Aquí os traigo un clásico del siglo I del que ya había posteado un ejemplar. Este debe ser el cuarto o el quinto que he tenido, siempre tratando de mejorar el anterior. Por supuesto, los precios van subiendo con cada mejora, por lo que también me duran más tiempo en la colección. El arte de este ejemplar me parece lo suficientemente refinado como para considerar que pueda ser de la ceca imperial. Lo que sí sé es que este motivo del reverso es el menos numeroso de los tres que se emitieron en el 41, y lo mismo sucede con las emisiones no oficiales. Esto aumenta la probabilidad de que se trate de un original de la ceca de Roma, y las probabilidades también son muy importantes en estas cosas.
La imagen que Tácito nos transmite de Claudio es la de una víctima de las manipulaciones de sus esposas y libertos, un idiota paranoico sometido a sus vicios y con pocos miramientos a la hora de ordenar ejecuciones. Pero de la obra de Tácito se perdieron los textos que cubren los años entre el 41 y el 48, por desgracia junto con los de Calígula, por lo que no tenemos ni idea de lo que nos pudo haber contado sobre los primeros años de su reinado. Por Suetonio sabemos, sin ocultar las sombras de su reinado, que en esos años se comportó como un emperador justo y benevolente, que tuvo momentos de extraordinaria lucidez que sorprendieron a propios y extraños y contribuyeron significativamente a mejorar la calidad de vida y la gloria de Roma. Las virtudes del nuevo emperador que se desprenden de la lectura de Suetonio coinciden casualmente con los motivos de los reversos de las emisiones de ases del 41: la erudición (Minerva), la libertad (Libertas) y la constancia (Constantiae). Esta última aparece por primera y única vez en la monetación de Claudio, representando el coraje y la perseverancia.
Claudio era un erudito, autor, entre otras, de una historia de los Etruscos que fue obra de referencia entre los historiadores de la época. Escribió también una historia de la familia desde el asesinato de César, pero que no superó la censura de su madre y su abuela. Empezó su imperio con la idea del retorno de la libertad tras los 4 años de terror de Calígula e incluso perdonó la vida a los senadores que se le opusieron, una historia que conté con mi última libertas (
https://www.imperio-numismatico.com/t141001-as-de-claudio-libertas-avgvsta-s-c-libertad-estante-a-dcha-roma). Y fue constante, pero ¿constante en qué? Si volvemos a Tácito, no nos cabe duda de que era constante en abusar del alcohol, las mujeres y los dados, sus vicios reconocidos. Pero si hay alguna virtud asociada a la constancia en Claudio debemos hacer referencia al empeño y la dedicación que puso en engrandecer el imperio en sus vertientes administrativa, económica, social y militar. En palabras de Dión Casio, “llevo a cabo no pocas acciones oportunas”. Claudio quiso mejorar Roma y, al menos hasta el 48, fue constante en ello.
Tan pronto como accedió al poder reformó la administración del estado, creando un cuerpo “técnico funcionarial”, recurriendo a los libertos de palacio, que ejecutase con mayor eficiencia las tareas de gobierno rutinarias. De esta forma se liberaba al emperador para poder dedicarse a asuntos de mayor envergadura. La experiencia de estos “funcionarios” serviría de apoyo para una mejor toma de decisiones de los asuntos de estado. La idea no es mala, así funcionan de hecho los estados modernos. Augusto y sus otros predecesores ya habían recurrido a libertos para ejercer ciertas labores administrativas de responsabilidad, especialmente en provincias, donde ya había implantado cierto sistema burocrático oficial. Pero las labores de gobierno de la capital seguían dependiendo de las decisiones del Senado y el Comicio y eran asignados a senadores o caballeros, con carácter temporal, que en ocasiones carecían de la cualificación requerida para llevar su mandato a buen término. Claudio organizó un aparato burocrático a escala imperial, con Roma y el palacio como centro neurálgico de la toma de decisiones. De esta forma, no solo agilizaba la administración, al mismo tiempo sustraía al Senado capacidad de decisión, concentrando todo el poder de la gestión del estado en las manos de la burocracia del Princeps.
