1/2 croat 1612. Felipe III. Barcelona

A principios del siglo XVII Cataluña estaba inmersa en una importante crisis monetaria. Estaba carente de plata, pues tanto las piezas catalanas como las castellanas se fugaban al extranjero (por ejemplo, en 1611 en Francia valía la plata un 16% más que en Cataluña), y tenía una excesiva circulación de moneda de vellón de baja ley. Además, existía en el mercado interno gran cantidad de moneda falsa (acuñadas principalmente al sur de Francia e introducidas por comerciantes galos en la Corona de Aragón) y legítima recortada, con las consiguientes repercusiones negativas para el comercio al tener un valor intrínseco menor que el nominal.

En esta época, recortar una moneda acuñada a martillo podía pasar desapercibido si no se pesaba. Sin embargo, si se mejoraba la calidad de la acuñación y se emitía perfectamente redonda y con buena impronta resultaba evidente si se cercenaba y, por tanto, más difícil de reintroducirla en el mercado por el pícaro que la recortaba. Seguramente con este afán, en 1610 el Virrey Héctor de Pignatelli concedió a los Consellers de Barcelona que pudieran acuñar a molino, tal y como se hacía en el Real Ingenio de Segovia, prohibiendo a las demás ciudades del Principado de Cataluña que pudiesen labrar con esta técnica.

Para tratar de solventar la carencia de numerario de plata circulante, Barcelona hizo una gran acuñación de croats, alrededor de medio millón de libras, la mayoría realizadas entre 1611 y 1615. Sin embargo, no se solucionaba el problema, pues la salida de moneda argenta a Francia no cesaba y persistían en el mercado la cercenada y falsa. Para tratar de poner fin al asunto, las instituciones catalanas debatieron intensamente hasta 1617 la depreciación de la moneda de plata. Finalmente, solicitaron a Felipe III la libre acuñación de croats con un peso rebajado un 11,11% y una ley semejante al real de Castilla. Sin embargo, en 1617 el Rey no accedió a su petición, autorizándoles sólo la acuñación de 100.000 libras y una merma de peso del 5,55%. Barcelona lo rechazó y siguió emitiendo moneda con el peso normal, pues la autorización de Madrid mermaría el beneficio que pretendían obtener. No se quedaría aquí la cosa y el asunto continuaría en los convulsos años que estaban por venir en Cataluña.

Anverso: PHILIPP D G HISPAN R
Reverso: BARCINO CIVITAS 1612
Peso y diámetro: 1,6 g y 17 mm
Acuñación a molino