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Os presento un as de Gadir, o Gades, no muy potable pero sí lo suficiente para resultar reconocible.
Moneda: As, a pesar de la leyenda púnica se ciñe a metrología romana.
Anverso: Melqart cubierto por leonté (del león de Nemea), con clava detrás.
Reverso: dos atunes, entre ambos creciente a izquierda y letra aleph (difícil de distinguir),
encima leyenda púnica
HgdrPeso: 10,9 gr
Diámetro: 25 mm
Y ahora un poco de contexto sobre esta ciudad antigua tan importante:
Gadir o
Gades es Cádiz, isla y ciudad. Es considerada la ciudad más antigua de occidente. Para los griegos
Gadeira, aunque Polibio, Diodoro y otros aluden a
Gadeiroi (Herodoto
Gedeiroi), en plural, por tratarse de varias islas: la de Cádiz,
Kotinoussa; la de León (o el islote de San Sebastián)
Erytheia o
Aprhodisias, posterior
insula Iunonis. Para los latinos
Gades. Se trata de un topónimo fenicio con significado de “castillo”, aunque los propios gaditanos del siglo I, en tiempo helenístico romano y atribuyéndose estirpe griega, traducían
Gadeira por “cerviz de la tierra”.
La tradición sitúa su fundación por los fenicios tirios hacia el 1.100 a.C., según Veleyo Patérculo, Strabon y Mela, aunque las verificaciones arqueológicas “aún” no superan el IX a.C. El núcleo original se instalaría en el islote de San Sebastián, al objeto de comerciar con el vecino emporio de
Tartessos, convirtiéndose en el principal enclave colonial fenicio de occidente durante los siglos VIII / VII a.C., tiempo en que difundiría por el mundo tartésico la denominada cultura orientalizante, y se convertiría en un centro de distribución de mercancias de primer orden. A
Gadir llegaban los productos fenicios, griegos, y orientales que se distribuirían por
Tartessos y por el mundo atlántico; a su vez
Gadir actuaría de puerto de embarque de las materias con destino a oriente (plata, bronce, sal, productos agropecuarios, pesca…).
Tras la destrucción en 573 a.C. de su metrópoli fenicia de Tiro por Nabucodonosor, los fenicios occidentales, el denominado mundo púnico, se concentrarían en torno a sus dos principales
poleis:
Carthago y
Gadir, que décadas después establecerían un vínculo de alianza y connivencia frente al emergente mundo greco-romano que alcanzaría hasta tiempo de los Bárquidas. Mientras
Carthago controlaba el norte central africano, junto a Sicilia y Cerdeña,
Gadir extendía su protectorado sobre otras antiguas colonias fenicias de la costa, a ambos lados del Estrecho:
Malaka, Sexi, Abdera, Baria, Lixus…, núcleos a su vez en proceso de desarrollo cívico,
poleis emergentes, conformando lo que algunos denominan el “Círculo del Estrecho”.
Otras tradiciones legendarias proponen que
Gadir, tras la caída de
Tiro, sería asediada por
Tartessos; en ese tiempo y situación histórica se situaría la leyenda referida por Macrobio sobre el ataque del rey
Therion al templo de Hércules. Vitruvio Polión dice que el ariete fue inventado por los cartagineses en su asedio a
Gadir, información que se ha supuesto relativa a un ataque a
Tartessos, dada la general confusión de
Gadir con la antigua ciudad.
Gadir gozó de gran renombre en el mundo antiguo gracias a su importancia naval y comercial. Timeo y Strabon aluden al dominio gaditano de las rutas marítimas, tanto mediterráneas como atlánticas. De
Gadir partirían una serie de expediciones célebres y ambiciosas, entre ellas los viajes de
Hannón al Atlántico sur, y de
Himilcón al Atlántico norte, hasta las islas Británicas, ambos hacia el 500 a.C. También sabemos de su protagonismo en la circunnavegación de África, episodio sobre el que contamos con varias referencias: la noticia citada por Plinio procedente de Antipater, quien conoció a un comerciante hispano llegado a Etiopía procedente de
Gadir, y los dos intentos de
Eudoxos transmitidos por Mela y Plinio (de C. Nepote) y por Strabon (de Posidonio). Este
Eudoxos, célebre navegante de
Kyzikos, encontró hacia el 100 a.C. una proa de navío en el Índico; la llevó a Alejandría donde le informaron –por conocerlos allí– que se trataba de un navío gaditano, de manera que decidió emprender él mismo dicha circunnavegación, y así se encaminó a
Gadir para iniciarla desde allí con apoyo gaditano.