La práctica tuvo sus luces y sombras, ya que los libertos de Claudio tanto influyeron para tomar decisiones justas como tremendamente injustas y acabaron dominando la voluntad del emperador. En los siglos que siguieron, la posibilidad de dejar las decisiones políticas y administrativas en manos de los libertos de palacio sirvió como excusa perfecta para la desidia de algunos emperadores poco celebrados como Cómodo y Galieno. De lo que no cabe duda es que un gran imperio precisa para su funcionamiento de una compleja maquinaria burocrática, bien engrasada y experimentada, gestionada por un cuerpo profesional especializado. Claudio fue quien sentó las bases de ese cuerpo burocrático en Roma y escogió a los libertos no solo por su experiencia, sino por la capacidad de control y dominio que el patrón tiene sobre ellos. Aunque en el caso de Claudio acabase él mismo siendo controlado por los libertos. Un ejemplo del caso contrario nos lo da un edicto de Juliano el Apóstata sobre los contables públicos. Cansado de que estos se dedicasen a meter la mano en la caja de todos prohibió el acceso a esta función a los ciudadanos nobles. Quería asegurarse de que en caso de duda se pudiese hacer confesar al contable bajo tortura. Volviendo a Claudio, tenemos un ejemplo de cómo la influencia de los libertos ha dejado su huella en nuestra afición. Palante, secretario de finanzas, convenció a Claudio para que mantuviese la orden de Calígula de concentrar la producción de bronce en la ceca de Roma, cerrando todas las cecas provinciales de occidente. Debido a esa decisión hoy tenemos tantas imitaciones no oficiales de estos ases circulando por todos los lugares donde se vende moneda. Uno de mis primeros posts en este foro trató sobre este asunto de las emisiones no oficiales en Hispania, por lo que dejo aquí el enlace por si a alguno le interesa,
https://www.imperio-numismatico.com/t131806-sobre-los-ases-hispanos-de-imitacion-de-claudio-i.
Reactivó la obra pública en la capital, que llevaba parada desde Augusto. Tiberio, en su línea, se limitó a construir el campamento de los pretorianos. Calígula, también en su línea, solo construía para su disfrute personal. Lo más parecido a una obra pública que construyó fue el puente de Baiae, para ser destruido después de su famoso desfile orgiástico sobre la bahía. Aunque llevó a cabo mejoras por todo el imperio, Claudio se concentró muy especialmente en la capital. No solo rehabilitó gran número de edificios públicos, sino que también mejoró sensiblemente el abastecimiento de la capital, actuando sobre las vías de comunicación y otras infraestructuras. Terminó la Via Claudia Augusta, iniciada por su padre, que conectó el Danubio con el Adriático y el Po a través de los Alpes. Construyó y reparó varios acueductos, de ellos el más importante, el más largo e imponente que se conserva en Roma, fue el Aqua Claudia. Pero, sin duda, la obra más importante de Claudio fue la construcción del nuevo puerto de Ostia, celebrado también con el dupondio dedicado a Ceres. El nuevo puerto no solo tenía más capacidad de gestión de carga, sino que, al sacarlo de la línea de costa introduciéndolo en tierra, también daba mayor refugio frente a los temporales. Luego conectó el puerto directamente con Roma por medio de un canal navegable a través del Tíber.
La construcción del nuevo puerto era uno de los requisitos esenciales para asegurar el abastecimiento de trigo a la Urbe, que había sido sacudida por una hambruna reciente. Pero para poder asegurar que los graneros de la Annona estuviesen siempre bien llenos era necesario desarrollar y consolidar las redes comerciales a través de las que el grano llegaba a Roma desde los últimos rincones del imperio y, muy especialmente de Egipto. Entendió que para poder alimentar a los habitantes de una Roma que no paraba de crecer no bastaba con los esfuerzos del Estado. Abrió la participación de comerciantes privados en el sistema de la Annona, para aumentar la oferta y optimizar los precios. Claudio animó a los comerciantes a participar con sus medios en los transportes de trigo y los incentivó no solo con el acceso a los beneficios del comercio sino también con exenciones y bonificaciones de carácter fiscal y legal. A los libertos que contribuyeron a financiar con sus ahorros la flota comercial les concedió la ciudadanía. A los ciudadanos los liberó de obligaciones como las derivadas de la ley Papia Popea, que sancionaba a solteros y aquellos casados que no contribuían suficientemente a la natalidad.
