“…se dirigió al Palatino y al templo de Apolo. ... Colocó las coronas sagradas
en sus habitaciones, en torno a los lechos, al igual que unas estatuas que lo
representaban vestido de citaredo, e hizo incluso batir una moneda con este cuño.”
Suetonio, Nerón, 25, 2.
Además de lo que nos cuenta Suetonio, esta moneda también fue acuñada para complicarme la vida
. Han sido casi tres años desde que la puse en el punto de mira para completar un conjunto representativo de los acontecimientos y hechos más significativos del principado de Nerón en solitario, tras el asesinato de Agripina, o como yo las llamo “el desmadre de Nerón”. En grandes líneas, estos son: el matrimonio con Popea, la victoria de Corbulón en oriente, el incendio y reconstrucción de Roma, la conjura de Pisón, la vocación artística y su viaje a Grecia y su final y suicidio tras la revuelta de Vindice. Me faltaba justo la faceta artística y entre el Apolo Citaredo y el Genio, me cegué por conseguir un ejemplar de esta, más que nada por la cita de Suetonio. No siendo una moneda rara, me costó mucho encontrar primero una en condiciones medio decentes a un precio que no se fuese de madre. La primera que conseguí se fue de vuelta en cuanto la tuve en mano, ya el tacto anunciaba un fundido. A la segunda le dediqué un post hace un año en la sección de reproducciones modernas (
https://www.imperio-numismatico.com/t143889-as-de-neron-apolo-citaredo). No solo era otro fundido, sino también una combinación errónea de reverso y anverso de diferentes emisiones. Por suerte, en ambos casos se trataba de vendedores conocidos
, de los que se les supone cierta reputación. Pero al menos pude recuperar el dinero sin problemas. Finalmente, poco antes del verano, vi esta pieza en una subasta y esperé hasta el día de cierre. Tuve suerte, la puja previa no era muy alta y no le entró demasiada gente. Entonces descubrí que la casa de subastas se ha quedado congelada en el siglo XX y entre esperar la factura, hacer el pago y el envío, me llegó un mes y medio después. Quitando eso, en lo demás muy profesionales. Fue una larga espera, pero mereció la pena :fuerte:.
Nerón fue emperador por deseo y artificio de su madre. Seguramente, como tantas cosas en su juventud, en contra de su voluntad. Ya desde muy joven demostró a sus maestros un escaso interés por las disciplinas vinculadas a la vida pública y, en cambio, una enorme pasión por la música y las carreras de cuadrigas. Suetonio destaca una anécdota en la que, sorprendido por el pedagogo en plena lección hablando de un auriga caído en carrera, se excusó diciendo que hablaba de Héctor en la Ilíada. Pero el chico estaba llamado a ser el Primer Ciudadano del imperio, lo quisiera o no, y tanto su madre como los encargados de su educación se esforzaron en que dedicase más tiempo al estudio de las cosas serias que a los entretenimientos. No parece que tuviesen mucho éxito, al menos en la oratoria, cuya falta de dotes quedó de manifiesto en el funeral de Claudio, cuando hizo una pésima lectura del discurso que le escribió Séneca. Durante la regencia de Agripina no dio muestras de tener intención de actuar o correr en carros y si lo hizo su madre debió disuadirlo a las buenas o a las malas. Un emperador actor o auriga no era en ningún modo admisible en los cánones de la época. Pero Nerón no fue un emperador cualquiera, no como otros. En privado se iba preparando para su “gran noche”. Tan pronto como accedió al principado hizo traer a su lado al mejor citaredo del momento, un tal Terpno, al que primero se limitó a escuchar largas horas y pronto comenzó a imitar. Se puso a practicar con la mayor disciplina, incluidos los ejercicios de preparación y cuidado de la voz que, según cuentan, era ronca y tenía poca fuerza. Debió sentirse muy frustrado al no poder mostrar su arte al mundo, pues solía quejarse con frecuencia citando el verso griego que dice que “nadie hace el menor caso de la música oculta”. Lo que debía de tener claro es que mientras viviese su madre no pisaría un escenario ni borracho.
