anclas parece que terminaron por romperse y los botes emprendieron solos su viaje hacia la costa. Dos días después el Intendente partiría en un bote junto a otros 20 miembros de la tripulación rumbo a la orilla en busca de ayuda, pero el 11 de junio la estructura del barco ya mostraba signos evidentes de fragilidad y empezó a quebrarse. La desesperación pronto se apoderó de la tripulación restante y tanto el capitán como sus oficiales lanzaron al mar, a través de un orificio creado en la popa, el cargamento de barras de plata (unos 14 cofres) que transportaba para evitar la tentación de los saqueos por parte de la tripulación o por los barcos de otras naciones rivales, además de posibles piratas ansiosos de fortuna y gloria. No se marcó el lugar con boyas u otros elementos que permitieran señalar el lugar de reposo de tan suculento tesoro ya que la profundidad eran, aproximadamente, unas tres brazas de agua y desde el barco podían verlos con relativa facilidad.
Los botes salvavidas regresaron a las inmediaciones del naufragio para tratar de rescatar al resto de la tripulación. Pieter Bakker, el primer oficial del “Bredenhof”, junto a dos tripulantes lograron llegar hasta ellos nadando a pesar del mal estado del oleaje y subieron a uno de los botes. El mal estado del mar obligó a posponer otro nuevo rescate, que se antojaba fallido por el mal tiempo en la zona. Finalmente y, tras varios intentos posteriores, los botes pusieron rumbo a las “islas Commore”, ubicadas en el canal de Mozambique. El Capitán y el resto de supervivientes fabricaron algunas balsas de menor tamaño con lo que tenían a su alcance y lograron alcanzar tierra. Llevaba consigo los ducados de oro que sobrevivieron a toda la tragedia, repartidos en 5 bolsas. Ya en la costa africana localizaron uno de los botes encallados y el cuerpo del Intendente, que había sido asesinado en la propia playa. Se tiene constancia que después de todas estas penurias, una de las 5 bolsas que llevaban fue robada, pero la mayor parte del cargamento áureo logró salvarse. Eran menos de 200 tripulantes los que alcanzaron este punto y decidieron separarse en tres grupos, poniendo rumbo hacia el norte de donde se encontraban y con la vista pues en alcanzar el enclave portugués de Mozambique. Tardaron unos 2 meses en alcanzar su destino, pereciendo aproximadamente la mitad de la tripulación. El capitán Jan Nielsen, desmoralizado, puso la preciada carga en custodia del Gobernador portugués. La tripulación que sobrevivió embarcó en buques portugueses rumbo a Brasil, para luego regresar a Holanda.
Sin embargo, el capitán Nielsen, murió a bordo del “St. Franciscus” navegando como pasajero en su regreso a casa. Precisamente, antes de morir, les entregó el cuaderno de bitácora a dos miembros de su antigua tripulación, concretamente a Pieter Roosenauw y Pieter Williamszoon. Ellos fueron los primeros dos supervivientes regresaron a Holanda, ya tiempo después, y contaron esta trágica historia al “Consejo de los Diecisiete”, el cual emprendió medidas inmediatas para el rescate de la preciada carga.
El segundo de los tres grupos que partieron del lugar del naufragio, formado por el primer oficial, Pieter Bakker, desde las “islas Commore” en las que se encontraban consiguieron ser rescatados y embarcar en el barco de bandera sueca “Prins Karel” hasta el enclave de Surat, en lo que hoy es la India.
Ya en enero de 1754, el barco “Jonge Suzanna” sería enviado desde Surat para llevar a estos supervivientes a Mozambique y tratar de organizar una misión para la recuperación de las barras de plata arrojadas al mar durante el naufragio.
A bordo del mismo barco que los había conducido, el primer oficial, regresó al lugar del hundimiento el 5 de marzo de 1754, unos 8 meses después del inicio de su terrible historia. No obstante, los esfuerzos fueron en vano, pues al llegar al lugar se encontraron con otro barco portugués cuya tripulación les informó que otros barcos portugueses habían llegado antes debido a las noticias que corrieron por Mozambique y ya no se divisaba nada de aquel cargamento perdido. Dado el buen tiempo que había ese día y, al margen de las malas noticias, enviaron un pequeño bote desde el que divisaron un ancla y algunos cañones del “Bredenhof”, pero ni rastro de la plata. Así, regresaron de nuevo a Mozambique, donde conocieron de la suerte del primer grupo que había llegado al enclave antes que ellos. Se tiene constancia que los primeros supervivientes regresaron a Holanda en el mes de junio de 1754. El Consejo “los “Heren XVII”) no tenían conocimiento del intento de rescate realizado por el primer oficial a bordo del “Jonge Suzanna” y decidieron enviar otro barco para realizar labores de salvamento de las barras de plata, lógicamente sin éxito.
El último rescate: Transcurridos dos siglos desde los acontecimientos descritos, una empresa afincada en las Islas Caimán fue contratada por las autoridades sudafricanas con el capitán Klaar a los mandos para dar comienzo al rescate definitivo del “Bredenhof”. Ya formado el equipo de rescate, partieron en un barco llamado “Marie Jose” el 29 de mayo de 1986, después de largas horas de investigación y planificación de una operación que se antojaba compleja. A pesar de las informaciones de la época, resumidas en esta ficha, y de los intentos previos de salvamento, aún creían que encontrarían objetos de valor en el lugar del incidente.
