Pues esta mañana nos levantamos. ¿Dónde vamos? Día feo, con frío, lluvia y viento, hasta que al final se le ocurre a mi mujer que nos alarguemos a La Malahá, pueblecito de la comarca del Temple, muy cercano a Granada.
Así que cogemos toda la familia (mira que es raro que nos pongamos de acuerdo para hacer algo juntos) y nos vamos a ver una momia que perteneció a su familia y que se encuentra en esta localidad (es que eso de meternos a oler en todos sitios lo llevamos en la sangre).
La momia en cuestión se encuentra en un bar-restaurante llamado "Casa del Santo" cómo no.
Llegamos un poco pasadas las dos, así que hablamos con el dueño y nos dice que efectivamente, la momia está allí, en el bar, pero que en ese momento estaban muy atareados poniendo comidas, que volviéramos un poco más tarde y nos la enseñaban. Como a esas horas ya el hambre picaba en los estómagos, cogimos una mesa y nos pusimos a almorzar. Comida básica, pero sabrosa: cervecitas, gambas al pil-pil, huevos rotos, pajarillos fritos y un poquito de ibérico a la parrilla; café y pastel para la niña que si no se borra de la familia.
Pagamos la cuenta y le recordamos al hombre lo de la momia. Muy amable nos acompaña a una habitación justo al lado del comedor, abre la puerta y allí estaba.
La habitación está acomodada en forma de capilla, con techo mudéjar y al fondo un mueble altar con la urna y la momia dentro.
Por las paredes, cuadros e imágenes religiosas.
Pues claro, ya un rato de cháchara con el hombre, que nos cuenta que su madre compró la casa a un pariente de mi mujer, con la momia dentro, claro.
Hay varias versiones de cómo llegó la momia de "san Vicente mártir" a este lugar. La más verosímil es que un antepasado de mi mujer fue a Roma (siglos XVII-XVIII o por ahí) e hizo una buena donación a la Santa Sede. En reconocimiento, le regalan este cuerpo momificado, supuestamente de un soldado romano cristiano martirizado y enterrado en las catacumbas de Roma, de donde se sacó (igual que otros muchos) para regalar a los benefactores de la Iglesia. Así que el hombre se lo trajo y montó en una habitación de su casa esta especie de capilla, hasta que los descendientes la vendieron con lo que había dentro.
Ya sabéis, si una mañana no tenéis nada qué hacer, os podéis alargar a La Malahá, almorzar a buen precio y ver la momia del santo Vicente.
Si queréis informaros de más cosas, nada más que recurráis a san Google que lo sabe todo y allí encontraréis más datos.
Y otro día os contaré lo del baptisterio romano de Las Gabias, que esa historia también merece la pena.
Salud.