El deseo artístico de Nerón no fue el motivo del asesinato de Agripina, pero no hay duda de que le daba la libertad para poder llevar su sueño a la práctica. Al poco de la muerte de aquella comenzó a manifestar abiertamente su deseo de actuar en el teatro y correr en las carreras. Al principio Burro y Séneca pudieron contenerlo, convenciéndolo en que practicase ambas disciplinas en privado, limitando la audiencia a su gente de confianza y sus esclavos. Para ello le cercaron la explanada del Vaticano, donde hoy se encuentra la plaza de San Pedro y que ya antes había sido usada como anfiteatro por Calígula. La idea era mantener su afición en privado y en ningún momento se habían planteado que pudiese saltar a la esfera pública. No se lo habían planteado Burro y Séneca, porque parece que Nerón tenía muy claras sus inteciones. La primera maniobra del príncipe para eliminar impedimentos al desarrollo de su carrera artística fue dirigida a desmontar los argumentos que vinculaban las disciplinas del teatro y el circo con las personas de baja condición. Seguramente debieron objetarle una y otra vez que las gentes de buenas familias no debían rebajarse a la práctica en público de ninguna de las manifestaciones artísticas. La mejor manera de desmontar esta objeción era presentar muchos ejemplos de nobles artistas y, si no había suficientes, crearlos. Entregó dinero a jóvenes nobles arruinados a cambio de que estos comenzaran a actuar en público, aumentando así el número de caballeros y senadores artistas de tal forma que si no erradicó la idea de que las artes son aficiones de plebeyos y esclavos, al menos no quedaba vetada a los nobles.
En el 64, poco antes del incendio, Nerón consiguió, por fin, actuar en público. Escogió Nápoles para su estreno, porque esperaba de una ciudad griega un público más ilustrado. Aunque también se dice que, ya que no se pudo impedir la actuación, al menos que no fuese en la capital a la vista de todo el Senado y el Pueblo. Después de su estreno, ya con todos fuera, el teatro se derrumbó sin que nadie saliese herido. Lo que para la mayoría fue un presagio funesto, Nerón lo interpretó como un augurio de su futuro éxito escénico y con la misma se puso a planear un viaje a Acaya para participar en los más prestigiosos festivales. Pasó un tiempo por Campania actuando y participando en fiestas públicas y privadas y acabó aplazando la gira griega, según él mismo, porque veía en las caras de sus súbditos la pena por tener que prescindir de él. En este tiempo instituyó la orden de los Augustales, una prole de jóvenes que le seguían a todas partes y animaban sus actuaciones con ovaciones y coros de aplausos ensayados para momentos especiales a los que pusieron nombres como zumbidos, tejas y ladrillos. Los jefes de estos Augustales ganaban, según Suetonio, 400.000 sestercios, el patrimonio requerido para formar parte de la clase ecuestre. No sabemos cada cuanto cobraban esta cantidad, pero si no se trataba de un pago único debieron hacerse más ricos que muchos senadores.
Después de sofocar la conjura de Pisón decidió presentarse en Roma al concurso de canto y certamen teatral de los juegos lustrales. El Senado, con la intención de evitar el escándalo, le otorgó el premio de canto sin necesidad de que actuase. Nerón se negó a aceptarlo, insistiendo en que debía actuar y someterse a la decisión de los jueces igual que cualquier otro participante. Es posible que esperase imparcialidad por parte de los jueces, aunque es difícil que estos lo fueran pensando en las posibles represalias. Nerón cumplió a rajatabla con todas las normas del concurso, no se tomó ninguna licencia y mostró el nerviosismo habitual de un auténtico concursante. En cuanto empezó a cantar, la plebe, junto con los Augustales, celebraron con júbilo su presencia sobre las tablas y le pidieron más muestras de su producción. Esto acabó convirtiéndose en un habitual de las actuaciones del emperador, que podían llegar a durar días. Cuando Nerón actuaba estaba prohibido abandonar el teatro. Se cuenta que hubo partos y defunciones en pleno teatro y que algunos caballeros fingieron estar muertos para que los sacaran. Dormirse o no prestar la debida atención podía salir caro. El público estaba vigilado por soldados que golpeaban a quienes no aplaudían y por espías que luego informaban sobre quienes se dormían o distraían. Fue uno de estos espías el que delató a Vespasiano, que por echar una cabezada en una de las actuaciones fue relegado y exiliado hasta que no quedó otro general mejor para mandar a Judea.
