Me decidí a incluir esta moneda en el último lote que compré por la figura del reverso, que en algunos catálogos viene identificada con Livia, al igual que ocurre con el denario del Tributo. Avancé algo sobre el asunto de la relación entre Tiberio y su madre cuando posteé el dupondio de Claudio de la consagración de esta. Entonces apunté el largo tiempo que tuvo que pasar desde su muerte y su consagración y como tras dos emperadores, incluido su propio hijo, fue su nieto Claudio quien finalmente la elevó a la categoría divina. En los 8 años que sobrevivió a su madre Tiberio no tuvo tiempo ni ganas de sentarla al lado de Augusto en la otra vida. Calígula, estuvo muy ocupado consagrándose a sí mismo, tras lo que arremetió públicamente contra Augusto y Livia. Fue finalmente Claudio quien, al poco de acceder al Imperio en el 41, hizo diosa a su abuela y acuñó el dupondio correspondiente que hace poco presenté aquí:
https://www.imperio-numismatico.com/t139036-dupondio-de-claudio-i-diva-avgvsta-livia-sentada-a-izq-roma La moneda fue acuñada durante los dos primeros años de Tiberio como emperador. La gran mayoría de los títulos que figuran en las inscripciones le fueron concedidas antes de llegar al principado. El mayor acontecimiento de estos años tal vez sea la victoria de Germánico sobre las tribus levantadas por Arminio, ambos acabarían asesinados pocos años después, y el rescate de las águilas de las legiones perdidas en Teotoburgo. Tiberio mostró un carácter humilde y austero en sus primeros años como príncipe. Rechazó títulos como Padre de la Patria y muchos otros que le propuso el Senado. Se comportó de forma comedida salvo en algunos banquetes con amigos en los que se ponía de manifiesto su gran afición al vino. Ya sirviendo en Germania se le conocía como “Biberio Caldio Merón”, algo así como borrachín de vino caliente y puro. Pero de las perversiones y crímenes por los que después sería conocido todavía no daba señales. Es en esta época que decide la construcción en Roma del Castro Pretorio, concentrando a los pretorianos en un único cuartel, dentro de su política de mejora de la seguridad en el Imperio y una de las pocas obras públicas que ejecutó.
La relación entre Tiberio y su madre tuvo sus claros y oscuros. Lo cierto es que nadie como Livia se esforzó más por la carrera política de Tiberio y sin duda su repetida intercesión ante Augusto le acabó asegurando la sucesión. Sobre los múltiples asesinatos y parricidios que se achacaron a Livia para allanar el acceso de su hijo al principado, Suetonio no hace mención alguna, Dión habla de sospechas del pueblo sin hacer ninguna insinuación y Tácito solo los sugiere como una posibilidad, sin llegar a descartar que las muertes de los demás aspirantes hubiesen sido fortuitas. Lo que no dudan ninguno de ellos es que Tiberio jamás hubiese llegado a ser emperador sin la ayuda de su madre. Pero si es cierto que Tiberio debía el éxito de su carrera política a su madre, es también posible que la culpase de sus fracasos y frustraciones privadas. La vida de Tiberio fue bastante amarga, y muchos autores achacan su perversión y maldad posteriores a las tragedias personales que tuvo que afrontar en su infancia y juventud.
Su padre tuvo muy mala suerte escogiendo a sus amigos y desde la guerra Civil de César y Pompeyo se fue alineando en bandos equivocados. Salvó su vida el tiempo suficiente para acceder a la demanda de Augusto para divorciase y dejarle vía libre a su mujer, Livia, para hacerla su esposa. Tiberio pasó su infancia escapando de los enemigos de su padre, siempre rodeado de peligros. El matrimonio de su madre con Augusto le tuvo que resultar un alivio temporal. Tuvo dinero para organizar juegos y conoció a su primera esposa, Vipsania, hija de Agripa. Pero la felicidad no le duró mucho, al menos con su esposa, pues fue obligado a divorciarse tras ocho años de matrimonio, un hijo y otro en camino que se perdió. Tiberio no tenía ni motivo ni intención de divorciarse de Vipsania, lo que le causó gran dolor y siempre lamentó, como asegura Suetonio. El motivo del divorcio no fue otro que el deseo de Augusto de que se casase con su hija Julia, que acababa de enviudar de Agripa. El papel que pueda haber jugado su madre, que si no fue activo en favor de Augusto tampoco lo fue en defensa de los deseos de Tiberio, no debió ayudar mucho a consolidar la relación con su hijo. Poco después de su divorcio su hermano Druso, padre de Claudio, murió accidentalmente en Germania, lo que supuso a Tiberio otro doloroso golpe.
El matrimonio con Julia fue un desastre, pues esta era, según cuentan, la antítesis de la mesura y la fidelidad conyugal. Así que Tiberio, en cuanto pudo, puso tierra de por medio y se desconectó de su familia autoexiliándose en Rodas. En ese tiempo la aversión de Augusto hacia su persona fue en aumento y pasó de ser un retirado por voluntad propia a un desterrado de facto. La mediación continua de su madre ante Augusto parece haber sido decisiva para que este lo autorizase finalmente a regresar a Roma. Todavía tuvo que esperar tres años a la muerte de Cayo y Lucio, los nietos de Augusto, para que se le permitiese volver a ejercer cargos públicos o el mando de tropas. Sus victorias militares en Iliria le hicieron recuperar el aprecio de Augusto y junto con el incansable apoyo de su madre contribuyeron a ponerlo en el primer puesto de la línea sucesoria, cuando el último de los hijos de Julia, Agripa Póstumo, cayó en desgracia y fue exiliado. Para evitar problemas sucesorios, la primera orden de Tiberio tras morir Augusto fue quitar de en medio a Póstumo.
Desde el mismo momento en que Tiberio accedió al poder fue reacio a dar reconocimiento público a su madre, rechazando para ella el título de Madre de la Patria y todos los que quiso concederle el Senado. Alegó que eran honores demasiado altos para una mujer. A pesar de esto, Livia no le retiró su apoyo, y fue una pieza clave, y en esto Tácito es categórico, en las intrigas de la muerte de Germánico y argucias posteriores para ocultar una posible participación de Tiberio. Sin embargo, el emperador, al perdonar a la mujer del asesino de Germánico la dejó quedar en mal lugar ante el pueblo alegando la amistad entre las dos mujeres y los ruegos de Livia en favor de la acusada. Tras el retiro del emperador a Capri apenas tuvieron contacto, no fue a verla durante su enfermedad e hizo retrasar su entierro hasta que le vino bien asistir, cuando el cuerpo ya estaba corrupto. Durante las exequias prohibió divinizarla y declaró nulo su testamento, que fue más tarde restablecido por Calígula. Después se dedicó a perseguir a sus amigos, como dice Suetonio, hasta causarles la ruina. Cuenta Tácito que a partir de ese momento la crueldad de Tiberio se desbocó aún más, ya que su madre había sido la única persona que podía imponerle algo de autoridad, a pesar de que públicamente siempre se la negase.
Hasta aquí el relato de esta tormentosa relación materno filial en el seno de la familia Imperial. Y qué familia!! La moneda se puede mejorar bastante, pero por el momento me sirve para recordar esta historia cada vez que la miro.
Tiberio, AE As, Roma, 15-16 dC.
Anv: TI CAESAR DIVI AVG F AVGVST IMP VII, busto desnudo a izquierda.
Rev: PONTIF MAXIM TRIBVN POTEST XVII S C, Livia sentada a derecha con patera y cetro.
RIC I 34
Diámetro: 26mm
Peso: 10,2g