Medalla de Felipe III y Margarita de Austria. Año 1609. Obra de Rutilio Gaci

Rutilio Gaci (c.1570-1634) fue un escultor y medallista italiano nacido en la bella Toscana. Se sitúa su llegada a España hacia 1588, como secretario de uno de los personajes más oscuros de la época: Pedro de Médici, hijo del Gran Duque de Toscana, embajador toscano en la Corte de Madrid. Rutilio sirvió a su señor hasta la muerte de éste en 1604. No obstante, siguió vinculado profesionalmente a la embajada toscana en nuestro país. En España, Gaci desarrolló una gran labor artística. Trabajó a lo largo del reinado de Felipe III con conocidos arquitectos en el diseño y construcción de diversas fuentes que embellecieron Madrid, de acuerdo con el plan urbano de remodelación de la capital del reino castellano. También se le atribuyen algunas esculturas renombradas en su época, aunque hace tiempo perdidas.

Sin embargo, a juicio del académico D. Adolfo Herrera, si por algo destacó este gran artista italiano fue por la realización de diversas medallas, esencialmente, en el reinado de Felipe III. Herrera ensalza a Gaci, lo considera muy buen medallista, a la altura de otros grandes como Pompeo Leoni o Jacobo da Trezzo, aunque por la escasez de sus obras conservadas y haber trabajado principalmente para un Austria poco considerado como Felipe III, ha pasado prácticamente desapercibido para la medallería española.

Se conocen muy pocas medallas realizadas por Rutilio Gaci, todas ellas muy raras y dedicadas a los siguientes personajes: Felipe III y Margarita de Austria, Duque de Lerma, Alejandro Rodolfo, el propio Rutilo y su mujer Beatriz de Rojas, y Felipe IV.

En 1609 se realizaron dos tipos de medallas, muy similares entre sí, dedicadas a Felipe III y su esposa, la Reina Margarita:

La primera de ellas se realizó con motivo de la Tregua de los Doce Años. Como comenta Herrera en su artículo de 1905 sobre Rutilio Gaci en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones: Tratada la tregua de los Doce Años en los asuntos de Flandes, el archiduque Alberto recibió de parte de Felipe III, en 26 de Agosto de 1609, la ratificación oportuna, que fue entregada a los Estados generales por el auditor Verreyken. Muy satisfechos quedaron los archiduques, tanto, que quisieron obsequiar con valiosos regalos, en nombre del rey y de los suyos propios, a los plenipotenciarios de los Estados que habían firmado este tratado. […] A los seis plenipotenciarios de las provincias se les regalaron diez y ocho gruesas cadenas de oro, de las que pendían medallas, obra de Rutilio Gaci.

La segunda de ellas (expuesta en este post) la bibliografía la atribuye a la boda de los Reyes, pero en mi opinión eso carece de mucho sentido, ya que los soberanos contrajeron matrimonio diez años antes de ejecutarse esta medalla. El año 1609 fue lo suficientemente interesante a nivel histórico como para conmemorar alguna efeméride del reinado. Se proponen un par de hipótesis sobre la razón que pudo promover la realización de esta medalla. La primera que fuese también para conmemorar la Tregua de los Doce Años, y entregada a personas al servicio de la Corte a diferencia de la medalla destina exclusivamente a los plenipotenciarios de los Estados Generales. La segunda hipótesis, que se hiciera con motivo de la expulsión de los moriscos, algo de lo que estuvieron orgullosos los monarcas y que fue celebrado en España efusivamente y aplaudido por toda la cristiandad en su época. Sea como fuere, por una causa u otra, fue una medalla distribuida entre los altos dignatarios del reinado de Felipe III.

Sobre el buen arte de estas medallas comenta Herrera: "Con la perfección que están ejecutados los retratos y el estudio y detalle que presenta la indumentaria, Gaci ha hecho muy simpática su labor, asunto difícil en su tiempo, pues las grandes golas ofrecen siempre suma dificultad al artista, por tener que colocar en primer término sus monótonos pliegues, alejando los bustos, que constituyen la parte principal de la obra. Si estos retratos se hubieran hecho prescindiendo de las golas o reduciéndolas mucho, dada la competencia artística del caballero florentino, seguramente se hubieran confundido con los de la mejor época del siglo XVI."

A la más que interesante y muy rara pieza, se le añade algo más, y es la escasez propia de medallas de Felipe III si lo comparamos con las de Felipe II o Felipe IV. No fue un monarca propenso a este tipos de objetos. La razón de esto puede estar en que a Felipe III nunca le interesaron las medallas y, en cambio, prefería tener barajas de naipes con los retratos de familia. Una prueba de esta falta de interés fue que no estimó excesivamente la importante herencia de medallas y camafeos que heredó de Felipe II, ya que los destinó, casi todos, a la almoneda. De tal desidia se aprovecharía el Duque de Alba, que compró la práctica totalidad el 15 de julio de 1609.