El imperio romano, a causa de su extraordinaria extensión y de la necesidad de mantener el contacto entre Roma y sus provincias, se vio obligado a crear una red de correos muy eficaz, que de hecho constituye la primera gran organización postal de Occidente; se establecieron rutas fijas y éstas se dividieron en etapas para que los mensajeros pudieran reponer fuerzas y cambiar de caballos.
En el siglo I d.C. el emperador Augusto amplió las diferentes modalidades de correos entonces existentes, que estaban destinadas al uso exclusivo del Estado (comunicación entre altos cargos militares y administrativos), para darles un carácter más público. Con esta medida salió al paso de los correos privados que organizaban los patricios romanos, que ya sabían que la información es poder y no dudaban en montar sus propias redes de comunicaciones sirviéndose de sus esclavos o en utilizar las caravanas de mercaderes para enviar sus misivas.
Los correos imperiales podían recorrer cien kilómetros al día.
VEHICVLATIONE ITALIAE REMISSA. Dos mulas pastando en posiciones contrarias; el timón de un carro con los tirantes. Alusivo a la disminución de la tasa pagada para el servicio de correos imperiales. Sestercio de Nerva. Roma 97 d.C.