Durante la madrugada del 17 diciembre de 1773, un navío surcaba las tranquilas aguas del Mar de la China, cerca de la isla filipina de Palawan. Se trataba del "Royal Captain", un mercante británico de 44m. de eslora y 860 Tm. fletado por la Compañía de las Indias Orientales bajo el mando del capitán Edward Berrow.
El "Royal Captain" había sido botado en Londres 14 meses antes y durante su viaje inaugural transportó a bordo un cargamento de telas inglesas y otras mercancías para ser vendidas en el puerto chino de Cantón. Tres meses después de su arribada a Cantón, levaba anclas para dirigirse de nuevo a Inglaterra con otro cargamento en sus bodegas: Té, sedas y más de 100.000 piezas de finísima porcelana china.
Pero el "Royal Captain" no llegaría jamás a su destino. Apenas tres días después de su partida y hacia las 2:30 horas de la madrugada, unos bajíos que no estaban señalados en las cartas de navegación se interpusieron en su camino. Una violenta sacudida sobresaltó a las 106 personas que se encontraban a bordo entre pasajeros y miembros de la tripulación. Tras unos angustiosos minutos de confusión y pánico, los ánimos se fueron tranquilizando. Gran parte del casco estaba destrozado por debajo de la línea de flotación, pero la fortuna había dejado al buque encajado sobre las rocas y no había peligro inminente de hundimiento.
Al día siguiente y tras parchear provisionalmente la zona dañada, esperaron en vano la marea alta para intentar reflotar el buque con la idea de dirigirse después al puerto más cercano y reparar adecuadamente los daños sufridos. Después de varios intentos inútiles para zafar la embarcación, y ya con una considerable cantidad de agua en la sentina, el capitán Berrow decidió ordenar el abandono del buque en los botes salvavidas. Toda la tripulación se acomodó en los botes a excepción de tres marineros totalmente borrachos que "decidieron" quedarse a bordo del maltrecho "Royal Captain".
La tripulación fue recogida poco tiempo después por el buque británico "Union" y cuando un buque de rescate llegó a la zona del naufragio varios días después con la intención de salvar la carga y recoger a los 3 tripulantes que se habían quedado en el "Royal Captain" no encontró rastro alguno del buque ni de supervivientes.
Durante más de 200 años, la trágica historia del "Royal Captain" quedó en el olvido a la espera que alguien decidiese removerla. El cargamento que encerraban las bodegas del buque siniestrado era ciertamente tentador, pero la complejidad de la operación de rescate hizo imposible su recuperación hasta hace muy poco tiempo.