Artículo para gloríficar la inexistente independencia de los mal llamados "països catalans".
El Miquel Crusafont Sabater, doctor en Historia y presidente de la Sociedad Catalana de Estudios Numismáticos, habló más de historia que de monedas en su conferencia sobre el curso de cultura medieval 2018, desarrollado en el Centro Cultural el Casino de Manresa y organizado por los Amigos del Arte Románico del Bages. Desde el espacio íbero que sitúa dentro de los llamados Países Catalanes, «con la excepción de las Islas Baleares», aunque los tartesios también influyen hacia el norte, hasta nuestros días. Explicó que los griegos eran esencialmente comerciantes, y su expansión quería hacer colonias para canalizar el comercio, como los fenicios. Pero se pusieron de acuerdo, por lo que el Mediterráneo norte era para los griegos y el sur para los fenicios, a pesar de un punto de litigio con el estrecho de Gibraltar.
Los griegos se establecieron en dos colonias importantes: la de Roses y la de Empúries, manteniendo colonias en el sur de Francia, lo que dificultaba la negociación con Menoscopion (territorio no historiado). Rosas fue fundada por los rodios de la isla de Rodas y Empúries fue una derivación de la colonia de Mesala (Marsella). De los griegos nos llega la moneda, 300 años antes que en el resto de la Península y la cultura en forma de escultura, cerámica y escritura.
Juan Caballero, en la obra Teoría de las naciones, ha propuesto la hipótesis de que el catalán venga directamente del griego . Crusafont afirma que la influencia griega continúa en época romana, sobre todo en cuanto a las leyes de costumbre, o conservación de las costumbres. Después del imperio visigótico establece por Occitania, incluidos los pueblos francos. Copian los romanos la moneda de oro, y todo indica que la de plata era de Barcelona, ya que en dos reinados fue la capital. La invasión musulmana en Cataluña dura poco, porque los soberanos carolingios crean la Marca Hispánica hasta el Cantábrico.
Los carolingios, según algunos historiadores, renuncian los condados catalanes, tema conflictivo entre muchos estudiosos. Lo cierto es que los futuros catalanes vuelven a tener moneda, esencialmente de plata, con varios talleres carolingios de Barcelona, Empúries, Roses y Girona. Estas demarcaciones serán los futuros condados catalanes, ahora divisiones administrativas carolingias hasta Carlos el Calvo. A partir de este momento, los condes catalanes se independizan y el 930, el de Barcelona, da al obispo de Girona la moneda, actuando como soberano. Cada condado tiene moneda propia. Excepcionalmente, también hace el vizconde de Cardona, gracias a una carta de población del conde Borrell. Todos hacen ediciones monetarias cortas. El conde de Barcelona aprovecha los reinos de taifas musulmanes para cobrarles tributos, ya partir de Ramon Berenguer I, los otros le rinden vasallaje. Progresivamente, los territorios se unificando, con armas catalanas propias, según la heráldica. La primera expansión de esta Cataluña se produce hacia el sur de Francia, muchos de ellos derivando de condes occitanos, en lucha contra los musulmanes. Intereses comunes y compra de algunos condados por parte de Ramón Berenguer I son parte del primer paso de la expansión que luego se fundamentará en matrimonios diversos en todo el área provenzal. Cataluña llegó a dominar un tercio de la actual Francia. La expansión se terminó a raíz de la aparición de los cátaros, perseguidos por la Iglesia en defender que en la tierra dominaba el demonio. Trovadores, productores de vinos, comerciantes occitanos se vieron afectados, pero los catalanes aprender mucho de ellos.
Destruido el posible estado catalanooccità, con muchos elementos comunes, la expansión catalana gira hacia el sur, con Mallorca, Valencia y el Mediterráneo (Sicilia, Cerdeña, Nápoles, zona de Grecia) con influencia sobre el norte de África y los Balcanes. Se trataba de vender productos agrarios y tejidos y reexportar todo especies. Para el comercio mediterráneo, los catalanes utilizaban la moneda de Florencia, de mucha aceptación, hasta el punto de que el florín de la tabla barcelonesa se cotizaba más bien en Castilla que la moneda musulmana que utilizaban habitualmente, de los siglos XIII al XV. Con tipología de monedas, los catalanes fuimos a remolque de los italianos, pero con una moneda estable.
Históricamente tenemos que hablar de la corona catalanoaragonesa, como dice Pierre Vilar, pero teniendo muy claro que
los aragoneses no pintan nada, porque su modelo de sociedad era parecido al castellano . Esto nos permitió articular una soberanía catalana en el comercio mediterráneo que ha dado lugar actualmente en los Países Catalanes.