En estos meses me he hecho con unas pocas piezas de esos Julio-Claudios que tanto juego me dan para contar historias. Pero también ando muy pillado de tiempo y me cuesta lo suyo encontrar un hueco para documentar. Este fin de semana empecé a escribir la reseña de esta pieza y a trozos la he podido terminar hoy. Espero poder presentar las otras antes de que llegue la Navidad, pero no puedo asegurar nada.
Entre el 10 y el 11 dC. se acuñaron en la ceca de Roma dos ases que supondrían la última emisión a nombre de Augusto y la primera que salía de esta ceca a nombre de Tiberio. Tiberio ya había aparecido en los anversos de las monedas de bronce desde el año 9, aunque en piezas acuñadas en Lugdunum. Tiberio ostentaba su decimosegunda potestad tribunicia y Augusto a la 34, ambos estrenaban un nuevo Imperium, XX para Augusto y V para Tiberio, resultado de la campaña contra la revuelta de Dalmacia. Tras la muerte de Cayo y Lucio y la reconciliación con Augusto, Tiberio ya era de facto el sucesor de Augusto. De hecho, después de este as, todas las emisiones en bronce dejaron de presentar el busto de Augusto y hasta su muerte solo se acuñaron bustos de Tiberio, todas ellas en las cecas de la Galia. Augusto seguía conservando todos sus títulos y privilegios, pero se fue retirando poco a poco de la vida pública y cediendo terreno a los hombres de la familia de su esposa.
Tiberio había sido autorizado a regresar a Roma desde Rodas en el 3 dC., pero solo como ciudadano particular, sin acceso a ningún tipo de responsabilidad pública. Poco después murieron Cayo y Lucio, que dejaron a Augusto sin sucesor y sin nadie de absoluta confianza para comandar al ejército en caso de guerra, ya que él estaba ya cascado para salir en campaña. La guerra en Germania se reanudó al poco tiempo y Augusto se vio obligado a recurrir a Tiberio. En junio del 4 Augusto adoptó a Tiberio, decisión en la que Livia fue determinante, lo asoció consigo a la potestad tribunicia por 10 años y lo mandó a repartir leña al otro lado del Rin. No terminaba de fiarse de él y le ordenó adoptar a Germánico. De esta forma, volvía a colocar a sus descendientes directos en la línea sucesoria, a través de los hijos de Germánico y Agripina. Ya comenté las maniobras sucesorias de Augusto para asegurar una línea de descendencia directa cuando presenté mi denario de los capachos,
https://www.imperio-numismatico.com/t145300-denario-de-augusto-cl-caesares-lugdunum-2-1-ac. Muertos Cayo y Lucio, solo le quedaba Agripa Póstumo, al que adoptó junto a Tiberio, pero la escandalosa conducta y dejadez de este lo hacían poco del agrado de su abuelo y terminó desterrado. El plan sucesorio por línea directa se acabaría cumpliendo, primero con Calígula y luego con Nerón, pero no creo que a Augusto le hubiese gustado mucho el resultado.
Si en algo coinciden los historiadores es en que Tiberio era un general brillante. Cruzó el Rin y llegó hasta el Elba sin mayores complicaciones, consiguiendo un compromiso de paz de los germanos. En el 6 los Dálmatas se sublevaron extendiendo la guerra por toda Panonia. Tiberio se presentó en la zona para prevenir que pudiesen llegar a Italia, y pronto se le incorporó Germánico. Este, según Dión, fue enviado por Augusto como cuestor con un ejército ante las sospechas de que Tiberio alargaba la guerra para mantener el control de las tropas. Puede que lo hubiese adoptado, pero todavía no terminaba de fiarse de él. Lo cierto es que los sublevados estuvieron esquivando a Tiberio todo lo que pudieron, jugando al gato y al ratón por todo el territorio, desde Salona en la actual Eslovenia, hasta Macedonia. Germánico se estrenó con una importante victoria. Poco después, diezmados por las derrotas en el campo de batalla, el hambre y una epidemia llevó a los rebeldes a negociar la rendición en el 9 dC. Por esta campaña se les concedió, a Tiberio y Augusto, el nuevo título de Imperator que figura en esta moneda y se celebró un triunfo.
Parecía que todo quedaba en calma, pero entonces Varo perdió sus tres legiones en el bosque de Teotoburgo. El desastre causó pánico en Roma, donde algunos ya veían a los Germanos cruzando los Alpes camino de la Urbe. Augusto se vio con dificultades para reunir efectivos para reforzar a las tropas. Tuvo que amenazar con sanciones y cosas peores y a admitir libertos entre los soldados. Tiberio se dirigió al Rin y su fama le precedió, pues los germanos ni se acercaron a su orilla del río. Una vez que aseguró la frontera Tiberio cruzó el río y campó por tierras germanas, pero metió más miedo que otra cosa y regresó a territorio romano sin haber logrado ninguna victoria reseñable. En el 11 regresó con Germánico y, aunque consolidaron la seguridad de la frontera y saquearon el territorio germano, tampoco consiguieron una victoria definitiva pues nadie se les enfrentó en campo abierto. El honor de Roma lo limpiará poco más tarde Germánico, derrotando a varios pueblos germanos y recuperando una de las águilas, ya con Tiberio a la cabeza del gobierno en Roma.
La salud de Augusto continuó deteriorándose y aunque volvió a aceptar cargos de larga duración, su actividad pública se limitó y cada vez recurría más a Tiberio y Germánico, al tiempo que promocionaba a Druso el menor, hijo de Tiberio. El 19 de agosto del 14 murió en la villa de su padre en Nola, Campania, tras una indisposición que arrastraba desde algunas semanas atrás. Sobre la muerte de Augusto hay, como no podía ser de otra forma, rumores y controversia. Según Suetonio, Augusto acompañó a Tiberio, que regresaba a Iliria, hasta Benevento. Después se detuvo unos días en Capri, donde celebró banquetes y no se privó de ningún capricho. Siguió viajando y disfrutando de los manjares y vinos de Campania hasta que se vio aquejado de una dolencia intestinal. En el camino de regreso a Roma su estado se agravó, se detuvo en Nola para guardar cama y, siempre según la versión de Suetonio, hizo llamar a Tiberio con el que mantuvo una larga conversación privada. Pocos días después murió de manera fulminante. La versión que nos llega de Tácito y Dión Casio, que ellos apuntan a rumores, sugiere que la cosa pudo no ser accidental. Según estos, poco antes Augusto había visitado a Agripa Póstumo en su destierro y es posible que se hubiesen reconciliado. De acuerdo con estos rumores, al enterarse Livia, temiendo que Tiberio pudiese ser relegado de la sucesión, habría decidido quitar de en medio a Augusto, envenenando, según Dión, los higos que él mismo recogía del arbol con sus manos. Esta versión resulta difícil de conciliar con la de las fiestas de Augusto por Campania que nos cuenta Suetonio. Pero Livia se habría puesto en evidencia dando pie a estos rumores, según Tácito, al haber aislado a Augusto en Nola, no permitiendo que nadie pudiese verlo hasta que llegase Tiberio.
Y aquí os dejo la moneda. Espero que os guste.
As de Augusto, Roma, 10/11 dC.
Anv. IMP CAESAR DIVI F AVGVSTVS IMP XX.
Rev. TRIBVN POT XXXIIII PONTIF MAXIM alrededor de SC
RIC I 471
Diámetro: 28mm.
Peso: 10,2g.