Poco después de su primer triunfo teatral, al término de los juegos, murió Popea, victima de una patada de Nerón en medio de una fuerte discusión cuando este regresó a palacio después de una juerga nocturna. La muerte de Popea tuvo profundas consecuencias en el comportamiento posterior del emperador, que entró en una espiral de abusos y asesinatos por todo el imperio. Pero no alteró sus planes escénicos. Poco después de los funerales decidió emprender finalmente su gira por Grecia. Mandó agrupar en un año todos los certámenes líricos importantes para poder concursar en ellos. Al igual que en Roma, su comportamiento hacía ver que esperaba imparcialidad de los jueces. Incluso llegó a sabotear y a conspirar contra competidores que consideraba que le podían poner las cosas difíciles. Ganó todas las coronas habidas y por haber y, erigido como el mejor interprete de todos los tiempos, mandó destruir las estatuas de todos los vencedores anteriores en una suerte de damnatio memoriae que lo convirtiese en el único gran artista de la historia. A su regreso a Roma, entre el 65 y el 66, tuvo lugar la ceremonia en el Palatino que nos cuenta Suetonio y la acuñación de estas monedas, que se llevó a cabo en Roma y Lugduno.
Los éxitos del viaje a Acaya no frenaron la insaciable rapiña del príncipe, que ya amenazaba a todos los romanos que tuviesen un mínimo de riqueza y poder. Pero la sumisión de los nobles llegó a su fin. No hizo más de regresar a Nápoles y recibió la noticia del levantamiento de Vindex en la Galia. Pero no reaccionó hasta que aquel puso en cuestión su habilidad como citaredo en una carta al Senado. Luego tomó el relevo Galba, al que pretendió someter por medio de la música en compañía de un ejército de prostitutas para los coros. El Senado ya no aguantó más y lo declararon enemigo de Roma. Nerón escapó del palacio por la noche junto con su esposo castrado Esporo y su séquito más íntimo. Entre estos no estaba Tigelino, que ya había negociado su cuello previamente, aunque meses después le llegará su turno. El suicidio era ya la única opción para evitar el paseo a la roca Tarpeya al que el Senado le había destinado. Intentó lanzarse al Tiber, pero la altura y la corriente lo hicieron cambiar de opinión. Pararon en una villa de la vía Salaria donde mandó cavar una tumba mientras no dejaba de repetir entre llantos y mucha escena teatral aquello de “conmigo muere un gran artista”. Terminó su última actuación cuando solo o con ayuda, no está del todo claro, puso fin a su vida. En cuanto si fue o no un buen artista no hay ninguna referencia a su favor, pero tampoco ninguna que se pueda considerar objetiva. Tenemos la crítica de Vínide a su pésima capacidad para la cítara, la de Suetonio a su pobre voz y la de Tácito a su capacidad de composición. Este último tuvo ocasión de leer alguno de sus poemas y los pone a la altura del betún.
Y aquí tenéis la moneda. La han puesto en acsearch poco después de la subasta (
https://www.acsearch.info/search.html?id=8187761). Lleva ahí mucho más tiempo que en mi mano
. Me han ahorrado la identificación, si es que es correcta, porque hay muchas variantes con este reverso. La foto de la subasta no le hace justicia, está bastante mejor en mano, aunque no estoy seguro de que mi foto sea mucho mejor. Como siempre, espero que os guste la pieza y la historia que nos cuenta.
As de Nerón, Lugdunum, 65-66 dC.
Anv: NERO CLAVD CAESAR AVG GERMANICVS, busto desnudo a derecha con globo al pie del cuello.
Rev: PONTIF MAX TR POT IMP PP S C, Nerón laureado vestido como Apolo tocando la cítara y avanzando a derecha.
RIC I 416
Diámetro: 28mm.
Peso: 11,4g.