El equipo llegó a la primera zona que habían delimitado, pero no encontraron ningún elemento reseñable y partieron a la segunda localización que pensaban, les daría el éxito que tanto buscaban. Tampoco tuvieron éxito y la idea de abandonar la búsqueda sobrevoló más de una vez sus cabezas. A pesar del uso de magnetómetros y equipos sofisticados, el tiempo y el mar en aquellos lugares estaba siendo un rival difícil de batir. El agua turbia y revuelta frustró varias señales positivas del equipo y hubo que esperar 3 días para volver de nuevo al trabajo y empezar a vislumbrar las primeras señales favorables pues, ese mismo día y a los 10 minutos de empezar, Tommy, uno de los buzos del equipo, encontró un pequeño fragmento de plata en medio de una especie de barranco arenoso submarino. Eran las primeras noticias que se obtenían de la plata en 200 años. Un tiempo después, localizaron un ancla de pequeñas dimensiones y, lo más sorprendente, cientos de lingotes de plata colocadas encima de rocas de grandes dimensiones y en lo más profundo de las zonas barrancosas.
A poca distancia de este primer hallazgo, el equipo vislumbró un bloque de de plata de más de 120 Kilos. Parecía que algunos de los lingotes se habían fusionado o unido, dadas las características de aquella zona, creando aquel espectáculo visual. Finalmente, encontraron un cofre que contenía más barras de plata adicionales, con la misma particularidad, estos se habían unido, pero con un peso menor, en torno a los 50 kilos. Ante esta situación, el equipo se dispuso a delimitar el terreno de exploración y separarlo en parcelas que permitieran un trabajo más minucioso, aunque en todo momento las mareas y la actividad del oleaje en la zona dificultaron mucho los trabajos. Empezaban a entender el por qué todo aquel cargamento aún continuaba allí abajo.
Seguidamente de estos primeros hallazgos, el equipo también localizó un gran cañón y muchas monedas de cobre (“Duiten”) como los que se adjuntan en esta ficha, todas ellas fechadas en 1752 y con las marcas de la ceca de Zelanda. Ciertamente, aquella zona estaba repleta de estas monedas desperdigadas entre los restos. Se localizó también parte del lastre que la tripulación lanzó aquel fatídico día por la borda para tratar de evitar el desastre, como grandes piezas de hierro, pesas con sonda de plomo y una placa de peltre, unido a otro de los cañones.
El equipo no lograba entender el por qué se habían localizado tan pocos cañones, así como la ausencia de las anclas que, de acuerdo al testimonio de los supervivientes, se habrían utilizado para tratar de liberar al barco de su peligrosa posición.
Los días pasaban y el equipo seguía sin respuestas hasta que, unos 5 días después y a 15 millas de distancia de los trabajos principales, pudieron localizar 13 cañones de hierro en una depresión del arrecife y, unos metros más allá, el ancla principal del Bredenhof rota junto a los restos de la popa del barco. Sin duda esto era algo inusual dados los conocimientos de los holandeses para la confección de grandes barcos como este, no podía comprenderse cómo el ancla podía haberse roto. Se tiene conocimiento que en Holanda se hacía una prueba muy curiosa para poner a prueba estas anclas recién forjadas. Las levantaban con ayuda de un gran bloque unido a un aparejo y la dejaban caer sobre un cañón. A menos que el ancla superara la prueba sin la más mínima grieta o señal de debilidad, no sería colocada en uno de sus barcos.
Finalmente sólo se localizaron más “Duiten”, también con fecha de 1752 y algunos bloques adicionales de hierro empleados como lastre, pero ninguna barra de plata adicional a las ya encontradas u otros componentes de la carga. Llegados a este punto, el equipo sólo podía pensar en quiénes pudieron haber rescatado el cargamento faltante con las malas condiciones del lugar del hundimiento y en una época donde los medios para tal fin eran muy limitados en comparación con nuestros días.
¿Acaso los nativos del lugar pudieron sumergirse y rescatar una parte de la carga? ¿Fueron capitanes portugueses con sus respectivas tripulaciones una vez que las noticias llegaron a Mozambique de la mano de los primeros supervivientes? Lo que es seguro es que no todo se perdió y gracias a eso, hoy podemos saber más sobre lo que sucedió aquel día, así como admirar estos tesoros que nos brindan una información valiosísima sobre una época que siempre ha hecho volar nuestra imaginación. Tal vez en el futuro, un nuevo equipo regrese al lugar y pueda completar la memoria del Bredenhof. Cabe señalar que, como siempre, todo rescate de un tesoro siempre lleva aparejado un litigio, pues la empresa encargada del rescate había sido contratada por las autoridades sudafricanas y esto desencadenó una serie de batallas judiciales con Mozambique. Finalmente una parte del material rescatado sería enviado a este último territorio el 17 de octubre del 2003, una tercera parte le sería otorgada a Sudádrica y el resto, se le entregó a la empresa artífice del rescate como pago por sus servicios, material que acabaría subastándose poco después en la sede de “Chrietie´s en Ámsterdam ese mismo año tras 4 largos años de batallas judiciales.
FotosEspero que os guste!
Saludos.