Fue también grande su interés por la administración de justicia. Ordenó que los juzgados trabajaran ininterrumpidamente durante todo el año y no solo en los meses de invierno y verano como era costumbre. Claudio trataba de atender a sus labores jurídicas personalmente, muy rara vez delegaba y si lo hacía siempre escogía a personas de absoluta confianza. El comentario general es que Claudio era un juez que trató de mantener un equilibrio justo entre el rigor de la ley y la moderación, manteniendo siempre la imparcialidad. Sin embargo, su comportamiento errático llevó a que finalmente se le perdiese el respeto, abusando de su buena disposición y sus reparos a imponer su autoridad. Suetonio cita una serie de casos que forman parte del anecdotario de absurdos de Claudio. Entre estos uno en el que cuenta que llevó una sentencia ya escrita en la que fallaba “a favor de la parte que tiene la razón”. También ejerció la censura, pero, por lo que nos cuenta Suetonio, fue un repertorio de despropósitos digno de su faceta de incompetente.
Reformó todos los estamentos sociales y permitió a los senadores arruinados rebajarse a la clase ecuestre para evitar las cargas económicas asociados a su estamento. Fue muy riguroso con quienes usurpaban la ciudadanía, a los que ordenó decapitar. Pero por otra parte amplió la ciudadanía a muchos habitantes de provincias y en especial a los nobles de la Galia, a los que dio acceso al Senado. Este último movimiento le costó críticas y más de un enemigo entre la clase senatorial romana, que lo interpretaron como un insulto directo. En general, la relación entre Claudio y el Senado, aunque con altibajos, no fue demasiado cordial y a más de uno le costó la vida.
Solo le faltaba una victoria militar para ser considerado un emperador en todos los sentidos. No una victoria cualquiera, sino la conquista e incorporación al imperio de una nueva provincia. Aunque Suetonio la calificaba entonces de una victoria de poca importancia. Puso sus ojos sobre Britania, bien por iniciativa propia o, como indica Dión Casio, aprovechando una incursión a la isla de Aulo Plautio para ayudar a un rey expulsado. En cualquier caso, se le brindó la oportunidad de triunfar allí donde había fracasado el mismo Julio César. No es la única vez que trata de ir más allá que el divino Julio, ya que el nuevo puerto de Ostia había sido un proyecto inicial de César que descartó por considerarlo imposible. Claudio salió de Roma para el frente dejando a Vitelio, su compañero de consulado, al mando de Roma por primera vez en su vida. Consiguió el sometimiento de las tribus de Britania casi sin mover un dedo, en una campaña en la que participaron Vespasiano y su hermano. Regresó a Roma cinco meses después, habiendo estado en peligró tan solo en el viaje de ida por mar, a causa de las tormentas. Pero consiguió su triunfo, en el que Mesalina lo siguió en otro carro. La situación en Britania se complicó poco después, cuando Caractato consiguió organizar una fuerza de resistencia con los guerreros que no quisieron someterse. El Britano acabó derrotado, capturado y conducido a Roma, donde Claudio le perdonó la vida para sorpresa de todos.
Hasta aquí el elogio a Claudio. Se lo debía por los trapos sucios que le saqué con el tetra de Mesalina (
https://www.imperio-numismatico.com/t142492-tetradracma-de-claudio-meaina-kai-eba-alejandria-42-43-dc). Paso ahora a la moneda. Como dije al principio corresponde a la emisión del 41, ya que falta el título de Padre de la Patria, el único que no aceptó al comienzo de su mandato y que recibió en el 50 tras su matrimonio con Agripina.
As de Claudio, Roma, 41 dC.
Anv: TI CLAVDIVS CAESAR AVG CAESAR AVG P M TR P IMP.
Rev: CONSTANTIAE AVGVSTI S-C, Constantia en pie apoyada en cetro.
RIC I 68.
Peso: 11,1g
Diámetro: 27mm.