Contó con una importante industria de la pesca, de la sal y el salazón. Sus barcas de pesca alcanzaban los bancos pesqueros de Cabo Verde, Canarias y el Sahara Occidental desde antiguo, y su producción de
garum fue apreciada ya por los griegos de los siglos V/III a.C.: a esta salsa se refieren desde antiguo Diphilos, Aristóteles, Nicostrato, Timeo., y como testimonio de este comercio se tienen los hallazgos de ánforas gaditanas en Corinto y Atenas.
Gadir fue un enclave de primer orden en el comercio y la distribución al Mediterráneo de los productos minerales (oro, plata, cobre, hierro, sal, estaño…) del interior peninsular y otros puntos del Atlántico: Galicia, Bretaña francesa, Irlanda, Cornualles… al norte; Mauritania, Mogador, Canarias… al sur. Fueron asimismo importantes sus talleres de orfebrería y toréutica.
Por
Gadir comenzaría Amilcar Barca su “reconquista” peninsular del año 237 a.C., según Diodoro de Sicilia y Apiano. Posteriormente, en el 206 a.C., sería conquistada por Roma -en realidad la entregaron los mismos gaditanos-, obteniendo del Senado romano el estatuto de ciudad libre, en virtud del tratado establecido con L. Marcio. Durante el siglo I a.C. apoyó a Pompeio frente a Sertorio con dinero y víveres. Años después, en el 49 a.C., tras abandonar la ciudad el partido pompeiano y pasarse al bando de César (junto con la tropa pompeiana de Terencio Varron), le sería otorgada la ciudadanía romana por éste, quedando posteriormente constituido como
municipium y cognominado
Augustana Urbs Iulia Gaditana. César conocía
Gades desde 20 años atrás, cuando desempeñó allí su cargo de questor en el 69 a.C., y como gobernador de la Ulterior desde el 61 a.C., por lo que contaba con numerosas clientelas en la ciudad. También sería César, en ese tiempo, quien aboliera antiguas costumbres fenicias, salvajes y bárbaras para la mentalidad romana, como la de quemar vivos a los criminales.
Filostrato cataloga a los gaditanos de muy religiosos, e informa que rendían culto a numerosas deidades, e incluso a abstracciones y virtudes como la Pobreza, la Vejez y el Arte. Su antiguo y famoso templo de
Herakles-Melqart fue conocido en todo el mundo antiguo. Contaba además con templos a
Kronos, Ashtart, Aphrodite-Venus, Iuno, Menestheos… Se ha calculado (García Bellido y otros) una población de alrededor de 60.000 habitantes en la ciudad, en tiempos republicanos, lo que la sitúa entre las más pobladas del mundo romano antes del cambio de era.
Sería capital del convento jurídico homónimo, el
Gaditanus conventus, y mantendría su importancia naval y estratégica, y su industria de construcción naval en el
Gaditanus portus, a lo largo del alto imperio, tiempo en que curiosamente una de sus principales exportaciones, si nos atenemos a los textos (Stacio, Marcial, Juvenal, Plinio…), eran las compañías de bailarinas gaditanas, célebres por sus danzas “indecentes”, imprescindibles para amenizar veladas en las casas ricas del imperio. En este tiempo continuó su tradicional producción de
garum y salazones. Ya a partir de finales del III d.C. parece que acusó una notable decadencia: Avieno alude a la misma como una ciudad antigua e ilustre, pero pequeña y muy empobrecida en su tiempo.
El texto más antiguo que la recoge es el Libro de los Jubileos, de principios del primer milenio a.C. La lista de autores que la citan sobrepasaría con creces esta breve reseña sobre la misma: entre los griegos Eupolis, Herodoto, Antífanes, Pindaro, Timeo…; entre los latinos César, Salustio, Mela, Plinio, Plutarco… Numerosos autores clásicos (Cicerón, V. Maximo, Plinio, Avieno…) la identificaron con la antigua
Tartessos. Figura además en varias rutas del
Itinerario de Antonino, en el Itinerario Marítimo del mismo, y en el del
Ravennate. Es punto final de la
Vía Augusta (antigua vía
Heraclea, trayecto de Roma a
Gades), recogida como tal en los cuatros
Vasos de Vicarello.
Acuñó moneda de plata y bronce en signario púnico desde finales del IV a.C. con epígrafes ’
gdr y
hgdr (
Gdr y
Hgdr o
Agdr), y a partir del I a.C. en alfabeto latino: sestercios, dupondios, ases y divisores. Es la ciudad natal del tratadista agrícola Columela.
Y ahora, los que lo hayan leído todo quedan invitados a