Hola, buen día, soy un denario de Septimio Severo. Hoy estoy con ustedes porque necesito ayuda, ¿habrá algún psicoanalista por aquí? Sí, eso mismo, ¿algún un psicólogo o tal vez algún psiquiatra? Dicen que el tiempo lo cura todo, pero eso parce que no funciona con la mayoría de mi especie. Está bien. Voy a hacer catarsis y les voy a contar lo que más pueda:
Todo comenzó cerca del año 9, más o menos, eso fue hace ya mucho tieeeeempo, ufff cierto que, Roma ya cayó, -menos mal- ¿No me entendieron verdad? Es que no me acostumbro a esta era… bueno, a ver si me explico, para que me entiendan, me refiero al año 202 después de Cristo, AAAAAAhhhhhhhhhhhhh!!!! Esto me trae muchos recuerdos, no puedo más! me quiero escapar del cospel!!!! Ya basta!!!! Quítenme estas marcas yaaaa! Parece que mi destino es que esta historia se conozca….
Empezaré nuevamente más calmado, les decía que todo comenzó hacia el año 9. Justo después de mi acuñación he oído la historia que contaban los signatores y los malleatores; una historia que me es imposible olvidar, una historia que me está volviendo loco y que tengo la necesidad de que la conozcan:
Ese mismo año, el emperador al cual represento, Lucio Septimio Severo, cometió muchísimos crímenes, pero tan solo de uno de ellos les voy a hablar:
En Cartago, por aquella época, vivía una joven mujer muy adinerada llamada Vibia Perpetua quien se había iniciado en la religión cristiana por medio de un diácono, llamado Sáturo (o Saturno); junto a ella sus esclavos. Parece que habían encontrado el sentido de sus vidas, con mucha fe y esperanza llenaban sus días, habían encontrado el Verdadero Camino.
Cuando Perpetua alcanzó los veintidós años de edad, el emperador ordenó una dura persecución contra los cristianos, y la policía imperial arrestó a todos los creyentes de su familia incluyéndola a ella. Los jueces intentaron convencer a la familia para que volviesen al paganismo, pero ante su negativa decidieron dejarlos en prisión hasta que se organizasen los Juegos.
Estando en prisión, Perpetua, escribió el diario de su arresto, de las visitas que recibía, de las visiones y de los sueños, y siguió escribiendo hasta la víspera del suplicio. “Nos echaron a la cárcel y quedé consternada, porque nunca me había encontrado en lugar tan oscuro. Apretujados, nos sentíamos sofocar por el calor, pues los soldados no tenían ninguna consideración con nosotros”.
Perpetua y sus esclavos usaron el derecho de los condenados a una cena de despedida (la llamada cena libre) a la que dieron un cariz de ágape cristiano; se trata de la comida de caridad que hacían entre sí los primeros cristianos en sus reuniones para cimentar la concordia y la unión entre los miembros del mismo cuerpo y para restablecer, por lo menos al pie de los altares, la fraternidad destruida en la sociedad civil por la desigualdad de las condiciones.
Después de este acontecimiento, Revocato, Saturnino y Segundo, sus esclavos, junto a Sáturo quien previamente los había bautizado a todos, fueron arrojados a los leones. Así como les cuento, es terrible. "El día del martirio los prisioneros salieron de la cárcel como si fuesen al cielo... La multitud, furiosa al ver la valentía de los mártires, pidió a gritos que les azotaran; así pues, cada uno de ellos recibió un latigazo al pasar frente a los gladiadores." Sáturo fue echado a varias bestias que no le dañaron. Finalmente un leopardo saltó sobre él y le dejó cubierto de sangre en un instante. La multitud gritaba: ¡Ahora sí está bien bautizado! El mártir, ya agonizante, dijo a Pudente: ´¡Adios! Conserva la fe, acuérdate de mí, y que esto sirva para confirmarte y no para confundirte.´ Y, tomando el anillo del carcelero, lo mojó en su propia sangre, lo devolvió a Pudente y murió. Así fue a esperar a Perpetua, como ésta ya lo había predicho.
