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¡Menudo lío, gente!
Yo es que no me termino de enterar muy bien, pero según cuenta el Encargado (pues fue ese literalmente el título que le otorgó Chávez a Maduro cuando partió para morir en Cuba) existe un contubernio (como decía Paca la culona) de contrabandistas colombianos que se aprovecha de las excelencias del paraíso bolivariano para sacar cuartos ilícitos de Venezuela y que está apoyado por el malvado Santos (valga la contradicción), los yankees por supuesto, el Sacro Imperio Germánico de Occidente y todas las confederaciones estelares que quedan más allá de Próxima Centauri.
Resulta que al Encargado se le ocurre entonces que acabará con semejante complot internacional privando de validez de la noche a la mañana al billete de 100 bolívares del cual, según sospecha, los malvados mafiosos neogranadinos poseen ingentes cantidades bajo sus mugrientos colchones.
¡Tremenda la que se armó!
Como resulta que para comprar cualquier chuchería en Caracas ya necesitas un buen puñado de los de a 100, todo el mundo andaba con tacos que ya nadie quería. Las colas para cambiarlos en los bancos antes de que dejara de ser posible creo que van a aparecer en el próximo libro de Guinnes y todo.
A todo esto, la medida presentaba un problema de falta de moneda corriente que el Encargado pensaba subsanar con la emisión inmediata de los nuevos billetes de 500, pero ¡Oh cruel malvadismo extranjero!. El pérfido conspirador foráneo notó que en lugar de preparar los billetes nuevos y luego retirar los viejos, el Encargado estaba haciendo justo lo contrario, y ni corto ni perezoso ha sacado el kit de saboteador de la señorita Pepis y, según nos cuentan, ha impedido que los de 500 lleguen a tiempo a las ávidas manos del pueblo bolivariano mediante hábiles sabotajes de naranja y de limón.
Así las cosas el Encargado ha tenido que recular por el momento. Donde dijo digo dice Diego y hasta enero como mínimo, los de a 100 siguen teniendo curso legal. Otra cosa es que te los cojan.
Y mientras tanto, el pesado de mi ejemplar desde el álbum que no para de preguntarme todos los dias “Oye chico, ¿qué pasa conmigo?”.
Con semejante lío muy apropiado parece que el anverso del billete aparezca dedicado a un tipo tan lioso también como fue Don Simón, quien anduvo luchando por independizar del yugo español entre otros pueblos al de Venezuela para luego mandar a sus ejércitos contra esa misma Venezuela cuando esta de quien quiso independizarse fue de él y de su Gran Colombia. El pais que por aquellos días lo condenó al destierro, ahora lo endiosa y lo pone en sus billetes con un retrato basado en el que Rita Matilde de la Peñuela hizo del personaje en 1860, no directamente como es lógico, sino ya “de segundas” e idealizándolo… lo que no es impedimento para que en el billete vaya más manipulado todavía a ver si sale más guapetón:
El reverso se me antoja más bonito, Con el parque de Cerro Ávila como fondo, aparece una collera de cardenalitos o jilgueros rojos; bichillo minúsculo y bien chulo que al parecer es característico de aquellos lares. Naturalmente uno no puede por menos de acordarse de como el Encargado contó aquella vez que Hugo Chávez después de muerto se le había aparecido en forma de pajarito para decirle no sé qué, y no puede por menos que pensar … ¿Será uno de éstos?. Yo sinceramente creo que no. Los dos que salen en el billete andan con el pico cerrado.
El billete, obra de la Casa de la Moneda de Venezuela, lleva como marca de agua el motivo principal del anverso:
Mide 156x69mm:
Y si en lugar de lo que mide, hablamos de lo que vale ... pues eso ....
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Menos mal que para la colección no solo sigue valiendo sino que con una historia tan intensa detrás, está más chévere todavía