Por su parte Perpetua también tuvo un trágico final, murió decapitada en la arena junto a su esclava, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! No puedo mencionar su nombre! Solo lo diré, lo diré ya! se llamaba Felicitas. Jamás podré olvidar este nombre!!! Nunca!!!! Intentaré seguir…
Ella estaba embarazada, sí, no les miento, y según las leyes no podía ser martirizada hasta que diese a luz, y al llegar el momento, en medio de los dolores del parto se alegraba de ser expuesta a las fieras, y de la cárcel, pasó al anfiteatro con rostro alegre, como si fuera hacia el cielo. Rezaba para que el parto llegara pronto para poder unirse a sus compañeros de martirio. Y así sucedió, la niña nació dos días antes de la fecha establecida para el inhumano espectáculo en el circo: fue un parto muy doloroso, y cuando un soldado comenzó a burlarse diciendo “¿Cómo te lamentarás entonces cuando te estén destrozando las fieras?” Felicitas replicó llena de fe y de dignidad: “¡Ahora soy yo quien sufro; en cambio, lo que voy a padecer no lo padeceré yo, sino que lo sufrirá Jesús por mí!”. Uno de los cristianos adoptó a la niña. Antes de decapitarlas en la arena, según me contaron, las dos mujeres fueron echadas a una vaca brava que las corneó. Por cierto, Perpetua también era madre de un niño de tan solo unos pocos meses de edad. El dolor es terrible. La fiera atacó primero a Perpetua, quien cayó de espaldas; pero la mártir se sentó inmediatamente, se cubrió con su túnica desgarrada y se arregló un poco los cabellos para que la multitud no creyese que tenía miedo. Después fue a reunirse con Felícitas que yacía tambien por tierra. Juntas esperaron el siguiente ataque de la fiera; pero la multitud gritó que con eso bastaba; los guardias las hicieron salir por la Puerta Sanavivaria, que era por donde salían los gladiadores victoriosos. Al pasar por ahí, Perpetua volvió en sí de una especie de éxtasis y preguntó si pronto iba a enfrentarse con las fieras. Cuando le dijeron lo que había sucedido, la santa no podía creerlo, hasta que vio sobre su cuerpo y sus vestidos las señales de la lucha. Entonces llamó a su hermano y al catecúmeno Rústico y les dijo: ´Permaneced firmes en la fe y guardad la caridad entre vosotros; no dejéis que los sufrimientos se conviertan en piedra de escándalo´. Entre tanto la veleidosa muchedumbre pidió que las mártires compareciesen nuevamente; así se hizo, con gran gozo para las dos santas. Después de haberse dado el beso de la paz, Felícitas fue decapitada por los gladiadores. El verdugo de Perpetua, que estaba muy nervioso, erró en el primero golpe, arrancando un grito a la mártir; ella misma tendió el cuello para el segundo golpe. ´Tal vez porque una mujer tan grande... sólo podía morir voluntariamente.
Siempre he querido borrar estos tremendos recuerdos de mi memoria, porque si bien tengo el honor de contarles esta historia, la historia de Felicitas y Perpetua, me causa mucho dolor pensar en el sufrimiento por el que pasaron, pero eso sí! ¡Con que firmeza se entregaron al Señor! ¡Qué fe! ¡Qué determinación!
Siempre pensé que aunque soy de metal noble en unos años todo terminaría, pero parece que no resultó así, ya pasaron más de 1800 años de estos sucesos y las marcas del emperador asesino y de una deidad romana con el mismo nombre de quien dio su vida en martirio atestiguando al Único y Verdadero Dios siguen intactas en mí como en el primer día.
¿Ahora me entienden? ¿Pudieron entender mi historia? Es mi misión ineludible que acepto y aunque me genera un dolor gigante en mi núcleo la quiero contar a todos a fin de que teniendo la posibilidad de acercarnos a Dios no la desaprovechemos!
Les dejo mi ficha y algunas fotos que me tomaron:
Septimio Severo, 202 - 210 d. C. Denario (plata 3,1 gr.; Ø = 19,5 mm.; eje: 06:00 hs.) Ceca de Roma. Anverso: SEVERVS PIVS AVG, busto laureado a derecha. Reverso: FELICITAS AVGG Felicitas a izquierda con caduceo y cornucopia. RIC 261, C 135, BMC 322, MRDS 4129 b. Condición: EBC+
Les dejo un saludo!